EP 1: DECISIONES.

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Siempre pensó que una persona, al final, era todo aquello que había vivido, pero mucho más era aquello que no se atrevía a vivir.

Llevaba cinco años inmersa en su rutina, donde todos los días parecían ser el mismo. Pasaba por las estaciones sin pena ni gloria, arrancaba hojas del calendario como quien tira una colilla al suelo. Lo cierto es que no tenía derecho a quejarse, tenía un trabajo que le encantaba, un grupo de amigos que siempre habían estado ahí para ella y con los que había compartido la mayor parte de su vida. Tenía una familia, que, aunque no fuese la familia ideal, siempre la habían apoyado, y habían conseguido transmitirle ese sentimiento de hermandad, y de ir siempre todos a una.

Llevaba cerca de tres años viviendo con su novio, su gran compañero de vida, le conoció cuando tenía quince años, un verano como otro cualquiera. Y desde entonces no se habían separado, diez años llenos de amor, peleas, malas rachas y rachas buenísimas, sueños, ambiciones y sonrisas.

En todo esto pensaba mientras llegaba al sitio donde había quedado con él, con Mario. Lo había notado nervioso e inquieto. Todos estos años a su lado, si de algo habían servido, era para saber exactamente en qué pensaba en cada momento, o si le pasaba algo fuera de lo normal. No sabía explicar cómo, quizá un sexto sentido desarrollado, pero aquel chico no era capaz de engañarla nunca.

Estaba en ese punto en su vida en el que todas las personas a su alrededor empezaban a casarse, a formar una familia, a tener una vida estable. Y ella quería eso, siempre lo había querido. Al menos hasta hace unos meses. No supo por qué fue, qué es lo que pasó, pero llevaba unos meses sintiéndose prisionera de su propia vida. Se ahogaba en su realidad perfecta. La monotonía le asfixiaba. De repente, un día, empezó a tener la necesidad imperiosa de huir, de conocer otras realidades. Se refugiaba en los libros, en las series o programas de TV. En las redes sociales y en la "doble vida" que éstas le podían ofrecer. Empezó a mentir a Mario, pequeñas mentiras piadosas, nada serio, pero necesitaba sentir que tenía secretos. Tenía la necesidad de que algo de su vida le perteneciese a ella, y a nadie más.

Le vio sentado en la mesa de aquel restaurante a través de la cristalera, decorada con las luces de Navidad. Apuró el paso, y entró en el local sintiendo esa bofetada de aire caliente provocada por la calefacción.

- Hola – saludó al maître – mi acompañante está ya dentro – sonrió.

- Claro – le devolvió la sonrisa – adelante.

- Gracias.

Sorteó unas cuantas mesas, mientras frases de conversaciones fugaces llegaban a sus oídos. El ambiente era animado y distendido.

- Hola cariño – se levantó a saludarla.

- Hola cielo – le dio un pico fugaz, como de costumbre.

- ¿Qué tal? ¿Había mucho tráfico? – le apartó su silla para que se sentase.

- Gracias – le agradeció el gesto – no, y es raro siendo la fecha que es.

- Te he pedido una copa de vino blanco – comentó – supuse que pedirías eso.

- Sí – sonrió levemente – gracias.

- ¿Qué tal el día? No hemos podido hablar nada – bebió de su copa.

- Ya – le imitó – hay mucho trabajo ahora, he estado muy ocupada, no he tenido casi tiempo de mirar el móvil – mintió

- Bueno, no te preocupes. Ya estamos aquí – sonrió y alargó la mano para acariciarle la suya.

- Sí – sonrió también – que, por cierto, aún no me has dicho el porqué de esta cena fuera.

- Bueno – carraspeó – todo a su tiempo, señorita – bromeó

- ¿Saben ya lo que van a tomar? – interrumpió un camarero.

- No he mirado aún la carta – dijo con vergüenza

- No te preocupes, ya pido yo por ti, cariño – interrumpió – vamos a querer una merluza al horno con patatas para mí, y una ensalada césar para ella.

- De acuerdo – anotó – pues enseguida les sirvo – cogió ambas cartas.

- Estás bien con lo que he pedido, ¿no?

- Sí – mintió

Lo cierto es que estaba harta de que tomase decisiones por ella. Sabía que él no lo hacía a mal, que solo quería hacerle la vida más fácil, pero cada vez sentía que tenía menos voz y voto en su propia vida.

Continuaron la cena de manera amena, hablando de lo que habían hecho durante el día, de lo que pensaban de sus respectivos trabajos, de las próximas vacaciones, del próximo domingo que tocaba cena en casa de sus padres, de sus amigos, que se acababan de comprar una casa, hipotecando su vida, hasta que llegaron los postres.

De repente empezó a sonar los primeros acordes de una canción que conocía a la perfección. De repente se transportó diez años atrás, a esa playa de Málaga donde sus padres la llevaban todos los veranos. Y se vio, pequeña, inocente, muchísimo más morena y con el pelo mucho más largo. Caminaba tímida junto a un chico, que estaba igual de nervioso que ella, se rozaban levemente las manos, y se sonrojaban al mirarse.

"Te voy a escribir la canción más bonita del mundo,

Voy a capturar nuestra historia en tan solo un segundo,

Un día verás que este loco de poco se olvida,

Por mucho que pasen los años de largo en su vida."

Empezó a observar la escena desde lejos, y a cámara lenta. Mario se levantó de su asiento, se puso a su lado, le agarró la mano y se arrodilló. Lentamente sacó del bolsillo trasero de su pantalón una cajita pequeña, y la abrió ante sus ojos.

- Alba, ¿te quieres casar conmigo?



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Bueno, estoy un poco nerviosa. Llevo mucho tiempo pensando si publicar una historia o no. A mi me apasiona escribir, pero no sé si habrá alguien dispuestx a leer lo que yo quiera contar.

Si has leído el primer capitulo, espero que te haya gustado y te hayas quedado con ganas de más. Me encantaría saberlo.

Un saludo a todxs, y bienvenidxs.

Al primer vuelo - ALBALIAWhere stories live. Discover now