EP 34: THE TRUTH OF LIFE.

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Desperté a media mañana con un mullido peso en los pies. Al sacar la cabeza de debajo de la colcha descubrí que era el gatito acurrucado en ese lado del sofá. Me levanté dispuesta a darme una ducha. De camino al baño el gato se cruzaba sin parar delante de mis piernas, como si quisiera mostrarme un camino diferente. Cuando finalmente cedí a sus ruegos, me llevó hasta el cuenco de la comida, que se encontraba en la cocina junto a un bol con agua. Estaba vacío.

Detrás de una sartén di con su comida y pude llenar el cuenco, después le renové el bol con agua. Volví al salón para tomar definitivamente el camino a la ducha. Fue entonces cuando me di cuenta de que la puerta de Nat ya no estaba cerrada, sino sólo entornada. Golpeé suavemente en la madera, pero no obtuve respuesta. Imaginando que había salido por la mañana, empujé la puerta para comprobarlo. Para mi sorpresa, dormía plácidamente en la pequeña habitación, abrazada a la almohada. Su sueño parecía ajeno a la luz del día que se colaba por todas partes.

Mientras le tapaba con la colcha un hombro que tenía al descubierto, observé durante unos segundos su rostro dormido. Con la melena morena esparcida a su alrededor, sus facciones resultaban todavía más increíbles. Su expresión denotaba una vulnerabilidad llena de encanto. Natalia en bruto y sin maquillar me gustaba más que la artista imposible que había visto en el escenario moviendo las caderas de forma sexy.

Mientras me duchaba pensé que, si al despertar ella me encontraba en casa y pasábamos el día juntas, luego no tendría ninguna gracia nuestra cita. Lo suyo era desaparecer para encontrarnos en el centro de París a la hora de cenar.

Tras ponerme la ropa, busqué por el salón un trozo de papel y un bolígrafo. Dejé la nota pegada en la nevera con un imán que ya había allí.

"Muchas gracias por haberme acogido esta noche.

Salgo a solucionar los problemas de mi vida.

Te esperaré en el Drugstore de Champs Elysées a las 20.30 h.

Ponte guapa para Nochebuena, tú que puedes, aunque no lo necesitas.

Alba."

Tras invertir un euro treinta de mi presupuesto en un cruasán de panadería y otros dos euros en un café, me dije que tenía que cortar el grifo hasta que solucionara mis problemas de dinero.

Dispuesta a que aquel café me durara unas cuantas horas, había hecho de un bar, en la misma calle de Natalia, mi cuartel general para gestionar aquella crisis.

Deseosa de encontrar al otro lado una voz amiga, llamé a Ana. Aquella fotógrafa de artistas, y culpable, sin ella saberlo, de que yo estuviese en Paris. Después de tres tonos, contestó a la llamada.

- ¡Alba! – se sorprendió.

- Ana – sonreí - ¿qué tal?

- ¿Qué tal de qué? ¿Qué tal tú? No sé nada de ti desde aquella noche. ¿Cómo estás? – se preocupó.

- Pues estoy en Paris – confesé – y me tomarás por loca, pero he venido a buscar a Eilan Bay.

- ¿Cómo?

- Pues eso – me mordí el labio – prometo contarte todo cuando vuelva. El caso es que ahora necesito tu ayuda.

- Cuéntame.

- Estaba en un concierto de Eilan Bay, y hubo una pelea, yo salí mal parada y por lo visto entre tanto barullo de gente, alguien aprovechó para robarme la cartera – suspiré – y, por si fuera poco, el hotel donde me hospedaba tiene retenido mi equipaje porque no he podido pagar aún mi estancia.

Al primer vuelo - ALBALIAWhere stories live. Discover now