Capítulo 22

2.4K 290 48
                                    


Trez aún estaba entre los brazos de Sten cuando Killian se había marchado, no pudo decir nada, y en el fondo le agradecía que se hubiera ido sin más.

Sin embargo, las explicaciones iba a tener que darlas igualmente, los ojos claros de Sten le miraban llenos de dudas.

—Suéltame—pidió, porque a pesar de ser él el que se había arrojado a sus brazos, era el otro el que le tenía fuertemente agarrado. A duras penas el rubio obedeció, y aunque fuera él el que lo había pedido, sintió la perdida de los brazos a su alrededor.

—¿Habéis discutido?—preguntó. Trez no tenía ganas de hablar de eso allí, igual que Killian los había sorprendido cualquier otro podía pasar por allí.

—Sí, vámonos de aquí—le dijo Sten como si le hubiera leído el pensamiento. Le hubiera dicho que no, que ellos no iban a ningún lado, y menos juntos. Pero se vio a sí mismo caminando a su lado y saliendo del museo.

Hacía frío en el exterior incluso para esas fechas, el verano estaba a la vuelta de la esquina, pero el clima parecía ir acorde con el momento que Trez estaba viviendo. Aun así, se sintió mucho mejor en el exterior.

Las calles familiares cercanas al museo y la universidad, con Sten, le parecían diferentes. No estaban hablando pero caminaban con tranquilidad.

—No hemos discutido, hemos roto—confesó, y sintió los ojos de Sten sobre él, pero Trez solo miraba el suelo por el que caminaba.

—Lo siento.

—¿De verdad?—En ese momento sí le miró, dudaba que lo sintiera si hacía poco le había propuesto retomar aquella incipiente relación. No podía estar siendo sincero.

—Aunque parezca increíble sí, lo siento, por ambos.—Por un momento Trez quiso volver a sus brazos, pero estaban en mitad de la calle, y ellos, sin duda no hacían eso, ni antes ni ahora—Aunque parezca falso de mi parte, aprecio a Killian, y a ti, no me va a gustar nunca verte así.

Trez solo asintió, la realidad era que él había conocido a Killian a través de Sten; y en la excavación era evidente la buena relación que tenían.

Había sido una mala decisión por su parte salir con el arqueólogo cuando aún era tan reciente lo de Sten.

Ambos seguían caminando, sin hablar de nada, y poco a poco sus pasos los llevaron como si el camino ya estuviera previamente marcado a casa de Trez.

Cuando vio la puerta blanca delante de él, se giró a mirar a Sten.

Su rostro tan conocido para él, ese mismo que había pasado por tantas fases en los escasos meses en los que tenían de conocerse, le miraba. Había visto en él el deseo, la indiferencia, la culpa, los celos, y ahora lo tenía de nuevo ante él. Y no sabía qué sentir.

Su lado racional le pedía que se fuera, que abriera aquella puerta blanca, entrara y se olvidara de él. La otra, la que le hizo esperanzarse en el pasado, la que le abrazó hacía menos de una hora, le pedía algo bien diferente.

—¿Quieres pasar?—se escuchó a sí mismo. Los ojos de Sten sonrieron pero su cabeza negó.

—Quiero tener una oportunidad contigo, Trez—le dijo—Quiero, de verdad, tener una oportunidad, y en el pasado no la tuvimos.

A Trez le costaba procesar las palabras del hombre delante de él.

—Si entro ahora, sabemos qué es lo que va a pasar.—Sten acarició su rostro, y sí, él sabía lo que iba a pasar—No es que no lo desee, pero quiero que sepas que no es solo eso.

TrezWhere stories live. Discover now