EP 26: EILAN BAY.

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Me desperté en la cama, aunque no recordaba haber subido al dormitorio. Lo último registrado en mi memoria era Ana marchándose de casa, y yo bebiéndome hasta el agua de los floreros. Estuve un buen rato inmóvil bajo las sábanas, empapada en sudor. Cuando logré levantarme, la cabeza me daba vueltas y mi corazón latía violentamente. Antes de llegar hasta el baño, tomé una sola decisión: aquel día no iría a trabajar.

Incluso después de la ducha, la resaca que me habían dejado el alcohol y las colillas era considerable. Tenía dos alternativas: volver a la cama o empezar a indagar sobre el accidente y mi pasado. Me decanté por esta segunda opción. Sin embargo, antes de salir de la cocina con un café, reparé en el paquete fino y cuadrado apoyado en la estantería de las especias.

Recordé vagamente el momento en el que Ana lo había dejado allí, justo cuando yo sostenía la bandeja de las doradas a la sal. "No es necesario que lo abras ahora, de todos modos, no conoces este disco".

Efectivamente, no conocía el disco, pero su título: "Ventanas de avión", me golpeó en lo más hondo. Dada mi situación, parecía una broma de mal gusto.

Estuve bastante rato mirando la carátula. La cantante, Eilan Bay, era una treintañera morena, con un aire vulnerable que, sin duda, hacía que me llamase la atención. Clavaba la mirada en un cielo gris, mientras el viento levantaba ligeramente parte de su melena, dejando al descubierto la oreja derecha, pequeña y redonda. Al fondo de la imagen, un ancho río surcado por barcas. Tal vez fuera el Sena a las afueras de París, aunque no resultaba fácil decirlo porque el fondo estaba muy difuminado.

Fui al salón entre bostezos. Me preguntaba si en París hacía mucho viento, o si el fotógrafo había utilizado un ventilador para lograr ese efecto.

Puse el disco en el reproductor de música. Con una suavidad casi irritante se tragó a Eilan Bay, mientras yo me tumbaba en el sofá dispuesta a poner banda sonora a mi desorden mental.

La primera canción se inició con unos acordes de guitarra acústica lentos. Luego surgió la voz. Era increíblemente preciosa: tersa y diáfana, pero sin la afectación de la mayoría de las cantantes melódicas.

Estaba tan atenta a aquella voz que me acariciaba los oídos, que tardé en darme cuenta de que cantaba en castellano:

Reclamó mis intenciones, como un billete de avión

Cuando me daba la vuelta, hizo copia de mis llaves

Me cambió el papel de sitio, supuestamente ordenó

Demasiadas conclusiones, para un no tan miserable...

Cuando me desperté al mediodía, necesité un buen rato para entender qué hacía yo allí, un jueves, tirada en el sofá del salón. Al parecer me había quedado dormida mientras escuchaba música. "Ventanas de avión" me dije recordando súbitamente el título del disco.

Con la tranquilidad de quien no tiene nada que perder, me serví un trozo de tarta que había quedado en la nevera y bebí bastante agua para acabar de neutralizar la resaca. Luego pulsé la tecla replay en el reproductor de discos y Eilan Bay reanudó su recital.

Si la primera canción, me había seducido, con la segunda, que encima daba nombre al disco, me capturó completamente. Y no sólo por la voz acariciante de la cantante y por la melodía tiernamente ingenua. Descubrí un paralelismo entre la historia que contaba la canción y mi propia historia.

Corro sin mirar hacia un vacío existencial

Noto como la sal se incrusta en mis heridas

Al primer vuelo - ALBALIAWhere stories live. Discover now