EP 18: ¿A DÓNDE QUIERES LLEGAR?

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POV Natalia.

Subí nerviosa al ascensor. Respiraba más hondo de la cuenta, necesitaba por todos los medios acallar esa parte oscura de mí, que gritaba y pataleaba envuelta en rabia. Apretaba los puños, clavándome mis propias uñas en la palma de la mano. Me miré fijamente en el reflejo del espejo, mi mirada se había tornado oscura e inquieta. Estaba decepcionada, muchísimo. Pero sabía que no tenía derecho a echarle en cara nada, era su vida, y nosotras no éramos nada. No tenía que darme ningún tipo de explicación ni yo se la tenía que pedir. Pero me moría por tenerla.

Llegué al rellano y encontré la puerta entornada. Con cuidado, empujé la madera y entré en el piso, cerrando tras de mí.

- ¡En la cocina! – escuché que Alba gritaba.

Suspiré y me armé de valor, acorté la poca distancia que me separaba de ella, repitiendo en mi mente una y otra vez "sólo somos amigas", deseando que, si llegaba a repetírmelo al menos cien veces, me lo acabaría creyendo.

- No te esperaba tan pronto – comentó al verme en el marco de la puerta, yo elevé un poco la comisura de los labios, formando una pequeña mueca - ¡anda! ¡has traído comida! – exclamó al ver las bolsas.

- Sí – hablé por primera vez - ¡sorpresa! – reí sarcástica.

- ¿Te pasa algo? – Alba me conocía demasiado bien.

- No – mentí - ¿ponemos la mesa? – Alba me miró desconcertada, pero asintió.

Dejé las bolsas en la encimera, y vi cómo en el fregadero descansaban varios platos y dos tazas sucias. Habían desayunado juntos allí. Tragué saliva, mientras desvié mi mirada hacia el mueble de arriba y cogí dos platos y dos vasos, después los llevé a la mesa. Alba mientras tanto, cogió los cubiertos y sacó de las bolsas la comida para llevarlo todo a la mesa.

Nos sentamos a comer en silencio, cada una se iba echando en su plato lo que le apetecía de todo lo que había traído. La notaba nerviosa, aunque quisiera disimularlo, a mí no me iba a conseguir engañar. Estaba inquieta, lo sabía porque sus ojos pestañeaban más de lo normal, y arrugaba la nariz de una forma muy tierna.

- ¿Qué tal la mañana? – rompió el silencio, mirándome.

- Bien – elevé los hombros – he hecho la compra, llevado una cosa a la tintorería, no sé, cosas de persona mayor – bromeé.

Ella rió levemente. Se creó un silencio bastante incómodo, que mi mente estaba deseando romper.

- ¿Tu mañana qué tal? – solté, expectante por su respuesta.

- Bueno – se encogió de hombros – he tenido mejores. – sonrió triste, yo fruncí el ceño.

- ¿Ha pasado algo? – ella negó con la cabeza, mintiendo.

- Estaba todo riquísimo – cambió de tema.

- Sabía que te gustaría – sonreí, siguiéndole el juego.

Dio por terminada la comida cuando se levantó con los platos para llevarlos a la cocina. Yo la imité. Entre las dos fregamos todos los platos, incluidos los del desayuno. Después nos sentamos en el sofá.

Siempre que habíamos visto la televisión allí, lo hacíamos abrazadas o una apoyando la cabeza en las piernas de la otra, sin dejar de acariciarnos. Esta vez ambas mantuvimos las distancias, ni siquiera nos rozábamos, ella estaba en un extremo del sofá y yo en otro. La situación era tremendamente incómoda. Le dio al "play" y ambas tratamos de concentrarnos en la trama de la serie. Fue un intento en vano.

Al primer vuelo - ALBALIATahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon