Creí que me desmayaba. Natalia se dio cuenta y me sujetó con sus brazos, yo me agarré con fuerza a ellos como si así me mantuviese conectada a la vida.
- ¿Quieres que nos sentemos? – me preguntó preocupada, yo asentí levemente.
Miró a todos lados y decidió que lo mejor era que nos sentásemos en el suelo de la azotea, junto a la pared, para poder apoyar la espalda. Me ayudó con cuidado a sentarme y luego ella hizo lo propio a mi lado.
Recogí mis piernas y las abracé, hundiendo mi cabeza en ellas. Natalia, por el contrario, estiró completamente las suyas y reclinó su cabeza hacia atrás, apoyándola en la pared y mirando al cielo.
Estuvimos en silencio mucho tiempo, yo empecé a tiritar debido al frío que hacía allí arriba. Natalia se quitó su abrigo y lo echó por encima de las dos, luego me rodeó con su brazo acercándome más a ella. Me dejé hacer.
- Deben ser ya mucho más tarde de las doce – rompí el silencio, sin moverme ni un milímetro.
- Ya – se limitó a contestar.
- Nat, yo...
- Lo siento, Alba – susurró – lo siento muchísimo, no tenía ningún derecho a hacer lo que acabo de hacer. – suspiró – he sido muy egoísta.
Me quedé en silencio, repasando lo que acababa de decir, analizando cómo se sentía. Y cómo me sentía yo. No lo sabía.
- No sé qué decirte – la miré – estoy muy confundida.
- ¿Quieres preguntarme alguna cosa?
Desvié la mirada para apoyar mi cabeza en la pared, y mirar al cielo, como había hecho Natalia minutos antes. Después cerré los ojos, dejándome acariciar por el viento.
- Que yo esté aquí...no es casualidad, ¿verdad?
- No sabía que ibas a venir. – contestó tras unos segundos de silencio.
- Pero ese era el plan. – afirmé.
- No sé – elevó los hombros sin saber qué contestar.
- ¿Sabes lo que pasa, Nat? – la miré, con las lágrimas empezando a agolparse en mi garganta. Ella me devolvió una mirada preocupada – que estoy harta – comencé a hablar de forma pausada - ¿Sabes? De pequeña iba a un colegio increíble, tenía un montón de amigos, era inmensamente feliz. – me escuchaba con el ceño fruncido – pero un día mis padres decidieron cambiarme de colegio, a uno que ellos creían que era mejor, y que sería lo mejor para mi futuro. – volví a mirar al cielo, lleno de estrellas – en el colegio nuevo conocí a Mario, su familia y la mía se llevaron bien desde el primer momento, siempre nos quisieron juntos – Natalia dejó de mirarme, para mirar al frente, donde se podía distinguir la ciudad a lo lejos – nos hicimos novios, éramos unos críos, amigos, y por presión decidimos probar. El caso es que me dejé llevar – suspiré – con Mario la vida era muy cómoda, él asumía las responsabilidades, él decidía, hacía y deshacía a su antojo: "Hoy cenamos en casa de mis padres", "Hoy vamos al cine", "Hoy vienen tus padres a comer". – relataba – mi día a día se basaba en el día a día que decidía Mario – volví a mirarla – que no me quejo, porque yo nunca le dije que no, y nunca le expresé que no quería eso. Pero no lo quería.
- Y huiste.
- Y huí – sonreí triste – y fuiste la primera persona en mi vida que no decidió nunca por mí. Contigo siempre fui yo, no me acuerdo de todo – agaché la cabeza y las lágrimas cayeron precipitadamente – y no sé si algún día lograré recordarlo.
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Al primer vuelo - ALBALIA
FanfictionSiempre pensó que una persona, al final, era todo aquello que había vivido, pero mucho más era aquello que no se atrevía a vivir.