• ¡PRIMER PUESTO EN LOS TIME AWARDS 2018!
Una joven psicoanalista es acusada de asesinar a la esposa de un antiguo paciente. Se le imputa una pena de veinte años por homicidio en la prisión estatal, donde deberá aprender a cruzar la linea del bien...
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Sentía como mi corazón golpeaba en mi pecho de forma rápida, mientras escuchaba el leve sonido de los latidos de Christopher. Mentiría si dijera que no estaba disfrutando este momento, pero me resultaba imposible conectarme del todo con él, ya que mi mente estaba en una gran lucha, mientras se repartía entre la sensación agradable que me generaba estar cerca de Miller y todos los sentimientos encontrados que me había generado la situación que presenciamos apenas unos minutos.
Mi cariño hacia Bonnie me impedía pensar con claridad y esa es una, de las tantas cruces que cargaba un psicólogo; no poder analizar objetivamente a las personas que consideraba cercanas.
Estaba claro que ella no se iba a despertar con todas las luces de un coma producto de una sobredosis de heroína, pero tampoco me esperaba la reacción que había tenido al dejar atrás la inconsciencia. Sobre todo, la negativa que tenía hacia la ayuda que le brindaba y el constante sentimiento de culpa.
Suspiré largamente agotada y Christopher me tomó de los brazos y me separó levemente de su pecho para observarme.
— Los adictos tienen la trágica ventaja de tener personas a su alrededor que se preocupan por ellas... — hablé mirándolo — Sin embargo, el deseo de consumir, en este caso, es mayor al sentimiento de culpa en el momento que tienen enfrente a su objeto de deseo. El problema es el después... aparte de defraudarse a sí mismo, defraudan a las personas que confiaron una vez más en que podían ganarle a la adicción, y es allí donde ellos terminan siendo consumidos... consumidos por una horrenda culpa. Y repiten y repiten y repiten... creando un círculo vicioso. Parece necesario olvidarse por al menos un par de horas de toda esa mierda y... ¿Cómo lo logran? Consumiendo... — hice una larga pausa ante los ojos de Christopher — Lo más simple que puedo concluir de toda situación es, que en este momento, Bonnie está pasando por todo lo que te acabo de mencionar. Sin embargo, nada resulta ser tan sencillo como generalmente parece. Algo tuvo que haber desencadenado toda esta situación, algo que sucedió antes de que Bonnie casi se mate.
— Algo que tiene que ver contigo — terminó agregando Miller.
Lo observé asintiendo pensativa pero el sonido de su walkie me distrajo totalmente.
— Atento agente Miller... — lo llamaron — El doctor Coleman ha llegado para atender a Harper.
El joven se pasó la mano por su cabello y suspiró hondamente. Luego me miró y me tomó del brazo:
Christopher miró hacia los lados mientras me tenía agarrada del brazo. Luego de unos breves segundos, caminó conmigo para colocarme detrás de uno de los sillones negros.
— ¿Por qué me tengo que esconder? — le pregunté mientras me agachaba contra la pared detrás del sillón.
— ¿Confías en mí? — me preguntó y no dudé en asentir — Entonces quédate allí quieta y no salgas hasta que yo vuelva a buscarte... sobre todo no hables — me advirtió.
