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[ABRAZOS QUE CURAN]
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C L I N T

Un molesto pitido sonaba en mi cabeza.

Gruñí molesto, tratando de dar media vuelta sobre la cama, inisualmente blanda.

Una mano se posó sobre mi hombro y me lo impidió.

- No te muevas.

¿ Nat ?

Abrí los ojos y miré a mi alrededor, confundido.

- Bienvenido de vuelta, Clinton.

Natasha sonreía radiante y, para mi sorpresa, se inclinó para darme un rápido abrazo.

- ¿ De vuelta ?

Nat hizo una seña para que mirara alrededor.

Entonces me di cuenta de que estaba en una de las salas de investigación del doctor Banner, acomodada a modo de hospital.

Me recorrí a mi mismo con la mirada, deteniéndome en la venda que me rodeaba el estómago y los cortes en piernas y brazos. Me picaba la cara, así que supuse que debía tener arañones ahí también.

- Has estado unas semanas luchando, pero por suerte, ya estás fuera de peligro - ahora ya entendía la felicidad de Natasha- Nos has dado un gran susto a todos, sobre todo a ella.

Seguí la trayectoria de los ojos de Nat y descubrí a Enero al lado izquierdo de la cama, durmiendo en una silla que tenía pinta de todo menos cómoda.

Algo en mi interior se alivió al verla allí, a salvo y conmigo.

- No se ha movido de ahí en todo este tiempo - dijo Nat, mirándome fijamente - Los demás Vengadores hacíamos turnos y nos encargábamos para traerle algo de comer. ¿ Ha pasado algo ?

Mi mirada volvió a Natasha y vió la curiosidad disimulada en la suya.

- No, no ha pasado nada - me limité a decir. Sabía a lo que mi amiga se refería.

- Bueno, debe de apreciarte mucho, entonces, para llevarse diecisiete balas por ti.

- ¿ Qué ? - pregunté sorprendido, sin saber cómo reaccionar.

Mis ojos volaron a la chica, asegurándose de nuevo de que estuviera bien.

- Regeneración - explicó Natasha, mirándome atentamente - cuando te dieron, se lanzó encima de ti y básicamente hizo de pared con su cuerpo. Aparecisteis de la nada y caísteis sobre una mesa de cristal, de ahí los cortes... Algunas balas salieron solas de su cuerpo, otras se las sacó Banner.

Algo en mi interior se revolvió con aquella información.

Natasha se quedó un rato mirándome en silencio. Después se levantó y apretó mi mano.

- Te dejo tranquilo. Le diré a Bruce que venga a verte en un rato.

Asentí aún aturdido y observé cómo cerraba la puerta.

Mis ojos viajaron hacia Enero e, inconscientemente me estiré y acaricié su brazo.

Los puntos de la herida del abdomen se estiraron con la acción, pero el dolor pasó rápido.

Mi cabeza rememoraba lo ocurrido en aquella misión.

Me había salvado la vida.

Ella, la chica con quien tan mal había empezado al principio y que, sin embargo, ahora era mi amiga, me había salvado la vida.

Enero se movió entonces bajo mi mano y despertó somnolienta.

Me pregunté cuántas horas se habría llevado despierta.

- Hola, llamita.

Enero abrió los ojos sorprendida y me abrazó rápidamente.

- Clint... - suspiró aliviada, mandando un escalofrío por toda mi columna vertebral.

Pasé mis brazos a su alrededor y le devolví el abrazo con suavidad.

Noté cómo se relajaba entre ellos, y eso me hizo relajarme a mi también.

- Gracias - susurré sobre su pelo.

Enero se separó entonces y me miró a los ojos. Su labio inferior temblaba, y me encontré sorprendido al verla conmocionada.

- No vuelvas a hacerme esto, idiota - espetó.

Había una pizca de enfado detrás de todo, y eso me hizo sonreír levemente.

- Nunca más - prometí.

Nos quedamos mirándonos en silencio.

- ¿ Qué me he perdido ?

Enero se soltó de mi y se sentó de lado en la cama.

- Nada importante, en realidad. Te he echado de menos... te hemos echado de menos, en realidad - corrigió, sacudiendo la cabeza - Incluso Tony está fabricando un nuevo uniforme para ti a prueba de balas y otras cuantas cosas más.

- No voy a ponérmelo si pesa una tonelada, la agilidad es mi fuerte - repliqué.

- Lo sé. Ya se lo dije, pero sigue empeñado. Solo está preocupado por ti, igual que todos.

Asentí y dejé caer la cabeza de lado para mirarla. Acababa de despertar, y sin embargo, me sentía realmente cansado.

Al apoyar el rostro en la almohada los cortes en ella comenzaron a dolerme por el contacto, y aunque traté que no se notara, ella se dio cuenta.

- ¿ Estás bien ?

Enero estiró el brazo y sus dedos recorrieron suavemente mi mejilla.

La miré fijamente a los ojos, poniendo todo mi esfuerzo en no estremecerme.

Quería mirar cada detalle de ella, pero me obligué a clavar mi mirada en la suya.

Sus ojos eran verdes, pero no de un verde claro o mezclado con marrón, sino un verde oscuro y brillante.

Comprendí que, tal y como a Wanda se le ponían los ojos rojos por su poder, Enero tenía los ojos del color de la hierba mojada, del color de la naturaleza.

Oh, mierda, Steve me estaba contagiando sus gilipolleces.

El doctor Banner entró entonces en la habitación, y Enero retiró la mano con rapidez.

- Buenas tardes, Clint - saludó amablemente, acercándose - ¿ Todo bien ?

Miré a Enero, que bajaba la mirada como una niña que había hecho una travesura.

Sonreí para mi interior y asentí.

- Sí, Bruce. Todo va bien.

THE CHOICE 》 CLINT BARTONWhere stories live. Discover now