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Lena observaba tristemente por la pequeña rendija de la ventana como se preparaba todo para trasladarla a la capital, rumbo a su fatídico final.
— No tengas miedo, no dejaré que te hagan daño. —una lágrima rodó por su mejilla al mismo tiempo que acariciaba su vientre— Encontraré una forma de salir de aquí.
A estas alturas, estaba bastante sorprendida de que Ramsay siguiera manteniéndola con vida. Tal vez él, como muchos otros, le temía a Tywin Lannister. Cuando escuchó el chirrido de la puerta sintió su pecho encogerse, hasta que se encontró con una figura encorvada que hacía tiempo no veía.
— ¿M-maestre Luwin? —su voz tembló— Creí que... creí que estaba muerto.
— Al parecer aún me quedan unos años. Pero eso no importa ahora, debemos sacarla de aquí cuanto antes, princesa.
— Pero Ramsay...
— Él no lo notará si salimos rápido. Vamos.
Lena seguía a Luwin a paso veloz, pero asegurándose de que nadie los viera. Nunca había sentido tantos nervios cuando veía a un guardia pasar cerca de ellos, sus manos sudaban y su corazón latía con fuerza. Cuando giraron a otro corredor, para tomar un camino más rápido y libre de guardias, se encontraron con una figura cubierta con una capa que casi les hizo gritar.
— ¿Lena? —dijo aquella voz que llevaba días sin escuchar— ¿Qué...?
— No hay tiempo de explicar, tenemos que irnos. —dijo, tomó a Sansa de la mano y la jalo haciéndola caminar al mismo paso que ellos.
Entonces los tres corrieron de nuevo a paso apresurado. Lena iba al frente, vigilando los alrededores, pero sin soltar a Sansa de la mano. Debía sacarla de ahí a toda costa, aún si su vida dependía de ello.
Lo único con lo que no contaban, era que Myranda los esperaba a la vuelta, con su arco en mano y una flecha apuntándoles. Theon estaba a su lado.
— ¿A dónde creen que van? —masculló, su voz era tan tétrica como la del ahora Bolton— Usted no puede irse a ningún lado, mi señor me ha encomendado la tarea de su vigilancia. Así que regrese por donde vino. —ordenó la joven apuntándole como si de verdad fuera a soltar la flecha.
Lena trago en seco y se colocó frente a la joven Stark como un signo de protección.
— ¿Quién eres tú para darme órdenes? —dijo con voz dura. Myranda no conocía a la reina, pero podía asegurar que se había escuchado como ella— Yo soy Lena de la Casa Baratheon, y no te tengo miedo.
Pero Sansa si conocía a la Cersei Lannister, incluso había aprendido mucho de ella, y podía jurar que ambas tenían más en común de lo que algún día llegarían a admitir.
