Capítulo 10

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1O | BRAN

—¿La Casa Mormont? —preguntó al momento de pasar la página del gran y pesado libro.

Cuando el niño le pidió que lo ayudará a repasar sus lecciones, no pensó que se lo tomaría tan en serio, a tal grado de hacerle aprender todas y cada una de las Casas.

—Hmm...es vasalla de la Casa Stark, su blasón es un oso de sable levantado sobre las patas traseras, sobre un bosque de sinople. —Bran rascaba su cabeza como si de ese modo la explicación de la chica llegará a su cabeza— Su asentamiento es Isla del Oso...Su lema...

Por más que intentara las palabras no llegaban a él. Honestamente, prefería estar cabalgando o escalando antes que aprender todas esas Casas que la mayoría desconocía.

Soltó un suspiro de frustración y dejó caer su pequeña cabeza sobre la mesa de madera.

—No estás tan mal. —lo animó con unas palmadas en la espalda.

—No lo entiendo. —puso un brazo en la mesa, recargando su cabeza sobre este— ¿De qué sirve saber todo esto? ¿Por qué mejor no hablamos de guerras y esas cosas?.

—Porque, mi querido niño, algún día serás un lord muy importante. Y un lord debe saber estas cosas. —Bran hizo una mueca de desagrado, tal vez por su edad no tenía tanto interés en eso— Además, si quieres hablar de guerras, debes conocer las Casas que las iniciaron o pelearon en ellas.

—¡Cómo la rebelión del Rey Robert! —el niño se levantó sobre su asiento, extendiendo su brazo como si tuviera una espada.

—¿Te interesa la rebelión del Rey?

—Padre me ha contado un poco, pero me gustaría saber más. ¿Me contarás?

Lena estaba apunto de responderle, cuando una voz que había escuchado con anterioridad de hizo presente.

—Es una interesante historia, aunque supongo que para la princesa tal vez no lo sea.

El hombre de melena rubia apareció de la nada. Bran, con cuidado regreso a su asiento.

—Todas las historias tienen su encanto. —respondió sin mirarlo— Bran, puedes irte. Es suficiente por hoy.

El niño asintió, acarició la cabeza de Summer y ambos se alejaron corriendo. Lena se levantó de su asiento, tomando el gran libro entre sus manos.
¿Cuál era la insistencia del Matarreyes?

El rubio ladeó una sonrisa y se dispuso a seguirla.

—Entonces, ¿Ha pensado en lo que le dije la última vez?. —el desconcierto de la chica se hizo presente— Sobre ir a Desembarco del Rey.

—Ah, la verdad es que no estoy interesada en ir a la capital.

—¿Por qué no? Muchos en su lugar irían sin pensarlo.

—No lo sé, según sé la capital es un nido de ratas traicioneras. —su sinceridad había hecho que el Lannister frunciera el ceño— Además, mi tío dice que el olor no es muy agradable.

—El Príncipe Oberyn sabe lo que dice, ¿no es así?

—Normalmente si.

Sus miradas se cruzaron por un momento, pero ninguno hablaba. Lena mantenía ese aire altivo que le costaba mucho usar, pero que a veces era muy útil. A comparación del Lannister, que le salía por naturaleza.

Si lo que quería era intimidarla, no lo iba a conseguir tan fácil. Al león se le estaba olvidando de donde venía ella.

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—¿Y? ¿Averiguaste algo? —interrogó la rubia, tan pronto como su hermano cerró la puerta.

Jaime negó.
Cersei bufó totalmente frustrada.
Había algo en esa chica que no le gustaba, y no tanto por el hecho de ser una Martell, era otra cosa la que le causaba desconfianza y estaba dispuesta a averiguar qué era.

—Usa tus encantos, ¿no lo haces todo el tiempo?.

—¿Cómo esperas que lo haga? La chica apenas y me dirige la palabra.

—Debe haber una forma.

Ni siquiera Jaime entendía porque su hermana tenía tanto interés en esa chiquilla.
Sólo era una Martell, no había gran cosa en eso.
Cersei estaba consciente de que si ni siquiera Jaime había logrado algo, ella tendría que enfrentarla en algún momento de nuevo.

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A la mañana siguiente tanto el rey como los Stark, se preparaban para salir a cazar. Robert Baratheon fue quien lo sugirió, con el fin de pasar un rato con su amigo y recordar los viejos tiempos. Ned había aceptado enseguida.

—Trata de regresar en una pieza, ¿De acuerdo? —bromeó, acercándose al caballo de Robb Stark, quién también iría.

—Sólo vamos a cazar, amor mío, no a una guerra. —rió, y giró al hombre con el que charlaba amenamente hace unos momentos.— Tío Benjen, ayer no tuve la oportunidad de presentarlos. Ella es Lena Martell, mi prometida.

—¿Prometida? ¡Vaya, te lo tenías bien guardado, Robb! —soltó una carcajada, y golpeó su hombro con diversión— Es un placer, princesa.

—El placer es mío, mi lord.

—¿Mi lord? ¡Ella me agrada!

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Una vez que los hombres partieron, decidí dedicar su tiempo a practicar con su lanza. Había pasado un tiempo desde la última vez que lo había hecho, pues Catelyn Stark la mantenía ocupada. Ned, por el contrario, le había dado permiso de practicar el tiempo que quisiera. Y lo agradecía.

Su lanza era dorada y realmente ligera, le permitía moverse con mucha facilidad. Se la había regalado su padre en su día del nombre número diez.
El emblema de su Casa resplandecía en un tono plateado.

Nada le recordaba más su hogar que esa lanza.

Estaba preparada para empezar, decidida a que nada ni nadie interrumpiría su entrenamiento.
Sólo un rato, era lo único que pedía.

—¡Lena! ¡Lena! —gritaba histérica la niña, corriendo lo más rápido que sus pies se lo permitían— ¡Rápido! ¡Es Bran!

Hasta que eso pasó.

1 | HIELO & FUEGO ♕ GOTWhere stories live. Discover now