Si vas a quererme, hazlo de verdad

7.6K 956 56
                                    

—Clark, tienes una llamada.

—¿Una llamada?

Tomó el celular, y se lo llevó al oído, curioso.

—¿Hola?

"—Clark, soy Harold, la señorita Lola no se encuentra bien, y antes de ser internada, me dio éste número."

—¿Qué pasó? ¿Qué tiene? —le preguntó preocupado.

"—¿Podría venir a la clínica Santa Ana? Creo que sería mejor para hablar."

—De acuerdo, iré lo más rápido que pueda.

Le dio el celular a Jean, al salir de la habitación, y el muchacho lo observó curioso.

—¿Qué ocurre?

—Debo irme.

—Clark ¿Estás seguro de esto? Si vuelves allí, no será bueno para ti.

—¿Has conocido a alguna persona podrida en dinero, pero pobre en amor? Yo sí, Lola me necesita.

—¿No me dijiste que tenía padres y amigos?

—Lo único que tiene es dinero, nadie se ocupa de ella. Es la típica niñita rica, que intentaron conformar con millones.

—Ella no es tu problema.

—Jamás fue un problema —le dijo antes de irse rápidamente de allí.

-o-o-o-o-

—Medio centímetro más, y podría haber muerto desangrada. Casi se corta una arteria.

—¿Y sus padres?

—La señora Sofía vino hace una hora, pero Lola se puso tan inestable al verla, que le pidieron que se fuera. El señor Díaz aún no ha llegado, está viajando.

—¿Y su amiga?

—La señorita Carmen está de viaje, Lola me pidió que no le dijera nada.

—Genial, siempre tan rodeada de afecto —masculló molesto, mirando a la muchachita dormir en la camilla.

—Puede pasar si lo desea.

—No sé si sea buena idea. No creo que ella quiera verme.

—Estoy seguro que sí.

Suspiró y asintió con la cabeza.

—Gracias Harold, tú siempre cuidando de ella.

—Conozco a la señorita Lola desde que era una niña —sonrió nostálgico—. Ella siempre me decía, Harold, cuando yo tenga mi casa, te llevaré a vivir conmigo. Y todo, porque yo le daba dulces.

Clark sonrió, y le dio un apretón en el hombro, antes de entrar a la habitación. Sabía que aquel hombre realmente quería a la morena, era como el padre o tío, que no tenía.

Se acercó a la camilla, y acarició suavemente una de sus mejillas, corriendo su cabello.

—¿Hasta cuándo te harás daño, nena? No puedes seguir así —pronunció bajo—. Hoy casi podrías haber muerto.

Respiró hondo, y tomó un banco que allí había, sentando a su lado, tomando una de sus manos, acariciándola suavemente.

—Harold me contó lo que hiciste, no voy a juzgarte Lola, pero me gustaría saber cuándo empezó todo esto, y porqué —le dijo acariciado suavemente sus dedos, sus nudillos, su palma—. Me da miedo dejarte ahora.

La observó, ella estaba algo pálida, y por lo que parecía, seguía bajo los efectos de los sedantes.

—Extraño dormir contigo ¿Qué estúpido no? Sólo pasaron dos días —sonrió—. Hasta extraño ver esas series extrañas. Extraño tu voz, tu aroma, tu piel... Te extraño Lola. Y qué estúpido me siento al extrañarte.

Se inclinó hacia adelante, y cerró los ojos, rozando sus labios suavemente.

—No debería hacer esto, pero extraño besarte también —susurró antes de probar sus labios.

Y sintió que ella le correspondía, quizás la había despertado, y de seguro ella pensaba que era otra persona. Pero no le importó, la besó aunque se sintiera patético, por ser el reemplazo de alguien más.

—Clark —susurró ella abrazándolo—. Tuve miedo.

—Ya no lo hagas más —le pidió apoyando su frente contra la de ella—. Por favor.

—Estoy sucia —lloró—. Ellos... Me marcaron para siempre. No puedo ser tuya ni de nadie, soy una puta cualquiera —lloró angustiada, sintiendo esa desesperación en su interior, que sólo se calmaba cuando se cortaba.

—Lola, tranquila.

—No, déjame, déjame y vete, vete Clark, déjame sola por favor.

—Lola.

—¡No quiero que me toques! ¡Déjame!

—No voy a hacerte daño.

—¡No! ¡Suéltame!

La abrazó con fuerza a él, mientras ella forcejeaba, llorando.

—¡Suéltame! ¡Suéltame!

—Shh, tranquila, tranquila —le pidió en un tono bajo, acariciando su cabello, su espalda—. Tranquila morenita.

—D-Déjame —sollozó aferrándose a él—. Sólo aléjate de mi.

—Estoy contigo ¿De acuerdo? Sólo somos tú y yo. Nadie podrá hacerte daño.

Escondió su rostro en el pecho de él, y lloró con tristeza, mientras el castaño la abrazaba.

—Estaré contigo, pero debes prometerme que buscaremos ayuda. No puedes seguir así, Lola.

...

Mi novio es un botOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz