Capítulo 34:

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POV CHRISTIAN

Sus manos acarician mi cuerpo sin piedad, intentando borrar la barrera de mi ropa para que nuestras pieles al fin se junten. Yo intento desesperadamente comprender su urgencia pero el placer es más fuerte en esta batalla de lujuria que se está librando entre ella y yo. La ayudo solo un poco sintiendo ahora la misma urgencia por fundirme en su piel, me está volviendo loco, me está llevando al límite solo con sus manos y besos que va regando por cada espacio de mi piel que se va descubriendo. Su ropa yace a unos metros de mi escritorio pero muy poco me preocupa que alguien pueda verla desnuda pegada a mi ventanal en la oficina. La puerta cerrada con seguro y el hecho de que estemos a más de veinte pisos por encima de los transeúntes me da la tranquilidad de ver a mi mujer en todo su esplendor, eso, y el hecho de que los vidrios son tintados. Aquí podemos ver el mundo a nuestros pies, pero nadie puede vernos a nosotros. Con torpeza desabrocha mi cinturón y el botón de mi pantalón que me ha quedado chico en este momento. Libera mi polla en el momento en que la tomo de la cintura y enreda sus piernas a mi alrededor, sé que está más que lista para mi, así que sin rodeos la penetro con fuerza ganandome un precioso gemido de su parte. La beso con rudeza, tomando todo lo que tiene para darme y más, dándole todo lo que tengo, volviéndonos uno solo en esta locura llamada amor.

-Christian...-

Susurra pegada a mi boca, mi nombre en sus labios sale con adoración, igual que yo la estoy adorando en este momento. Mis embestidas son frenéticas, chocando contra ella una y otra vez haciendo vibrar no sólo a nuestros cuerpos, sino que al vidrio del ventanal también.
Su pasión desmedida me lleva a la cima, la presión que ejerce su interior a mi polla me dice que está tan cerca como yo.

-Dámelo Anastasia, entregame lo que es mio.-

Gruño y muerdo el lóbulo de su oreja haciéndola estallar a mi alrededor entre gemidos y mi nombre distorsionado. Empujo cuatro veces más y me vacío en su interior, susurrandole un te amo lleno de agradecimiento por esta distracción tan inesperada pero por demás satisfactoria.

Nos deslizamos hasta el suelo aun unidos, su cabeza descansa en mi pecho que lucha por encontrar aire para llenar mis pulmones.

-No volvamos a pelear amor...-

Susurra sin mirarme, la angustia gravada en su tono de voz. Ahora me cierra todo... ahora entiendo este... esta urgencia suya. Y es que anoche me gritó como nunca defendiendo a su "amiga". Estaba totalmente fuera de sí exigiendome que le dijera lo que sabía y yo nada que le decía.

-Está bien Christian Grey, no me digas nada. Pero olvídate que deje de lado a la única amiga que tengo, que esté casada contigo no significa que elegirás a mis amistades y mucho menos decirme lo que debo hacer con ellas.-

Me gritaba mientras yo trataba con todas mis fuerzas de contenerme. Quería gritarle lo zorra que era su amiga, que supiera de una vez con quien estábamos tratando, pero me contuve y solo me paré ahí a escuchar su discurso.

-¡¿Acaso no vas a decirme nada?!.-

-No.-

-Pues no volveré a hablarte hasta que no me digas tus argumentos. Es más, no volveré a dormir contigo hasta que no me aclares esta situación.-

Seguía diciendo. Y cumplió con su palabra, amaneció en el cuarto de invitados y no me habló hasta ahora. Aunque mucho no haya dicho, más bien fue su cuerpo el que habló por ella diciéndome la necesidad y el amor que siente por mi. No voy a mentir, estaba cabreado, más allá de furioso por tener una pelea con mi mujer por esa bruja. Quería desenmascararla, quería estrangular su cuello, pero en vez de eso, me calme y dormi solo. Bueno, me pasé buena parte de la noche imaginando su muerte, hasta que caí en un sueño profundo. La levanto del suelo y la ayudo a cambiarse, arreglo mi ropa y nos sentamos en el sillón que tengo aquí.

-Ana, no quiero volver a pelear contigo por ella. No quiero que se la nombre más de lo necesario. Algún día entenderás y estoy seguro que pensarás como yo. Hasta entonces y por favor, no comentes nada.-

-Está bien amor, confío en ti. Me duele y me inquieta esta situación pero confío en ti.-

-Gracias.-

La beso con mi alma, recostandola en el sillón para otra ronda de sexo salvaje, pero mi maldito teléfono suena rompiendo con nuestro momento.

-Lo siento, debo contestar.-

Asiente, sus ojos encendidos y desilusionados me obligan a robarle una último beso antes de contestar.

-Señor, disculpe que lo interrumpa, pero la gente de Pampers lo está esperando en la sala de reuniones y llevan ahí media hora.-

-Está bien, llevales café. Ya voy para allá.-

Cuándo me doy vuelta, Ana está de pie con su bolso en mano lista para irse.

-Lo siento Ana, debo atenderlos. Puedes esperarme si quieres y luego podemos ir a almorzar. Puedo cancelar las reuniones que tengo por la tarde y podemos irnos a casa con los niños.-

-No, quédate. Yo me iré a casa ahora porque he dejado a Gail con los cuatro. Debe estar volviéndose loca. Te amo Christian, nunca dejaré de hacerlo.-

-Y yo a ti Ana, con mi vida. Pero espérame, terminaré lo antes posible.-

Se niega una vez más y se va de mi oficina sin mirar atrás. Estoy tentado a mandar todo a la mierda e irme a casa con mi mujer y mis angelitos. Pero el deber me llama. Nunca nos hemos fucionado con una empresa de pañales, pero a como está mi vida ahora, es bueno que lo haga.






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Como ven mis amores... no pienso abandonarlas. Voy a terminar esta historia como sea... no voy a dejar de agradecerles nunca por su paciencia y comprensión. De verdad las amo!

Voten y comenten...

Besitos 😙 😙 😙

Andy...








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