Capítulo 17.

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Había sido una noche larguísima en la prisión, más de lo normal

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Había sido una noche larguísima en la prisión, más de lo normal. Estaba exhausto... todos los días sucedía algo nuevo en el correccional y anoche no había sido la excepción. La reclusa Bonnie Harper había caído inconsciente por una sobredosis de heroína. Una sobredosis que casi la lleva a la muerte, sino fuera por Isabella.

La joven había empezado a convulsionar mientras la llevaba en mis brazos a la enfermería y fue Isabella la que supo qué hacer, ya que el doctor Coleman demoró una hora en llegar desde su casa. Si esperábamos ese tiempo, obviamente Harper ya estaría muerta. Pese a que en un principio pareció desesperada por ver a su compañera de esa manera, Isabella había actuado con mucha profesionalidad, dejándome totalmente sorprendido, como frecuentemente lo hacía.

Las palabras del doctor Coleman, en la reunión pasada parecían carecer de sentido: "Fraccedini es un típico caso de trastorno de personalidad, hablamos de Trastorno de personalidad histriónico que seguramente haya sido el desencadenante de un comienzo de vida delictivo." 

En un principio, yo sabía que Isabella no era un asesina como supuestamente todos quieren hacernos saber, pero no estaba seguro de lo demás.... sin embargo nuevamente me queda claro que Coleman estaba confundido, pese a ser un experto en el tema.

Como sospeché... Isabella estaba clarísima de mente. Había buscado qué demonios era esta enfermedad mental y poco había entendido. La que me lo había dejado claro, era la misma Faccendini demostrando lo que ya sabía: no tenía un pelo de tonta ni mucho menos de loca. 

Habían algunos rasgos que podían encajar, a veces podía ser un poco exagerada y dramática, pero pensándolo a detalle... tenía sus razones, no la estaba pasando para nada bien. Sí parecía ser una chica que confiaba en las personas fácilmente... ¡Joder! Su ex pareja es un hijo de puta... por otro lado a mí me había abrazado a los pocos días de conocerme, sin embargo eso no era patológico, era la única persona de allí que sabía que era inocente y que aparentemente podía confiar. Tampoco era provocativa... o al menos no parecía serlo pese a que era una mujer her...

— ¿En qué piensas?

Unos tibios dedos tocaron mi hombro izquierdo y suspiré negando con la cabeza.

— Nada en especial — respondí.

La chica rubia me miró por unos segundos y se acercó a mí, tocando mi pierna por debajo de la sábanas.

Apoyé mi cabeza en el respaldo de la cama y la miré sonriendo levemente.

— Luces estresado — me dijo para luego comenzar a subir su mano levemente hasta llegar a mi entrepierna.

Tomé sus dedos y los aparté de mi, negando con la cabeza.

— Debo irme, tengo asuntos pendientes — le expliqué.

Quité las sabanas que cubrían mi cuerpo y me levanté de forma rápida. No le estaba mintiendo en absoluto, tenía un día ocupado y no podía retrasarme más. Mi cabeza estaba en otra cosa, y aunque me tentaba la idea de quedarme con mi vecina, había planeado este momento desde hace tiempo.  Seguramente si no lo hacía, cuando llegase mi turno en la prisión me iba a arrepentir de haber dejado pasar un día más.

• Código de Ética - (Finalizada)Where stories live. Discover now