Capítulo 15

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Sten llevaba más de un mes con Natalia, y estaba sorprendido, no iba a negárselo a sí mismo, aunque a Samuel no hacía otra cosa que darle evasivas.

Natalia no se había ido, ella seguía allí, con él, con Sigrid, cómo si nunca hubiera pasado nada. Y aunque él se afanaba en no exteriorizarlo, le jodía, le jodía mucho. Porque habían pasado cosas, muchas, y se daba cuenta de que él no era el mismo que cuando ella se fue.

Cuando volvió a tenerla entre sus brazos, sí se sintió parecido, incluso al principio pensó que el amor que había sentido por ella en el pasado volvía eclipsándolo todo, pero al poco, se dio cuenta de que estaba haciendo un papel para el que no actuaba desde hacía demasiado tiempo.

Él, que nunca se había forzado a estar con alguien, allí, sentado con Natalia apoyada contra su pecho mientras ella leía la memoria de su última excavación, y él se sentía muy fuera de sí.

Pero solo tenía que echar la vista hacia la mesa baja, Sigrid estaba haciendo dibujos, amaba dibujar, y los miraba de vez en cuando con una amplia sonrisa llena de ilusión. Él siempre se había escudado en que la que se había marchado había sido Natalia, el que sostenía la máscara de que todo iba bien había sido él.

¿Cómo acabar con la felicidad de su hija? ¿Cómo no volver a intentarlo con la mujer de la que había estado perdidamente enamorado?

Todo le decía que aquel pensamiento era erróneo, pero aquello también era lo que él siempre había querido, ¿no?

¿Qué estaba fallando?

Como contestación a esa pregunta llegó un mensaje de Samuel, cuando lo abrió y vio la imagen odió a su amigo. Aquello era algo de muy mal gusto, pero no fue solo el poco tacto de Samuel, de eso su amigo parecía haber nacido sin él. Era la fotografía que le enviaba.

Trez y Killian, le hizo gruñir, como un puto nearthental, le hizo sentir traicionado, cuando allí el único que la había jodido había sido él.

Apagó la pantalla y lanzó el teléfono contra el sofá.

Samuel odiaba a Natalia, y teniendo en cuenta que ese tipo era incapaz de mantener el esfuerzo de odiar a alguien más de una hora, con Natalia batía récords. Entendía el punto de su amigo, pero aunque ya no la atacaba directamente, aquella puñalada trapera le había dolido.

—¿Qué ocurre?—le preguntó Natalia.

—Samuel.

—Uh.—Aquella siempre era su contestación cuando nombraba a su amigo, el odio era mutuo.

Pero la apartó de sí para levantarse, estaba realmente molesto y volvió a agarrar el teléfono. Sigrid lo miraba curiosa.

—No pasa nada.—Trató de reconfortar a su hija, pero cuando marcó el número de su supuesto mejor amigo salió del salón y se encerró en el lugar más alejado, el baño.

Varios tonos después Samuel contestó.

—Vete a la mierda—fue el saludo de Sten.

—Yo también te quiero, amigo.—El tono jocoso de Samuel le estaba tocando lo huevos.

—¿A qué viene esa foto?

—Los acabo de ver saliendo así de museo—dijo como si aquello no fuera doloroso para Sten—. Pensé que necesitarías saberlo.

—No necesitaba una mierda.

—Pues deberías—le dijo molesto Samuel, desde que Natalia volvió el tono de sus conversaciones estaban resultando siempre así—. Natalia se irá.

—Parece que estás deseando que lo haga, es mi vida, ¿te queda claro?—dijo Sten—Quizás vaya siendo hora de que te consigas tu propia familia y dejes de meterte donde nadie te llama.

Estaba tan furioso, molesto con su amigo, molesto con la foto, molesto con sentirse así por algo que debería darle igual. Mejor si Trez estaba con alguien, no le deseaba ningún mal al chico; quería que fuera feliz, que encontrara alguien con quien pudiera estar realmente. Si tenía que ser Killian, pues muy bien.

Pero ese "muy bien" no le llegaba a donde debía llegar, ese lugar estaba teñido de rojo y negro, y no era el mejor momento. Los celos eran completamente injustificados, no tenía ningún tipo de derecho a sentirlo. Él había tomado una decisión, y esa era su familia.

Solo que las cosas no estaban yendo como él había imaginado, y aún pensaba en Trez, cuando le veía en clase era realmente duro, porque todo en él le decía que fuera con él, que volvieran a reír, a hablar, a mirarse de aquel modo en el que antes lo hacían. Pero ninguno se miraba ya.

—No vuelvas a mandarme algo así—le dijo antes de colgarle.

Por primera vez en los años de relación con su amigo le colgó realmente enfadado, no era quién para mandarle algo así, para boicotear su relación.

o0o


Samuel llevaba días pensando en quién había sido el tipo que le había levantado a Hugh, pero por más memoria que hiciera, que debía reconocer que en temas amorosos era bastante escasa, no localizaba quién, de aquellos años como estudiantes podría haber sido el interés romántico del moreno.

Por lo que conocía Hugh, sería como buscar una aguja en un pajar, ese hombre se expresaba menos que una piedra. O quizás, más bien, todas sus expresiones para con él eran así, bien que a su ligue tocón sí que le sonreía y se mostraba encantador. Todo lo encantador que él pudiera mostrarse, claro.

Desesperado, y sabiendo que su método no iba a resultar, decidió mejor ir de frente. Aquel era su estilo, en cualquier caso. Por lo que la mejor opción era ir a acosarlo al museo.

Cuando vio a el pequeño ligue de Sten salir dándose más que miraditas con Killian, tuvo una idea. Una mala idea, pero buena para el karma cósmico.

Natalia seguía en Dublín, seguía con su amigo, y seguían jugando a aquel juego peligroso.

Era mala idea, pero mandó la foto que había tomado a la nueva pareja dejando el museo.

Sabía que Sten le llamaría, incluso que le mandaría al diablo, contaba con ello. Pero sabía que no era feliz en esa pantomima de relación, solo había que conocerlo un poco, parecía una versión pobre de su amigo queriendo volver a un pasado imposible de volver a alcanzar.

En este caso no podía culpar solo a Natalia, mal que le pesara, Sten había tomado la decisión de volver con ella. Aquella foto solo era un recuerdo, un recuerdo de quien estaba empezando a ser, él no era consciente, pero le había vuelto a ver ilusionado por alguien, y ese alguien parecía también muy dispuesto a ilusionarse.

Cuando Sten le colgó, intentó no sentirse culpable, solo esperaba que su amigo recapacitara. Si no era Trez, al menos que se diera cuenta de que el de ahora no era el Sten más feliz.

La idea de entrar al museo para pedirle perdón a Hugh por cualquiera que hubiera sido el tío al que le levantó, empezó a no resultarle tan alentadora.

Una mala conversación al día era más que suficiente, aunque nadie lo creyera él también tenía sentimientos. Enredados en un montón de pensamientos lujuriosos y poco serios, pero sentimientos, al fin y al cabo.

Y aunque se lo había buscado, Sten le había dado donde más le dolía.

TrezWhere stories live. Discover now