Capítulo 6

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Trez había llegado pronto a la Universidad, reconocía que había dormido fatal porque cierto rubio no había dejado de recorrer sus sueños. Si al menos hubieran sido solo sueños húmedos el chico no traería las ojeras que llevaba. Pero los sueños sacaban sus mayores anhelos y también sus mayores miedos.

Había tenido suficiente de Baardsson esa noche, rechazándole, mirándole como lo hizo Josué en su día, y riéndose de él.

Trez sabía que los sueños no eran más que exageraciones, pero hacía tiempo que no soñaba con eso y ahora había dejado de ser Josué el rostro que veía.

Ahora el que veía había entrado por la puerta y ni siquiera le había mirado. Mejor así, pensó, no estaba para muchas alteraciones, ese día no.

Baardsson revisó las primeras impresiones y dedicó un tiempo a cada grupo, cuando llegó al suyo, Trez intentó concentrarse en lo que habían hecho, olvidar cualquier distracción que él pudiera producirle y para eso lo mejor era no mirarle.

Por un momento se olvidó de él, había elaborado una pequeña guía sobre ítems reseñables para su proyecto en el Museo. El siguiente paso era ampliarla con otros restos hallados por el país y relacionarlos entre sí.

Trez estaba realmente contento con el resultado y con sus compañeros, Mary y Oliver. Creía que de verdad habían hecho un buen equipo y los tres se complementaban.

—¿Quién ha elegido esta pieza?—preguntó Baardsson.

—Yo.—Que Trez intentara ignorarlo no significaba que no respondiera a una pregunta directa, pero sí intentó olvidar por completo lo que había pasado entre ellos. Que lo intentara no significa que lo consiguiera.

—¿Por qué?—Su tono era duro, pero al parecer era su modo de hablar o eso se dijo a sí mismo.

—Me pareció interesante, sé que es un poco controvertido por el lugar en el que se encontró pero quizás podamos hallar referentes en Escandinavia.

Baardsson le miró y Trez tragó saliva, él creía fuertemente en lo que decía, pero su mirada pesaba demasiado y el chico acabó desviándola. Le molestaba, le molestaba muchísimo no haber podido mantenérsela por más tiempo.

—Veremos qué puede salir de esto.—Trez volvió a mirarle y el rubio a él. Notó como sus ojos descendieron a sus labios, y Trez tuvo que buscar algo en su bolsa, cualquier cosa para evitar volver a mirarle y ver cómo pasaba su lengua de nuevo por sus labios.

Cuando Baardsson dejó su grupo y fue al siguiente, Trez parecía que volvía a poder respirar con tranquilidad.

—Creo que le hemos impresionado—dijo Mary

—Meter esa estela ha sido muy buena idea—añadió Oliver.—¿Solo soy yo o Baardsson impresiona?

—Yo me quedo embobada mirándole.—Trez miró a su compañera, al menos él no era el único al que le pasaba.

Ese día no quería ser el último en abandonar la clase, no quería quedarse en el mismo lugar que él. Pero notó como una mano se posó en su hombro cuando estaba por irse.

—Quiero hablar contigo.—Miró su mano, quemaba donde le tocaba, abrasaba, para más señas. Su mano era cálida y grande y Trez sabía perfectamente lo que sabía hacer con ella.

—No puedo—dijo apresurado—. Tengo... tengo que irme.

Se sentía como un cobarde, pero si hubiera tenido algo que decirle sobre el proyecto, lo habría hecho delante de los demás.

Trez no quería que le volviera a recordar que entre ellos no habría nada más ni que le mandara mensajes contradictorios con sus gestos.

Salió corriendo del campus, acababa de decirle que no a su director de proyecto, a Sten Baardsson, ¿qué había hecho?

TrezWhere stories live. Discover now