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De los dos, Oberyn era el que estaba más familiarizado con estos lugares. Gran parte de su vida la había pasado recorriendo cada rincón que podía explorar, a excepción de su sobrino, que rara vez salía de Dorne.
Quentyn estaba desesperado, no le gustaba este lugar y mientras más pronto llegaran con su hermana, mejor.
— ¿Qué te parece si bebemos un poco? —sugirió Oberyn.
— Ya perdimos demasiado tiempo, a estas alturas ya deberíamos estar en el campamento de los Stark.
— Todos están cansados. —le señaló a los hombres. Transportar a quince mil hombres no era fácil, lo que implicaba más tiempo— Llegaremos pronto, te lo prometo. Pero tus hombres deben descansar también.
— Lo último que supimos fue que estaban en Riverrun, entonces iremos allá.
— ¡Príncipe Quentyn! —le llamó uno de sus hombres, detrás de él venía un hombre de cabello largo.
— ¿Sir Allister? —ahora lo recordaba, era el hombre que acompañaba a su hermana— ¿Qué hace aquí?
— Mi reina me envió. Se dirigen a Los Gemelos para la boda de Roslyn Frey y Edmure Tully. —le explicó— No creen que sea seguro enviar cuervos por el momento. El mensaje podría caer en las manos equivocadas.
Nada de lo que escuchaban les daba buena espina, mucho menos el apellido de la joven novia.
— ¿Has dicho Frey?
Allister asintió, pero no comprendía porque los príncipes se notaban tan tensos. Ambos dornienses intercambiaron miradas y sólo eso bastó para saber lo que se querían decir.
— Infórmale a todos, partimos en este mismo momento. —ordenó Quentyn a uno de los soldados y unos minutos después el ejército de los Martell se puso en marcha.
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El soldado cabalgó directo al campamento donde todos los demás se agrupaban. Hizo detener al caballo frente a su comandante y bajo de este.
— ¿Algún informe? —le cuestionó su superior.
— Está en camino a Los Gemelos, podríamos llegar antes que ellos.
El comandante sintió que éste podría ser el final de su búsqueda. Por su dedicación y experiencia como guerrero le era imposible creer que llevara tanto tiempo buscando a la chica sin ningún éxito. Ésta podría ser su misión más importante y no pensaba fallar, tenía órdenes que cumplir.
