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Esta historia no comienza con una chica levantándose para ir a clase, cogiendo una fruta de la cocina porque va tarde y llegando a la universidad por los pelos. Yo no soy así. Si miro la hora y me doy cuenta que no me da tiempo a llegar a la primera clase, vuelvo a poner el despertador y duermo un poco más.

Tampoco cojo una fruta de la cocina, sino algo de chocolate para que se me suba el ánimo para ir a clase. Cuando llego, no me pongo en la última fila, me siento en la primera porque hace un tiempo que me di cuenta que no veo de lejos, por lo que he descubierto que el profesor joven que parece guapo desde el final de la clase, en verdad no lo es tanto.

No suelo comer en el en comedor porque no sé de donde viene la comida y siempre me compro algo y como en una de las mesas de fuera, o incluso en el césped disfrutando del clima. Paso apuntes a limpio o cuando alguien se sienta conmigo, nos encargamos de quejarnos de la vida.

No, no estoy enamorada del capitán del equipo de fútbol, Ethan, porque es novio de mi compañera de piso, Heidi. Una chica rubia que, para la sorpresa de todos, no forma parte del equipo de animadoras si no de la banda. Ethan me guiña un ojo cada vez que me ve porque supuestamente le resulta graciosa mi cara de "hey, sí, yo también te he visto, adiós".

Mi otra compañera, Elsa, tiene una maravillosa novia, que también es mi compañera de piso y se llama Julie. Ambas son uña y carne y son mi mejor plan un sábado por la noche.

Estoy en mi tercer año de Universidad y cada día que pasa, la rutina se me hace más insoportable. He pensado en hacer puenting para vivir un poco de emoción, pero cuando llego a casa esa tarde, sé que no va a hacer falta.

Dejo las llaves en el recibidor y camino con pereza hacia el salón donde lo que veo me deja impresionada. No solo están mis compañeras de piso allí, también esta Ethan y... Dave, el amante de Heidi.

Ella tiene el rostro un poco descompuesto y Ethan me mira con una sonrisa picaresca en su rostro, como si acabase de descubrir mi secreto más oculto.

Dave, con su pelo rubio un poco revuelto, se acerca a mí y cuando su rostro se acerca al mío me echo hacia atrás y dejo caer el bolso al suelo.

— ¿Qué estás haciendo? —Gruño apartándolo de mí.

— ¿Todavía estás enfadada con él? —Pregunta Heidi con mirada suplicante.

Sí, mi amiga no tiene suficiente con un hombre, por eso tiene a dos, a cada cuál, más guapo y caliente. Yo no estoy aquí para juzgar a nadie, por supuesto, lo que cada uno haga con su vida a mí me da igual, por lo que no voy a hablar de ética y moral con nadie.

Conozco a Dave desde hace unos meses cuando apareció por la cocina con solo un bóxer blanco y una sonrisa. Yo había recorrido su cuerpo sin importarme que él estuviese pendiente y después le había preguntado que en cuál habitación era el casting para Calvin Klein, aunque ya lo sabía, mi habitación, la cama de Heidi, exactamente.

El chico con el pelo rubio, va y viene cuando Ethan está lo suficientemente ocupado como para llamar o estar con Heidi y no, no entiendo por qué lo hace.

— Sí —respondo y miro a Ethan—. ¿Te puedes creer que no quiere compartir su clave de Netflix conmigo? ¿Qué clase de novio es? —Señalo a Dave y este alza sus cejas son sorpresa.

— Me estás jodiendo —murmura.

— Vamos, hombre, ponle la clave —anima Ethan palmeando la pierna de su chica.

Dave me mira porque cada vez que hemos visto Netflix en casa, él ha quitado su sesión y nosotras somos demasiado tacañas para contratarlo. Sonrío y muevo mis pestañas intentando parecer lo más inocente posible.

VERSUSWhere stories live. Discover now