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[LA HISTORIA DE UNA NIÑA]

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C L I N T

Habían pasado cinco días desde que desperté.

Cinco días en los que no había podido levantarme de la cama, y en los que no había dejado de recibir visitas, tanto de los Vengadores, como de otros agentes con los que trabajaba anteriormente en S.H.I.E.L.D, como Phil Coulson, Maria Hill o Jasper Sitwell. Incluso Thor había venido a verme cuando se enteró.

Por suerte, el tiempo que había estado inconsciente era tiempo ahorrado para esperar a que mis heridas se curaran. Los cortes de los cristales eran ahora pequeñas cicatrices, y aunque la herida de bala aún tardaría un tiempo en curarse, ya apenas me dolía al moverme.

Nat me había estado haciendo compañía. Parecía que quería decirme algo, y sin embargo, no lo hizo.
No me preocupé, sabía que si era algo importante, Natasha me lo acabaría contando.

Finalmente, el doctor Banner me había dado permiso para irme a mi habitación y abandonar los sueros y los medicamentos. Todo un alivio.

Mientras abría la puerta de mi habitación, otros pasos se escucharon por los pasillos. No me hizo falta mirarla para saber quien era -la reconocía por sus pasos- pero aún así lo hice.

- Así que ya te han dado el alta - comentó, llegando a mi lado.

Enero sonrió, pero a mi me pareció una sonrisa triste.

- Por suerte. ¿ Qué ocurre ? 

Enero jugueteó con sus manos y ladeó la cabeza.

- ¿ Tienes tiempo ? 

La miré fijamente y me encogí de hombros.

- Claro.

Observé cómo Enero se dejaba caer al suelo apoyándose en la pared del pasillo en el proceso. Quise preguntarle si prefería hablar en la habitación, pero después pensé que quizás se sentiría más cómoda si hablábamos aquí.

- Un segundo - le dije, internándome en mi dormitorio. Regresé con un par de cojines, le tendí uno y me quedé el otro.

La miré en silencio, expectante. Ella miraba al suelo, y se tomó su tiempo en empezar a hablar.

- Voy a contarte una historia -susurró- Una historia de una niña de nueve años que creció en una caja de metal y cristal, y que olvidó todo lo que había conocido antes de ella. Una niña que soñaba con ser la próxima Ororo Munroe, una niña que comprendió que sus sueños se habían acabado para siempre en ese momento. Una niña a la que torturaron y de la que abusaron, una niña con la que experimentaron con sus poderes haciendo que los usara contra sus propios amigos, que también eran simples niños asustados con grandes sueños. Una niña que fue obligada a matar, y una niña a la que, sin que ella muriera, también mataron. Una niña que aprendió a usar el miedo y los horrores por los que había pasado como combustible para seguir adelante, como mecha para su ira, para su venganza. Una niña que creció y se hizo adulta, y dejó que todas esas emociones la consumieran. Una niña que logró escapar, dejando a otros niños por el camino. Una niña que, con la ayuda de tres personas, consiguió sobrevivir. Una niña que en busca de su vendetta contactó con el director de una importante organización. Director que prometió ayudarla en lo que tenía pensado hacer a cambio de integrarse en un equipo de otras personas que una vez fueron también niños asustados. Una niña que, gracias a ese trato, obtuvo información sobre su pasado olvidado, sobre su vida, sobre la familia que dejó atrás, y que ahora mismo lucha por no desmoronarse ante tus ojos -toda ella temblaba, y lágrimas se escapaban de mis ojos en silencio- Yo, soy esa niña. Y esa, es mi historia.

THE CHOICE 》 CLINT BARTONWhere stories live. Discover now