• Código de Ética - (Finalizada)

Capítulo 6.

Mi cabeza latía fuertemente y un zumbido en mis oídos no dejaba de molestarme. Cada milímetro de mi cuerpo me dolía y me ardía impidiendo que me moviese.

Apenas podía abrir los ojos y lo poco que podía observar eran unas baldosas blancas manchadas de sangre. Intenté levantarme, pero un gemido de puro dolor y agonía salió de mi garganta, haciendo que nuevamente caiga al suelo. Esta vez sin esperanzas de moverme.

Sentí unos pasos que se acercaban al baño pero no tenía fuerzas para abrir los ojos y mucho menos para hablar.

— ¡Bella! ¿Estás aquí? — preguntó una voz familiar — ¿Bella? — llamó de nuevo al no obtener una respuesta.

Sentí como una lágrima rodaba por mi mejilla, seguramente mezclándose con la sangre de mi rostro. Quería gritar que estaba aquí, quería gritar que llamen a un médico, pero no podía. No tenía fuerzas.

— ¡Joder Isabella! — exclamó la voz acercándose — ¡Ayuda! ¡Auxilio! — gritó muy fuerte haciendo que mi cabeza latiera aún más.

Un cabello rubio se acercó hacía mí y sentí sus dedos fríos que acariciaron mi mejilla, para luego tomarme la mano.

— ¡Resiste Bella! — susurró — ¡Ayuda! ¡Policía! — gritó de nuevo pero esta vez sentí como su voz fuerte se quebraba por el llanto.

 Sentí unos pasos pesados provenientes del pasillo y una respiración agitada que se acercaba a mí.

— ¡Me cago en la puta! — gritó una voz masculina.

Sonreí mentalmente porque supe quién había llegado y esta vez me alegraba de que estuviera aquí.

Sus dedos me tomaron el pulso y luego me quitaron el cabello del rostro. Aspiré un agradable aroma, pero no pude evitar gemir de dolor, ya que incluso respirar se convertía en un sufrimiento.

— ¿Se va a poner bien? — sentí la voz de Hope que lloraba.

— ¡A tu celda! ¡Ahora! — le respondió en tono autoritario.

— ¡No! ¡Quiero estar con ella! — protestó la rubia y sentí que se agachó a mi lado.

— Señorita Baker, diríjase a su celda. ¡Es una orden! — habló frustrado, para luego indicar por la radio que encerraran a todas las reclusas.

Hope se retiró protestando, dejándome sola con Miller que vociferaba todo tipo de insultos.

— Fraccedini ¿Me oyes? — me preguntó pero no podía contestarle — Isabella, te pondrás bien ¿de acuerdo? — habló por primera vez en tono amable — Necesito que resistas y no te duermas. Te llevaré a enfermería para que te curen. ¡Isabella no te duermas! — insistió.

Abrí los ojos lo más que podía y me encontré con el rostro de Miller a pocos centímetros.

Sus ojos marrones ya no eran fríos, ahora su mirada emana cierta calidez.  Suspiró pesadamente y miró hacia el techo lamentándose unos segundos antes de hablar.