Capítulo 5: Reconocimiento

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—Muy bien, terminen de comer. Ya nos vamos —avisó Harland golpeando la mesa repetidas veces.

Tragué el trozo de carne. Estuvo delicioso y mi estómago estaba lleno. Todos seguimos a Harland, quien caminaba de primero.

Detrás de nosotros se encontraba un guardaespaldas con armas, revisando que nadie quedara atrás. Junto a mí estaba Vincent. Me daba miedo, tenía los ojos rojos, parecía realmente deshidratado.

Al parecer no lograba enfocar la vista, y tenía varios tics extraños. Movía la cabeza rápidamente por segundos. No había escuchado hasta el momento alguna palabra proveniente de él; solo algunos gemidos... o... ¿gruñidos?

De mi otro lado caminaba Amalea, la chica elfa. Ella estaba en sus cinco sentidos, aún molesta, pero asustada. El nerviosismo de todos se podía sentir, nadie sabía qué iría a suceder.

—Bien. Pasen, pasen. Esta es la cocina. —Harland estaba en una esquina, dando espacio para que el resto de las personas llegaran.

Estábamos parados en un círculo, rodeando los instrumentos de cocinar. Todo era de alta calidad, inoxidable, y las mesas eran del mármol de más fino material.

—Aquí podrán cocinar. Todo lo que se encuentra en el refrigerador es de ustedes. Por aquí. —Abrió una puerta enorme de roble. El refrigerador era enorme. Tenía cientos de verduras, carne y más. Era blanco por dentro y parecía que caía nieve en su interior.

—¿Podemos cocinar cuando queramos, entonces? —consultó Joel rascándose la barriga. Su blanca panza se asomaba por debajo de la tallada camisa, dejando sus vellos largos enrollarse.

—Sí. Cuando quieran —afirmó Harland.

—¿Qué piensas de todo esto? —escuché una voz a mi lado. Volteé.

—No lo sé... no lo sé —respondí a Tricia. Dialogábamos en voz baja.

—Vamos, sigamos con el recorrido. —Todos siguieron moviéndose.

Llegamos a una bodega. Al parecer ahí se guardaban los condimentos, enlatados, entre otros comestibles que no necesitaban refrigeración. Era grande también, pero muy oscura. No había luz.

—He estado revisando todo. Las ventanas son muy altas, no puedo alcanzar a identificar nada. —Tricia señaló a la sala. Era cierto, las ventanas eran unas rendijas que se encontraban altísimo.

—Necesitamos encontrar la manera de... —Fui interrumpido.

—¿Qué dices? —interrogó Harland con un aplauso, pausando la explicación respecto a la bodega.

—Nada —contesté rápido, tragando.

—Bien. Ahora les enseñaré el jardín interno. —Iba caminando con la frente en alto y nosotros le seguíamos.

Había ventanales de cristal enormes que daban al jardín interno. Era hermosísimo. Tenía cientos de plantas de todos los colores, frutas y verduras. Había sillas de piedra con detalles y joyas preciosas, además de mesas de oro y plata. Se podía escuchar los pajarillos cantar.

Vi a Ledalí. Él abrió su boca al presenciar tanta belleza. Lágrimas caían por su cara, hasta que vio las paredes de piedra que estaban al final del jardín. Sus expresiones se nulificaron de nuevo y miró hacia abajo de nuevo.

—Ah... nada como estar aquí una tarde de verano. ¿Cierto? —consultó Harland sentándose en una silla.

—¿Cuántos años llevan estas enredaderas creciendo? —consultó Dorothy interesada—. Jamás había visto unas tan grandes.

—Qué se yo. Muchos años, supongo. —Harland se rascó la cabeza y sonrió—. En fin, luego podrán ver el jardín interno con más detalle.

Caminamos más, hasta llegar cerca de la sala de nuevo; sin embargo, nos desviamos un poco hasta encontrar una enorme pared de escalada. Debajo de nosotros pasaba un riachuelo con agua cristalina. Estaba cubierto con vidrio resistente, para que pudiéramos caminar sobre él.

