EP 37: NUEVOS RECUERDOS.

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Alba se removió en la cama. Hundió la cara en la almohada y decidió esperar un poco antes de levantarse. Pero ya estaba despierta y no consiguió volver a dormirse. Había demasiadas ideas dando vueltas por su cabeza para que pudiera relajarse. Abrió los ojos.

Aún era de noche, aunque la claridad del amanecer se asomaba por el horizonte. Se armó de valor y giró despacio la cabeza. Allí estaba ella. Dormida, totalmene relajada. Estirada en todo su imponente tamaño. Le acarició el vientre con suavidad, recordando el tacto de su piel bajo las yemas de sus dedos. Se había acostado con ella hacía menos de cuatro o cinco horas y ya volvía a desearla con desespero. Estaba tentada a despertarla con sus labios recorriendo todo su cuerpo. Pero ¿cómo se lo tomaría Natalia? De hecho, ¿en qué las convertía el polvo que habían echado? ¿En amantes? ¿Novias? Negó. Novias no. Sacudió la cabeza. Cómo llamaran a lo que había entre ellas daba igual. Lo que realmente importaba era si cambiaría en algo su relación por culpa de esa noche. Esperaba que no. Y también esperaba que Natalia no se hubiese hecho muchas ilusiones debido a aquello. Ella seguía con las mismas dudas y los mismos miedos. Se bajó sigilosa de la cama y se dirigió al baño.

Natalia se removió, despertándose con la primera luz del alba como cada mañana. Estiró un brazo, pero no encontró nada a lo que agarrarse. Frunció el ceño y palpó el colchón con el mismo resultado. Estaba vacío. Abrió los ojos solo para confirmar sus sospechas, allí no había nadie más que ella. Se estiró perezosa mientras sentía los rayos del sol sobre su cuerpo. Hacía siglos que no dormía tan bien. Y tan feliz. Lástima que Alba no estuviera a su lado, pues entonces habría sido un despertar maravilloso. Salió del dormitorio y oyó el sonido de la ducha. Una sonrisa se dibujó en sus labios.

Se aclaró el suavizante del pelo y estaba a punto de cerrar el grifo cuando Natalia entró en el baño por sorpresa.

- No miro – elevó un poco la voz para que la escuchase – es que me meo muchísimo.

- No te preocupes – contestó de la misma forma.

Por mucha tranquilidad que quisiese aparentar, su cuerpo y su corazón ya estaban empezando a agitarse. Que Natalia estuviese a tan poca distancia de ella, en aquel cuarto de baño lleno de vapor y desnuda, le provocaba de todo menos tranquilidad. Por un momento se le pasó por la cabeza pedirle que entrase en la ducha con ella, pero declinó la idea. No quería liar más las cosas, por mucho que se muriese de ganas de volver a sentirla.

Natalia terminó y se giró hacia la mampara con la mano extendida. Alba reaccionó por instinto y se giró dándole la espalda en el momento en el que ella abría la mampara y entraba.

- ¿Te molesta? – preguntó Natalia, ocupando casi todo el cubículo de la ducha y abrazando a la rubia por detrás.

Alba negó en silencio, y se giró para mirarla. Se quedó hipnotizada con la maravillosa sonrisa de la cantante. Sonrisa que se reflejaba en sus ojos y que le iluminaba toda la cara.

- Menos mal que eres pequeñita – comentó inclinándose sobre ella -. Si fueras una gigantona como yo, no podríamos ducharnos juntas en esta ducha – le susurró antes de besarla.

- Es una suerte, sí —acertó a decir ella cuando la dejó libre tras el beso.

Natalia la miró embelesada. La quería. Sin pretender ni esperar nada. Simplemente, la quería. Con toda su alma, con cada aliento, con cada mirada, con sus cinco sentidos. Era la mujer de su vida y no iba a dejar que esa relación, si es que tenían una relación, saliera mal. No la estropearía.

Alba pasó los brazos por su cuello, y cuando ella la abrazó se dejó caer hacia atrás, pegando totalmente su cuerpo contra la pared. Natalia se pegó completamente a ella, mientras el agua seguía deslizándose por sus cuerpos. Se separó un poco y atrapó su cuello, besándolo y dejando caricias con su lengua.

Al primer vuelo - ALBALIAWhere stories live. Discover now