EP 36: LO MÁS IMPORTANTE DEL MUNDO.

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Pasé el 25 y el 26 de diciembre prácticamente sin salir de la cama. Tras la cena de Nochebuena con Natalia, había recogido mi maleta en el hotel. Me dio la sensación de que Ana se había quejado bastante por haber tenido mi equipaje retenido.

- Lamentamos mucho todo lo que ha sucedido - había dicho el jefe de turno -. Para compensarle por los inconvenientes, le hemos reservado la mejor suite. La primera noche corre a cargo de la casa.

Yo me había limitado a rechazar el ofrecimiento sin más comentarios. Luego cargué con mi maleta hasta el metro que me llevaría a lo que iba a ser mi hogar por unos días.

Sola en el apartamento, me seducía la idea de unas Navidades sin comidas familiares ni compromisos de ninguna clase. Me sentía extrañamente aliviada.

Meterme en la cama de Natalia fue tan natural como hacerlo en mi propia casa, aunque el leve perfume que impregnaba las sábanas me recordaba agradablemente a su dueña. Queen no tardó en invadir el centro de la cama, donde remoloneaba estirando las patas y ronroneaba como un motor.

Dormí hasta bien entrado el mediodía y, tras comer un par de tostadas con aguacate, volví a entrar en la cama sintiendo una libertad que no había conocido en décadas. Ni siquiera encendí el móvil para leer los mensajes de Navidad, ya que me habría visto obligada a contestarlos.

En la mesilla de noche encontré un libro, seguramente sería la lectura que le había acompañado las últimas noches. Intrigada, lo cogí y comencé a leerlo. Quería saber más de Natalia, qué le gustaba, con qué se entretenía, a qué le dedicaba los últimos minutos antes de caer rendida en aquella cama.

El protagonista del libro, a su llegada a París pasó hambre y frío como un pordiosero, ya que se alimentaba de lo que le daban y dormía cada noche bajo un puente distinto. Probablemente le salvó la vida un abogado mexicano que le ofreció una habitación en su casa y le dejaba cada mañana un billete de diez euros en la mesa para que los gastara como quisiera. Gracias a algunos ingresos esporádicos, pudo alquilar con un amigo un apartamento, no obstante, tras las frecuentes borracheras, acostumbraba escarbar en la basura para rescatar algún resto aún comestible.

Todo aquel horror me hizo pensar en Natalia. Deseaba con todas mis fuerzas que ella no tuviese que haber vivido eso. No podía soportar la idea de que aquella mujer tan increíble, se hubiese encontrado en la calle por su culpa. Cerré el libro, pero me acordé del que yo tenía en la maleta y volví a abrirlo, buscando aquella firma. La encontré. Justo en el mismo lugar en la que estaba en "Lo que encontré bajo el sofá". Sin lugar a dudas, Natalia había sido la persona que me había dejado el libro en aquella cafetería.

Después de gandulear un día y medio entre la cama, la cocina y el baño, el disco de Natalia volvía a sonar tras una semana de silencio.

Saqué mi ordenador portátil de la maleta y comprobé que se conectaba felizmente al Wi-Fi de algún vecino. Empecé a buscar cosas de mi pasado y del pasado de Natalia. No encontré nada. De mi vida estaban mis fotografías cuando pertenecía a National Geographic, mi nominación, el accidente de avión y poco más. Pero es que de Natalia no había nada. Parecía como si se la hubiese tragado la tierra. Me pasé toda la tarde con el ordenador, frustrándome cada vez más.

Decidí buscar por "Eilan Bay" y solo aparecía su página oficial que ya conocía. Ingresé el nombre en YouTube y salieron dos o tres vídeos grabados con móviles. Reproduje uno de ellos, y lo que vi me dejó helada.

Era Natalia, totalmente borracha encima del escenario, sin saber lo que hacía y sin tener ni idea de que la estaban grabando. Todos se reían de ella, y ella era ajena a la vida. Estaba irreconocible, como en el primer concierto al que asistió, pero en mucho peor estado.

Al primer vuelo - ALBALIAWhere stories live. Discover now