Capítulo 37: La voz dulce...

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***Duke***

Mientras camino hacia el exterior alcanzo a ver a Daisy salir de la bodega, pero no tengo tiempo para intentar matarla todavía, ya que igualmente es una presa fácil. Salgo de la mansión. El contacto con el sol hace que me maree de repente. Estoy sudando mucho, me siento desesperado.

El canto de los estúpidos pájaros hace que me sienta irritado. Ellos están cantando y viviendo sus vidas como si nada pasara. Camino entre el jardín lleno de flores ordenadas, las pisoteo en mi camino. Veo hacia el laberinto hacia la derecha. No quiero ir a meterme ahí junto a Brandon y la diabla.

—Ve hacia el otro jardín a investigar. —Lyra está pidiéndome estupideces.

—Ahí lo que hay es una casa del árbol... —respondo con apatía—. Pero, bueno... ya qué.

Camino lentamente hacia el lugar, paso por el pasadizo de plantas y logro llegar en cuestión de varios minutos. En medio del jardín se encuentra la enorme casa del árbol, en la cima del grueso ser viviente que la sostiene. Hay escaleras de madera muy finas, por las que voy subiendo hasta llegar a la entrada.

No hay puerta. Me meto sin pensarlo dos veces, aunque Lyra me dice que tenga cuidado, aparte de decirme que al parecer no hay cámaras en el lugar, así que tengo que describirle lo que voy viendo. Tiene muebles y adornos como si fuera una casa normal. Hay un baño, una cocina, y al fondo hay solamente un dormitorio con una puerta color rosa.

—Ábrela, pero ten cuidado. —Ella está nerviosa.

—Que sí, necia. —Camino lentamente, veo hacia los alrededores y no hay nada ni nadie. La abro lentamente.

•—Empezar Música (Low - Lullaby)—•

Apenas veo lo que hay en la habitación mis sentidos se agudizan en su totalidad, intentando comprender con exactitud qué es lo que está pasando. Me restriego los ojos con muchas fuerzas, mientras empiezo a temblar.

Hay una cama de color rosa, una ventana de color verde, un espejo grande de color azul... y justo en la esquina... en la vieja... esquina... está una casa de muñecas. Al mismo tiempo que esto sucede escucho su dulce voz cantando, tocando una guitarra. Ella está cantando la canción que suena en mis venas todas las noches... desde que la conocí.

—¿Qué... es esto? —pregunto en voz alta—. ¿Por qué?

—¿Qué suena? —Lyra está inquieta—. ¿Duke? ¡Duke! ¡No te puedo escuchar bien! D...

Un sonido de interferencia suena por el audífono, seguido por un silencio total. Lyra ya no es capaz de comunicarse conmigo. No puedo creer lo que veo... no quiero creerlo. ¿Qué tanto conocían de mí?

—¡Ah! —grito golpeándome la cabeza, jalándome el cabello con todas mis fuerzas. Caigo al suelo, mientras escucho a Laila cantar. Es tan real... es como si la tuviera junto a mí como en el pasado.

Empiezo a gatear lentamente mientras voy perdiendo fuerzas, mientras las memorias que he intentado bloquear por tanto tiempo salen a flote. ¡No! ¡No es posible! ¡No! Cuando él... llegó al cuarto de mi hermana...

Me logro arrastrar hasta la casita de las muñecas, es una réplica exacta a la original. La abro, pero he crecido... esta vez la casa no me podrá cubrir ni proteger del atroz mundo real en el que vivo y existo. Estoy en posición fetal, escuchando a Laila con el corazón hecho un nudo.

Por primera vez en años siento la cara húmeda. Me la toco con la mano, y la observo mientras esta tiembla. Está mojada... una lágrima... una frágil lágrima me delata. Me delata ante mi propio ser, ante mi propia humanidad vulnerable y denigrante. Me quedo boquiabierto al ver esto, me arrastro hacia atrás hasta chocar con la pared.

Es la primera vez que recuerdo con detalle lo que pasó. Mi familia... mi familia está muerta. ¡Él la mató! Mi hermana, mi padre y mi madre. ¡Todos muertos! ¡Todos fueron asesinados en la misma habitación! Y yo... el asqueroso culpable, el responsable: lo miré, lo miré todo. Callado.

Un escuincle apestoso que no hizo nada para salvarlos... Me levanto. Levanto la casa de muñecas con mis brazos y la lanzo contra el espejo, reventándolo en trozos enormes. Uno de los cristales se me incrusta en el brazo, es del tamaño de un celular aproximadamente. Está clavado en mi brazo, y veo la sangre fluir lentamente, goteando hasta el suelo.

—Dejar la sangre fluir es mejor que las lágrimas. —Me convenzo, tomo el trozo de espejo con mi mano, abriendo una nueva herida. Observo mis venas, la tensión y el calor, aparte de la abstinencia hacen que estén marcadas. Puedo sentir la sangre fluyendo, sé que puedo terminarlo todo en un segundo...

Pero no. Recuerdo la otra cara de la triste moneda. Lanzo el trozo de espejo hacia el suelo, y miro hacia abajo. Veo mi reflejo incompleto a partes, mi humanidad incompleta a rasgos... mi personalidad llena de orificios frágiles, llenos de inseguridades y sentimientos vacíos.

Recuerdo a Laila, mientras sigue sonando su voz. Ella, quien me salvó de lo más profundo... ella, quien me enseñó el arte de la guitarra... ella, quien intentó sacarme del mundo de las drogas. Ella, Charlie y yo pasamos los mejores momentos que alguna vez he experimentado en esta asquerosa vida.

Recuerdo la promesa que le hice a Charlie. Recuerdo la Laila, y sus hermosos sentimientos, llenos de bondad y verdad... recuerdo lo bueno del universo evolutivo a cada segundo que pasa, mientras siento que viajo entre el pasado y el presente; entre el antes y el después del primer acontecimiento, y el segundo y el tercero.

Acepto mi derrota. Estoy acabado. ¿Cómo estas personas tienen tanto acceso a mi vida? ¡Es mi vida! ¡Nadie sabía de esto! Me lanzo en la cama a seguir escuchando a Laila. Abrazo las almohadas en medio de la oscuridad en la que tengo la mente, mientras más visiones del pasado me agitan como una colmena llena de abejas. ¿Lo bueno? ¿Lo malo? ¡Tonterías! Aquí cada quién lucha por lo que quiere. No hay nada de eso... ¡nunca lo hubo! O... ¿sí?

Mi vida se ha repartido en tres etapas únicas, involuntarias y desagradablemente incompletas: Mi vida en casa, con mis padres y hermana. Mi vida en el Orfanato Seletcof... y mi vida con los Oníricos. ¿Será esta la última etapa que atravesaría? ¡Tengo que ganar el juego! Tengo que tener un futuro con dinero para resolver todos mis problemas a como de lugar.

Jerry... Julie... estoy seguro de que estarán orgullosos cuando lo haga. Sé que les he causado problemas tan grandes... pero sé que cuando salga de esto lo repondré. Eso he hecho siempre con mi vida. Tomar trozos de mierda, y transformarlos en cristales.

Estoy perdiendo sangre por la herida de mi brazo, pero no me importa. Rompo un pedazo de cobija y me cubro la herida. Estoy sentado en la cama, viendo hacia el espejo roto, mientras me pregunto... ¿todo esto vale la pena? ¡Claro que la vale! ¡Claro que tengo que seguir! Para eso vine, para eso sacrifiqué tanto. No me iré sin ganar esto... aunque muera en el intento.

Camino lentamente hacia la salida, mientras la música se apaga. Antes de salir del dormitorio volteo para ver hacia atrás. Prefiero seguir sin tener sentimientos. No me dejo llevar por el pasado esta vez, aunque la nostalgia tenga un magnetismo impresionantemente fuerte, no me puedo dar esos lujos en estos momentos, ni nunca.

—Gracias... Laila, Charlie... —Salgo de la habitación.

—¡Duke! —grita Lyra—. ¿Qué pasó?

—Nada que te importe. Sigamos con este juego, hay que ganar —respondo.

Cada quién tenía un secreto. Un secreto tan privado que solo esa persona lo sabría. ¿Alguna vez se liberaría hacia las otras personas?

El Juego Macabro (#2 En actualización) - GRATISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora