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—No estarás hablando en serio...
Oberyn la miró desde el otro lado de la habitación. Su sobrina estaba sentada a la orilla de la cama. Había ido con su tío apenas salió el sol, cuando su hermana Arianne le aviso que el mismo la había mandado a llamar.
—Creo que tú padre debió decírtelo antes de venir.
—O tú, antes de llegar.
El príncipe sonrió. Era tan parecida a él, siempre iba un paso adelante.
—Si no quieres, no tienes por qué hacerlo. —dijo, sentándose a su lado— Volveremos a Dorne, y yo hablaré con mi hermano. Aunque dada la situación, no creo que quieras irte.
—¿Qué situación?
—De tu interés en el chico Stark. —insinuó— Ellaria me contó algo sobre eso.
Lena sintió sus mejillas arder. El simple hecho de que le mencionaran a Robb la hacía temblar.
—¿Estás diciendo que puedo escoger? ¿Tengo elección?
—Siempre la tienes, querida.
La chica sonrió abiertamente, y para su tío, que la conocía perfectamente, entendió su respuesta.
—Anda, ve. —le dijo con resignación
Y no fue necesario decirle dos veces. La pequeña dorniense abrió la puerta de golpe dejando a Ellaria y a Arianne totalmente confundidas en la puerta. Corrió tan rápido, buscando por todos lados al joven lobo. ¡Debía contarle las noticias! Era importante que fuera él al primero que le contara, después se lo diría a Arya.
Lo encontró en su práctica diaria junto con Jon, Bran y Theon.
—¡Robb! ¡Robb!
El joven estaba por disparar una flecha cuando escucho su nombre ser llamado por una melodiosa voz. Al perder su concentración, la flecha salió hacía la dirección equivocada. ¿Pero qué importaba? Luego iría a buscarla.
El vestido de Lena ondeaba en el aire, y al llegar, tuvo que inhalar varias veces para poder normalizar su agitada respiración.
—¿Qué pasa? ¿Estás bien? ¿Pasó algo? —por un momento se alarmó ante su insistencia.
