Epílogo

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El agua caliente se desliza por mi cuerpo y suspiro relajando mis músculos tensos

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El agua caliente se desliza por mi cuerpo y suspiro relajando mis músculos tensos. Levanto mi rostro para que reciba la hermosa sensación del agua recorriendo la piel, para luego comenzar a enjuagarme de forma lenta y meticulosa. El aroma a lavanda inunda la ducha y sonrío porque me encanta después de un largo día poder relajarme de esta forma. Dejó que todos mis pensamientos se esfumen y me dispongo a disfrutar de este momento tan placentero. Cierro los ojos mientras el agua me enjuga por sí sola, pero me distraigo con el sonido de la puerta, pegándome un gran susto, que descarto a los pocos segundos.

Sonrío al sentir unas manos en mi cadera y un cuerpo desnudo que se pega a mi espalda. Una tibia respiración choca con mi cuello y me muerdo labio al tomar sus manos, para entrelazar nuestros dedos.

— Me habías asustado un poco — susurro y me da un cosquilleo en el cuerpo al sentir su risa en mi cuello.

Comienza a dejar un río de besos por mi piel, comenzando por la parte sensible de mi cuello y bajando hasta mis hombros.

— Necesitaba relajarme — me dice — Estoy intentando resolver un caso, que me tiene un poco ansioso.

Muerdo mi labio para evitar reír, pero se termina convirtiendo en un jadeo entrecortado. ¡Santos cielos!

— ¿Ah sí, detective? — pregunto con voz ronca y con su labio sube hasta el lóbulo de mi oreja.

— Alguien me ha escondido la caja de cigarrillos, de nuevo — me responde y me pega más a él.

Respiro entrecortadamente, quiero reírme pero me está distrayendo demasiado con su boca. Más bien, me está torturando de una manera muy placentera.

— ¿Te ha dejado pistas esta vez? — pregunto como puedo y él con rapidez me da media vuelta y me pega a su pecho.

Sus ojos marrones me miran fijamente y sé que está enojado, lo conozco. Sin embargo, soy consciente de que una parte de su cuerpo me quiere perdonar fácilmente. Me aferro a esa esperanza.

Es la tercera vez que le escondo los cigarrillos, las dos primeras empezó como un juego y le dejaba pistas por todo el apartamento, pero es experto, y de todas formas terminaba encontrándolos. No obstante, esta vez se los escondí sin ninguna adivinanza de por medio. Quiero que deje de fumar de una vez por todas, sé que no es la mejor forma, pero sí se enoja de esta manera la verdad que no me importa.

— No hay pistas, cuando encuentre a la persona que está jugando conmigo no le va causar ninguna gracia — me dice con voz grave y yo sonrió inocentemente.

Tomo la esponja enjabonada y comienzo a pasarsela por su pecho. Él aún está en plan tocapelotas, pero no me aparta. Al contrario, me pega más a él haciendo que trague saliva. 

— Tal vez debes de olvidarte de esa caja de cigarrillos que siempre desaparece y aliviar tu ansiedad de otra forma — le digo esparciendo el jabón por su piel tostada.

• Código de Ética - (Finalizada)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin