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[ LA FLECHA Y LA LLAMA ]

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C L I N T

Miré a Enero.

Era extraño verla dormida. Estaba demasiado tranquila, demasiado quieta.

Me gustaba verla así, relajada, pero lo cierto es que echaba en falta sus respuestas secas y su mirada enfadada. La vida que bullía dentro de ella.

Estiré el brazo y la golpeé en el hombro sin cuidado.

- Despierta, bella durmiente.

Enero se estiró en el asiento del helicarrier y nada más abrir los ojos me lanzó una mirada envenenada.

- Gracias por tanta amabilidad -dijo con sorna- ¿ No sabes despertar a alguien normal ?

- La gente no se suele dormir en mi presencia - dije encogiéndome de hombros - suelo resultarles demasiado interesante.

Enero me miró en silencio un par de segundos y soltó una carcajada.

- Oh, no, Tony está creando una nueva diva.

Reí ante eso e hice aterrizar el helicarrier.

Después de tanto tiempo volando, no escuchar las hélices cortando el aire resultaba demasiado silencioso.

Desabroché el cinturón y me puse en pie después de tomar las medidas adecuadas para abandonar la avioneta.

- ¿ Estás lista ?

- ¿ Lo estás tú ?

- Lo estoy.

- Entonces yo más.

Esa pequeña conversación se había convertido en una especie de ritual para nosotros.

Enero y yo llevábamos saliendo los dos solos en las mismas misiones durante poco más de tres meses.

Steve se dió cuenta de que nos complementábamos bien en el campo de batalla, y así se lo comunicó a Fury. El director no tardó tiempo en sacar provecho de ello.

Ahora éramos un dúo de soldados letales, como solían llamarnos, "La flecha y la llama".

Enero me sonrió y abrió las compuertas, lanzándose al exterior.

Comenzamos a luchar.
Enero y yo nos movíamos sincronizadamente, cubriéndonos las espaldas.

Centrarse solo en lo que tenía frente a mi era mucho más sencillo de abarcar, mientras que Enero se deshacía de los enemigos que se aproximaban del otro lado.

Entre medias, tras una situación de extremo peligro, nos dirigíamos sonrisas de ánimo o alivio.

Parecía que, conforme nuestra colaboración como soldados crecía, nuestra relación como personas también.

- Al suelo - avisé, tensando el arco.

Enero obedeció enseguida y se agachó, mientras yo soltaba la flecha que atravesó al enemigo que se le había escapado.

- Gracias, idiota.

Asentí en respuesta.

Enero miró fijamente el reguero de cuerpos que habíamos dejado detrás.

Sabía que la chica se sentía culpable por haber acabado con ellos. Ella misma me lo había dicho varias veces, aunque los dos sabíamos que aquello era necesario, y que esa gente no eran precisamente unos santos.

- Vamos - indiqué, haciendo que apartara la mirada de ellos- todavía tenemos que robar el prototipo.

Enero asintió y corrimos sigilosamente de roca en roca.

- Tu turno - anuncié, deteniéndome.

Ella me miró fijamente y asintió.

Enero se sentó a mi lado, mientras vigilaba, y comenzó a imaginar.

Observé cómo el portal se formaba ante nosotros con satisfacción.

-Ha funcionado - sonrió Enero, poniéndose en pie - Nos vemos en un rato.

La mutante cruzó el portal y desapareció sin dejarme decir nada más.

Por favor, que todo vaya bien, pensé.

Después de todas las cosas que Enero me había ido contando y después de haber luchado tanto juntos, era inevitable no preocuparme por ella.

También me sentí orgulloso.
Enero y yo habíamos estado trabajando en sus habilidades, especialmente en los portales.

Habíamos descubierto que no era necesario haber estado en el lugar al que se quería ir antes, sino que con verlo en una fotografía bastaba.

Al principio le había costado mucho, pero poco a poco, los pequeños progresos dieron resultados.

Lo que acababa de hacer era una prueba de ello, crear un portal hacia un lugar desconocido.

Divisé unas manchas negras en la distancia y me preparé para atacar.

Revisé mi carjac y saqué las flechas especiales. Estaba solo y eran muchos, las necesitaría.

Afiancé mi agarre sobre el arco, tensé la cuerda, y esperé.

- ¿ Dónde se ha metido ?

Asomé el cuerpo y disparé.
Aquí estaba yo.

La pelea comenzó de nuevo.

Lancé una flecha azul, que se clavó en uno de los soldados.
Tres, dos, uno... Me escondí en la roca y la explosión sucedió.

Volví a asomarme con cautela, al tiempo de ver a Enero aparecer en un portal frente a mi.

- ¡ Lo tengo ! - exclamó con una gran sonrisa, alzando el prototipo entre sus manos.

- Genial, larguémonos.

THE CHOICE 》 CLINT BARTONWhere stories live. Discover now