EP 4: ÁNGEL DE LA GUARDA.

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Estuvieron casi toda la noche hablando. Alba le contó cómo era su vida, de qué trabajaba, cómo era su grupo de amigos, la dinámica de su familia desde que sus padres se divorciaron, la relación que tenía con su hermana, que conoció a Mario con quince años, y que aquella misma noche le había pedido matrimonio, y ella había salido corriendo.

Natalia escuchaba atenta, participaba en la conversación, pero sin querer interrumpirla demasiado. Tenía la sensación de que Alba necesitaba ser escuchada, que pedía ayuda y atención a gritos, que hacía mucho que nadie le miraba con interés. Y a ella le interesaba, le parecía fascinante todo lo que la rubia le contaba. Poco a poco empezó a comprender por qué se quiso alejar de todo, irremediablemente se sintió identificada con ella.

- ¡No he parado de hablar! – comentaba – y tú no me has contado nada de ti.

- Bueno – se encogió de hombros – mi vida no es tan interesante.

- ¡Venga ya! – le dio un golpe en el hombro - ¿qué hacías con una guitarra y tantos papeles en el aeropuerto?

- Pues acabo de volver de visitar a mi familia, que vive en Londres – hizo una pausa – siempre voy con la guitarra a todos lados, y los papeles... - suspiró – son letras de canciones sin acabar, no sé por qué, pero los aviones y los aeropuertos siempre me inspiran mucho. He estado todo el viaje escribiendo.

- Pues a mí me parece muy interesante – comentó - ¿sobre qué escribes?

- Adivina – sonrió triste

- ¿Desamor? – levantó una ceja, divertida.

- ¡Bingo! – exclamó – qué innovador por mi parte, ¿verdad?

- Seguro que tú hablas de ello de una forma especial y única – le sonrió, y Natalia se perdió en su sonrisa - ¿me cantas algo?

- ¿Ahora? – miró a su alrededor – Alba, son las cuatro de la madrugada y estamos en un hospital – rió

- Ya – asintió – igual no es el mejor momento, te doy la razón – rió también

- Deberíamos intentar dormir un poco.

- Sí, estoy de acuerdo – hizo una pausa, en la que se quedaron mirándose – muchas gracias, Natalia.

- ¿Por qué? – bajó un poco la voz

- Por estar aquí, por no irte, por escucharme y no sé – se encogió de hombros – al final soy una desconocida que ni te va ni te viene.

- Acompañarte está siendo un placer, Alba – le sonrió – venga, a dormir.

Natalia se levantó de la cama y se sentó en el sillón que estaba al lado, apretó un botón y echó el respaldo para atrás a la vez que salía el reposapiés hacia adelante.

- Buenas noches, Natalia – dijo en un susurro.

- Buenas noches, Alba.

El médico entrando en la habitación hizo que ambas se despertasen sobresaltadas. Alba instintivamente se arregló un poco el pelo y se incorporó quedándose sentada en la cama.

- Buenos días – saludó a ambas, y se acercó a la cama de la rubia – Alba, he estado mirando tus pruebas y has sufrido un simple estiramiento, es decir, un esguince leve. Vas a tener que estar un par de semanas llevando una rodillera, y tomando analgésicos – explicaba – es posible que en un par de días no puedas andar bien, por lo que te recomiendo que te hagas con una muleta y hagas todo el reposo posible – Alba asentía – y por mi parte nada más, deberás pedir cita dentro de dos o tres semanas en el traumatólogo para que vea cómo ha evolucionado el esguince.

- De acuerdo – asintió

- Aquí te dejo el papel con el alta, puedes irte ya cuando quieras – sonrió

- Muchas gracias – le devolvió la sonrisa.

- Hasta pronto – salió de la habitación dejando de nuevo a las dos chicas solas.

Alba terminó por destaparse con las sábanas, Natalia se adelantó a sus movimientos y le acercó su ropa para que se vistiese.

- Voy a ir llamando a un taxi, ¿vale? – le comentó

- Pero Nat, yo...

- Shhh – la interrumpió – vamos a ir a mi casa, te va a encantar – le sonrió

- No no, en serio – se intentó poner de pie pero la rodilla le dio un pinchazo – augh – se quejó

- Estate quieta, Alba – la ayudó a volver a sentarse en la cama – hazme caso, venga intenta vestirte, yo voy llamando.

No le dio tregua a replicar nada más, salió de la habitación dejándole su intimidad para que se vistiese. No sabía de dónde había caído esa chica, pero se estaba convirtiendo en su ángel de la guarda.

Se vistió con más dificultad de lo que le hubiese gustado, había conseguido apañarse del todo excepto por las zapatillas, que había sido incapaz de metérselas y de atarse los cordones.

- Yo te ayudo, Alba – se acercó a ella de forma apresurada – no fuerces.

Natalia se agachó e introdujo los pies de Alba en las zapatillas, para después atarle perfectamente los cordones.

- Esto parece la escena de la Cenicienta – bromeó Alba

- ¿Me ves cara de ser un apuesto príncipe? – la miró y bromeó también

- No – rió – la verdad es que no.

- Me ha dicho el taxi que estará en la puerta en diez o quince minutos – comentó incorporándose del suelo – voy a ir a por una silla de ruedas para que no fuerces, y ya de paso a ver si encuentro a alguien que nos ayude a llevar todos los trastos que tenemos – rió – tú no te muevas de aquí.

Natalia se dispuso a salir de nuevo de la habitación, cuando la mano de Alba agarró su brazo y la detuvo, haciendo que se girase para mirarla de forma interrogante.

- Gracias, Nat – susurró tímida – no tienes por qué hacer todo esto por mi...

- No digas tonterías – sonrió – esto lo haría cualquiera.

- No – negó – te aseguro que no.

Volvieron a mirarse, con sonrisas tímidas y cómplices. Habían conectado de una forma increíble, tenían tanto en común que parecía que se conocían de toda la vida. Tenían esa confianza y esas bromas que solo haces cuando sabes que la otra persona te va a entender y va a reírse contigo. Alba se perdió en los ojos de la morena, y ésta hizo también lo propio, hasta que el sonido del móvil las sacó de aquella ensoñación.

- ¿Sí? – contestó con la voz ronca – ah, sí si. Disculpe, en cinco o diez minutos estamos abajo – comentó – muchas gracias – colgó y miró a Alba – ya está el taxi abajo, ahora vuelvo con la silla y bajamos, ¿de acuerdo?

- Perfecto – respondió con la voz entrecortada.


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¡Buenas tardes! Deciros que a partir de este capítulo procuraré que sean un pelín más largos, como me ha sugerido una de vosotras.

Espero que os siga gustando. ¡Muchas gracias por leerme!

Al primer vuelo - ALBALIAWhere stories live. Discover now