Levi

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Recibo una llamada de Roukers diciendo que Paris está allí y que necesita que la lleven a casa, no quiere llamar a Connor, así que, salgo de casa de la abuela cuando me despido de todos y me monto en el coche.

Hace mucho frío y pongo la calefacción. Está nevando y conduzco con cuidado. Me imagino que Paris habrá vuelto a beber y tendré que llevarla a casa de nuevo. No es una imagen que Connor tenga que ver ahora mismo porque se encargaría de echarle la bronca a su hermana.

La cena ha sido triste porque mi abuelo ya no está y cada vez somos menos para cenar. Y yo... Me siento ahogado aquí y necesito salir de este pueblo cuanto antes. Tengo dinero ahorrado y tengo varias entrevistas de trabajo en la ciudad.

Aparco frente al bar y me bajo, encogiéndome en mi abrigo. Me apresuro a la entrada y solo hay tres personas. Roukers, Charlie y Paris. Los dos hombres miran como Paris se mueve por todo el bar con una botella en su mano. Está bailando una canción y cantándola, aunque no se la escucha. Me acerco a la barra y miro a Roukers.

— Al principio se sentó en una mesa a beber, después decidió manejar la lista de reproducción.

— Ha cantado y bailado de todo —dice Charlie con una sonrisa—, ahora vamos por la etapa de melancolía.

No quiero tu cuerpo pero odio pensar que estás con alguien más. Nuestro amor se ha enfriado, estás entrelazando tu alma con alguien más.

Observo a Paris, a esa chica que conozco desde hace muchos años y se ha convertido en una hermana para mí. Ella siempre se ha mantenido en las sombras, tímida, alejada de mí. Le di confianza, empecé a decirle a Connor que no me importaba que su hermana saliera con nosotros o que se uniera a nuestras noches de película, ella no tenía muchos amigos en ese entonces.

Decidí poner distancia entre los dos cuando me di cuenta que se estaba convirtiendo en una mujer y yo aún la veía como una niña. La hermana pequeña de Connor; aunque ya no es tan pequeña. Tiene la edad para emborracharse y es lo que está haciendo a menudo.

Me acerco a ella y pongo mi mano alrededor del brazo. Paris para y me sonríe. — ¿Vienes a celebrar acción de gracias? —Me pregunta.

— Vengo a llevarte a casa.

— Es pronto.

— Creo que has bebido suficiente para tu masa corporal —cojo la botella y la pongo encima de la barra.

Cojo su abrigo y se lo pongo. Agarro su bolso y me despido de Roukers mientras tiro de Paris fuera del bar. Paris se estremece. — Hace frío —dice.

Caminamos hacia el coche y ella se resbala con el hielo de la acera. La sostengo pero sus rodillas ya han dado en el suelo. — ¿Estás bien? —Le pregunto intentando levantarla, ya que tengo su otro bolso en la otra mano.

— No me encuentro bien —murmura.

— ¿Crees?

No me queda más remedio que colgarme el bolso y poner mis manos debajo de sus axilas para levantarla. La aguanto y la ayudo a caminar hacia el coche. La ayudo a entrar en el asiento del copiloto y cierro la puerta. Cuando entro en el asiento del copiloto, recuerdo que tengo que ponerle el cinturón y me echo un poco sobre ella para alcanzar el cinturón y ponérselo.

— ¿Qué has bebido? —Le pregunto arrancando el coche y poniendo la calefacción.

— No he bebido mucho—murmura y apoya la cabeza contra la ventanilla—. Solo no me encuentro bien.

Voy camino a su casa y ella jadea. — Te juro que no he bebido mucho, pero se me ha subido. Quizás debería haber comido más.

— ¿No estás comiendo bien?

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