—Aquí es la pared de escalada. Podrán divertirse y competir entre ustedes, para ver quién es el más hábil y llega primero. Además, pueden ir al segundo piso de esta manera, en lugar de usar las aburridas escaleras —explicó Harland.

La pared de escalar era diferente. No era tan difícil, se podía subir incluso sin usar las manos, ya que estaba formada por pequeñas plataformas en lugar de piedrillas. Todo era hermoso.

***Lyra***

•—Empezar Música—•

Estoy cerca de Zorika. Ella sonríe al ver hacia arriba. Su mirada perdida me intimida mucho. Estoy segura de que está dispuesta a asesinar a quien sea para ganar el concurso. Me volteo, y lo que veo... jamás lo hubiera esperado. Estaba consciente de que ella estaría aquí; había escuchado su nombre en el desfile, sin embargo, nos encontramos cara a cara hasta el momento.

—Lyra... —Ella me vio—. Imposible.

Me duele mucho la cabeza al ver su cara. Sus pestañas adornadas de azul, y su cabello ya teñido, sin peluca. ¿Su... cabello sin la peluca? ¿Qué peluca? ¿Quién es ella? Imposible...

—Daisy —pronuncio su nombre. Me duele el corazón al hacerlo.

—¿Cómo terminaste aquí? Sabes, del otro lado... —Se acerca a mí.

¿Otro... lado? ¿Qué dice? Me alejo de ella. Mi corazón late con agresividad. No entiendo a qué se refiere Daisy. No quiero escucharla, me resulta irritante, insoportable.

Tricia se acerca a mí; estoy hiperventilándome.

—Relájate. No estamos para perder el control aquí —comanda directa. Me ve directo a los ojos, de manera agresiva.

Caigo de rodillas, viendo hacia abajo. El riachuelo refleja mi retorcida cara en él. Estoy destruida... con la boca cosida, la pintura, la lágrima, el botón, las manchas, los moretones y ojeras...

—Cierra los ojos —habla Tricia—. Respira profundo.

—No soy ella... —digo en voz baja, llorando. Respiro—. No soy ella...

***Duke***

—¿Qué le pasa? —pregunto, acercándome.

Sonnet se mete en el camino.

—Te acercas. Te mato —dice viéndome a los ojos, enseñando sus colmillos.

Se me eriza el cabello del cuerpo. Sonrío; es la escena perfecta... el momento que tanto he esperado para asesinarlo. Me volteo.

—Me tocas. Te matan —declaro, viendo a los guardaespaldas—. No seas estúpido... guárdalo para el show.

—Tranquilos, ya —comanda Harland— Lyra, levántate ahora.

Ella recupera su postura. Me asquea el hecho de que Tricia ande jugando a ser su aliada. Amos sabemos que a un Desvarío jamás le importaría alguien que no sea de su clase. No tiene sentido apoyar a mi modelo, por más aprecio que el suyo le tenga. ¿Acaso está planeando ganar su confianza y clavarle un cuchillo por detrás? Es muy posible.

—Lo que me recuerda. Tengo algo para Samuel —avisa Harland, caminando hacia un enorme cofre de oro.

—¿Qué es? —cuestiona el chico, volteando hacia la voz del anunciante.

—Ven, para dártelo —prosigue Harland.

Samuel camina con mucha seguridad hacia él. Parece incluso como si no tuviera ceguera.

—Toma. —Harland le da un bastón para personas no videntes.

—Gracias, lo necesitaba. —Samuel lo toma; ahora camina con más confianza.

Es rojo con adornos plateados. Se ve muy pesado y fino... me da gracia que un ciego esté aquí. En caso de una pelea podrá ser eliminado en cuestión de segundos. Daisy ha sido muy estúpida como para haberle hecho eso a su modelo; pero bueno, hay casos casi que iguales o peores presentes en el lugar.

¿Qué le sucedía a Lyra?

El Juego Macabro (#2 En actualización) - GRATISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora