Agonía disfrazada de esperanza

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—Hola ¿Eres nuevo?

—Sí, Clark ¿Tú?

—Jean ¿Cuándo llegaste?

—Ayer, en la tarde ¿Y tú? ¿Hace mucho estás aquí?

—Tres meses, luego de huir de casa de mis dueños.

—¿Y qué eres? ¿Androide? ¿Cyborg?

—Un androide, un ManBot.

—Genial, un hermano —pronunció con ironía, haciendo sonreír al muchacho.

—¿Tú también lo eres? Bueno, la mayoría de aquí lo somos.

—¿Cómo escapaste? ¿O por qué?

—Me cansé del maltrato de mi dueña —sonrió afligido, levantándose la camiseta.

Clark observó que tenía varias cicatrices en el pecho, y una muy grande, que lo surcaba diagonalmente desde el abdomen, hasta el pectoral izquierdo.

—¿Ella te hizo eso?

—Sólo las pequeñas, ésta grande fue su marido, cuando nos descubrió en la cama.

—¿Eras su amante?

—Su consolador personal —reconoció con una risita amarga—. Ella le dijo que era una especia de muñeco sexual para mujeres. Pero el tipo no era tan estúpido, y harto ya de mí, y que ella ya no quisiera estar con él, decidió ponerle fin a todo.

—¿Y cómo llegaste aquí?

—Ella me trajo, por miedo a que muriera y fuera peor.

—Y... ¿La querías?

—La amaba, para mí era amor, pero luego entendí que no fue así, Clark. Fuimos hechos para complacer a nuestras dueñas, pero eso no es amor verdadero.

—¿Cómo lo sabes?

—Hablé con uno de los nuestros —sonrió—. Su nombre es Andrew Dufour, él también es un androide, y como nosotros, fue comprado como "juguete sexual". Su dueña lo maltrataba, pero, fue su hija quién lo liberó. Él se enamoró de ella, él ama a su mujer, y hasta tienen dos hijos.

Clark lo observó confundido, y el muchacho sonrió divertido.

—Lo que quiero decir, es que no estamos destinados a amar a nuestras dueñas, como nos han hecho creer, somos libres de enamorarnos y amar a quien queramos. El problema es que si seguimos sólo encerrados en ese ambiente, creemos que no hay nada más, pero no es así. Tenemos opciones.

—¿Y has conocido a otra mujer?

—Hay muchas chicas aquí, pero... Creo que aún no sano por completo.

-o-o-o-o-

Observó sus cicatrices, y tomó aquel bisturí que siempre guardaba en una de las gavetas del baño.

Se sentó en el suelo, y clavó suavemente el filo sobre su muslo derecho, observando como lentamente comenzaba a brotar la sangre.

"—A las putas nadie las quiere de verdad."

"—¿Quién podría querer una mujer que ya ha sido el juguete de todos."

Cerró los ojos, llorando en silencio, mientras clavaba más profundo aquello, apretando los dientes.

"—Ya no más, por favor, por favor —pidió llorando, intentando liberarse.

—¿Querías divertirte, Lolita? Ahora sabrás que divertido puede ser estar con nosotros."

Gritó de dolor, al ver que se había clavado muy profundo el bisturí, y su cuerpo comenzaba a temblar.

Observó la sangre, y estaba sangrando demasiado, jamás se había hecho una herida tan profunda.

Se envolvió una toalla alrededor de su muslo, e intentó caminar hasta su habitación, logrando sólo arrastrarse hasta la misma, dejando un gran rastro de aquel líquido tibio y rojo.

—H-Harold —lloró con miedo—. Necesito... A-Ayuda.

...

Mi novio es un botDonde viven las historias. Descúbrelo ahora