Capítulo 4: Festín

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***Lyra***

Sonnet está junto a mí. Sigo llorando, muero de hambre. Tengo miedo... el hecho de que Harland comandara que me desajustara los hijos me aterroriza por completo. Aparte del hilo, mis labios siguen adheridos con el pegamento tan potente que Duke me ha puesto.

El químico y la sangre coagulada desde hace un tiempo hacen una capa de sedimento durísimo. Sonnet trata de consolarme, mientras los demás siguen comiendo sin detenerse; todos sabemos que esta sería posiblemente la última oportunidad de alimentarnos.

—Lyra... ¿puedes intentar abrir los labios? —pregunta él con lágrimas en su cara. Está muy nervioso, sabe que no me puede tocar o habrá consecuencias fatales.

Lo que me duele más de todo es verlo... saber que se ha metido aquí solo por estar conmigo, por intentar "rescatarme". Me da pesar observar sus cambios físicos y hasta psicológicos. El brillo de sus ojos se nota diferente... No sé cómo explicarlo, aún con todo esto, puedo ver un deseo que antes no existía en su ser.

Niego con la cabeza y veo a Tricia. Ella está del otro lado de la mesa, observándonos. Al parecer no quiere interrumpir mientras Sonnet me asiste. Simplemente nos ve, callada y pensativa. Aún no ha obtenido nada para comer. ¿Quién es esta chica tan enigmática? ¿Habrá tratado bien a Sonnet? No cualquiera tendría la capacidad económica o los contactos tan corruptos para entrar en el desfile.

El chico, Ledalí, pasa a nuestro lado. Él no tiene camisa. Puedo ver las horribles alas en su espalda. Tiene una constante expresión de dolor muy intensa. Siempre tiene sus ojos entrecerrados, al parecer, la luz le molesta.

Toma unas uvas y las come una por una. Theo, el señor elegante, esconde un trozo pequeño de pan en su bolsillo; soy la única que lo ha visto. Luego toma una pierna de pollo y la mastica.

—Lyra, vamos... sé que es difícil, pero tenemos que hacerlo. Intentaré ayudarte, pero tienes que poner de tu parte. Te dolerá mucho, pero podrás hablar luego de esto. —Él le da la espalda al resto de participantes, acercando sus manos a mi boca.

Me alejo de golpe, tropiezo con una silla y caigo. Él no me puede ayudar para levantarme. Los guardaespaldas nos apuntan con sus armas.

—Apúrate con eso, que casi seguimos con el tour —anuncia Harland desinteresado.

Me levanto y hago fuerzas para separar mis labios. Siento como se va quebrando la piel y se rasga dolorosamente. La sangre se abre paso de entre la carne abierta. Sigo llorando y Sonnet me ve asustado. Está paralizado al ver la sangre caer, gota por gota.

Logro separar los labios luego de mucho dolor. Duke me ve directo. Entrecierra sus ojos y niega con la cabeza, viéndonos con odio. Se voltea, comentando algo a Dorothy.

—¿Qué comerás? —consulta.

La señora lo ve con ojos de superioridad. Se voltea sin decirle una palabra, camina y toma unas patatas con romero y sal y se sienta a comerlas.

—S... Sonnet... —pronuncio entre llanto. El hilo y mis enormes heridas en los labios no me deja hablar bien.

—Muy bien, Lyra. Lograste romper el pegamento. ¿Puedes intentar aflojar el hilo? —pregunta Sonnet atento.

Me llevo las manos a la boca, intentando soltar un poco el hilo que tiene un centímetro extra. Lo muevo a través de los diminutos orificios que me ha hecho la aguja al pasar entre la carne, y al hacer esto, las pequeñas cicatrices se reactivan, dejando que más sangre salga de las heridas.

Tengo que sentir el dolor todas las veces que el hilo se mueve por cada orificio, mientras los ajusto en la boca. Veo a Stephine y pienso en todo lo que ha sufrido al tener todo el cuerpo tatuado de rojo y los cachos en su cabeza. Ella toma unas patatas al igual que Dorothy y se sienta a comer junto al resto de personas que terminaron de elegir.

—Estoy lista... —digo. Sonnet sonríe ilusionado, toma un gran respiro de alivio.

—Se siente tan bien volver a escuchar tu voz. —Él hace una señal para que le siga, caminando hacia el festín.

Toma un poco de carne y la empieza a comer. Sin embargo, esa es de la que nadie ha comido, pues está muy roja. Observo sus enormes colmillos ser incrustados en cada mordida y el rojo jugo gotear en su barbilla. Quito la mirada al ver sus gestos; no es algo que haya visto antes, y menos en Sonnet.

Veo una sopa de tomate que está en la mesa. Sostengo el plato y lo levanto, tomando directo de él, esperando que el líquido quepa entre los orificios sin derramarse encima de mí. Sabe deliciosa... es la primera comida que he tenido en mucho tiempo, o, la primera verdadera, al menos. Siento las fuerzas regresar a mi cuerpo, no me importa que el contenido se mezcle con la sangre, ni que duela.

***Sonnet***

Cada mordida que daba me causaba más hambre. Podría tomar más y más trozos, para absorber su sangre y dejar el resto. Sabía deliciosa a medio cocinar, condimentada con sal, pimienta y otras especias. ¿Por qué a Tricia no se le había ocurrido semejante manjar?

Terminé el primer trozo. Vi a Lyra, quien tomaba una sopa. Estaba esperándola... y esperándola... y tenía más y más hambre de sangre. Tenía más ganas de aquel delicioso líquido en esta nueva forma de tomarlo.

Me acerqué de nuevo a la mesa. Los guardaespaldas estaban atentos y no me importó. Estaba por tomar otro pedazo, cuando Tricia me lanzó un trozo de pan en la mano.

—Compórtate —habló en tono bajo, pero directo.

Los guardaespaldas no hicieron gesto alguno al respecto. Solamente observaban. Reaccioné. Estaba a punto de dejar todo el esfuerzo invertido por un poco más de comida. Un movimiento totalmente innecesario y estúpido.

Casi nadie hablaba. Todos teníamos miedo a ser asesinados por los guardaespaldas. Harland comía de todo un poco. De vez en cuando reía maliciosamente, y otras daba uno que otro aplauso de la nada, para causar tensión en forma de burla. También intentaba entablar conversaciones.

—El enigmático chico del casco negro... —mencionó viendo a Brandon, quien se encontraba sentado en una esquina, sin comer nada.

Él lo volteó a ver directo a los ojos... esos ojos penetrantes e intimidantes.

—¿Qué quieres? —Se levantó.

—Veo que no tienes el casco. Entonces... ¿quién eres ahora? Eso te daba toda la personalidad, a decir verdad, ¿sabes? —Harland no aguantaba la risa. Todos los observábamos con detenimiento.

Era extraño ver a Brandon conviviendo en el mismo salón que el resto. Apostaba a que no solo había intentado asesinarme a mí. Alice lo habría estado utilizando para asesinar a otros, de eso no habría duda... pero ¿por qué él aceptaba? ¿Qué había de ganancia?

—... —Él guardó silencio. Era una de las personas más calladas... e interesantes que había en toda la habitación.

Todo parecía avanzar lentamente, con dolor. Parecía ser un camino sin fin. Uno lento, lleno de infinita oscuridad...

El Juego Macabro (#2 En actualización) - GRATISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora