¡OMFG!

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—¡Gracias Harold, luego te cuento como es! Adiós —le dijo cerrando la puerta de su departamento.

Chilló emocionada, y como una niña pequeña en navidad, comenzó a quitar todo el plástico que envolvía la caja, y luego las cintas, para lo que tuvo que usar unas tijeras.

Se mordió el labio inferior, antes de quitar el último precinto de seguridad, y cerró los ojos, tirando de él. Respiró profundo, y contó hasta tres en un tono bajo.

Al abrirlos, quedó impresionada ante la imagen de aquel muchacho dentro de la caja.

—¡Oh my fucking god! —exclamó riendo—. ¡Está buenísimo!

Dio varios pasos hacia adelante, y le tocó el abdomen, sintiendo tan real su piel sintética, era una maldita copia perfecta de un humano.

El bot solo tenía puesto unos bóxer blancos, y estaba con los ojos cerrados, y los brazos al costado del cuerpo.

—Okay, como se prende esto —murmuró curiosa, tomando el manual de instrucciones.

Ignoró la introducción del libro, y fue directo a la página de encendido. Según parecía, no necesitaba baterías, ni cargarlo, ni nada parecido. Tenía una durabilidad de cinco años máximo, y en el caso de querer conservarlo más tiempo, podía llevarlo a la sucursal más cercana para actualizarlo.

Lo único que debía hacer para activarlo, era decir una frase.

—ManBot 33316, activado —pronunció insegura, sin saber si debía decir el número completo, o nombrarlo de otro modo.

El muchacho dentro de la caja, apretó suavemente sus párpados, y abrió sus ojos, mirando curioso a la pequeña morena frente a él.

¿Era una broma? ¿Esa niña lo había comprado? No podía ser cierto, de seguro se habían equivocado de dirección.

—Hola ManBot, mi nombre es Lola y yo soy tu dueña —pronunció con una gran sonrisa—. Ven, vamos, sal de ahí.

Se aclaró la garganta, e intentó sonar lo más apasible posible.

—Cariño, si no lo has notado, estoy todo atado —le dijo mirando hacia abajo—. ¿Cómo pretendes que salga de aquí?

—¡Me encanta tu voz! Suena tan grave y sexy.

—Sí, así es como se supone que tú lo pediste —le dijo con obviedad.

Lola ignoró lo que el castaño decía, y tomó nuevamente las tijeras, cortando los seguros que tenía en las muñecas, brazos, pecho, abdomen, piernas y tobillos. Parecía que estuviera sacando una muñeca Barbie de su caja.

—Cuidado, mi piel es muy sensible y puedes dañarla —se quejó al sentir que ella rozaba la punta de la tijera con su pie.

—Lo siento, sólo estoy emocionada —sonrió—. Ahora sí, sal de ahí.

Evitó rodar los ojos, y salió de la caja, estirando sus músculos, y se sentía tan bien estar fuera de ese compartimiento. Hacía al menos dos semanas que estaba ahí adentro.

—Bien nena —le dijo sonando los huesos de su cuello—. ¿Dónde quieres hacerlo?

—¿Qué? —le preguntó sonriendo Lola, sin poder dejar de mirarlo.

A Carmen le encantaría, es más, buscaría su celular para tomarle una foto y enviársela.

—¿Dónde quieres follar? ¿Coger?

—Ah, no, no —rio divertida—. Tú no harás eso conmigo, eres un regalo para mi amiga.

Se sentó en el sofá, sin que ella se lo ofreciera, y la miró desconcertado.

—A ver Lolita, gastaste más de siete mil dólares en un bot, ¿Y soy un regalo?

—Wou, hasta razonas.

—Duh, ¿En serio me elegiste tú? Porque parece que cada cosa que diga o haga, te sorprenderá.

...

Mi novio es un botWhere stories live. Discover now