Capítulo 14.

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No podía parar de temblar.

Mi piel estaba completamente erizada y podría enumerar las razones de porqué mi cuerpo tiritaba de esa manera. Numero uno, mi sangre estaba helada producto al frío que estaba pasando. Número dos, este lugar estaba cubierto de suciedad. Y número tres, un ratón me estaba acompañando en mi hermosa estadía de aislamiento. 

¿No limpiaban este lugar? Amenazaban todo el tiempo con traer a las reclusas aquí, sin embargo se olvidaban de que existía en el momento del aseo.

Me encontraba en una pieza que apenas tenía luz. Tanto las paredes como el piso eran grises, tenía un retrete a mi lado (que por cierto estaba tapado), y una cama que en realidad era un escalón grande de hormigón, al que yo estaba subida en cuclillas, temiendo que el ratón se me acerque. La puerta era de metal grueso y llegando al final tenía una abertura donde, aparentemente, te podían pasar una bandeja de comida.

Hacia unas cuantas horas que estaba aquí y mi cerebro ya se encontraba cansado de tanto pensar y reflexionar sobre lo de hoy. Intentaba volver el tiempo atrás para recordar sí de verdad yo le había contado a Coleman que mi madre era gineco-obstetra. Según él, se lo había dicho pero yo no lo recuerdo.

Coleman argumentó que probablemente no me acordaba producto del golpe que sufrí en mi cabeza, sin embargo mi memoria no me fallaba en otros aspectos. De todas formas, no era posible que lo supiera si yo no se lo había comentado, lo cual me daba un poco de miedo ya que significaba que realmente mi memoria me estaba jugando una mala pasada.

Apoyé mi cabeza en la pared fría e intenté arroparme a mí misma con los brazos. Cerré los ojos unos segundos, no sabía cuánto tiempo más iba a estar aquí. No quería pasar la noche en este horrible lugar y de verdad me asustaba que el golpe de mi cabeza estuviera afectando mi memoria. 

A los pocos segundos de que mis párpados estuvieran cerrados, comenzaron a acudir las imágenes del día anterior. La voz de Giovanni me perseguía, sus gemidos de placer aún estaban en mis oídos, junto con el dolor de mis muñecas que parecía ser somático.

Abrí los ojos de golpe y comencé a caminar de un lado a otro en el pequeño metro cuadrado, a medida que me secaba las lágrimas. 

No sabía qué hacer... necesitaba cambiar de abogado pero él tenía razón, era muy bueno en su profesión, además si yo pedía un cambio él iba a enfurecer y tomaría represalias. Sin embargo, mientras estuviera aquí encerrada volvería abusar de mí cuántas veces él quisiera... ya que literal y metafóricamente estaba atada de manos.

— ¡Me cago en la puta! — grité golpeando la dura pared — ¡Joder! — exclamé al sentir el dolor en mis nudillos.

— Isabella ¿Te encuentras bien? — me preguntaron del otro lado

• Código de Ética - (Finalizada)Where stories live. Discover now