Capítulo 30

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Sten nunca había estado tan ansioso en su vida, al menos en su reciente vida no sexual con Trez, hacía meses desde que se habían acostado por última vez.

No es como si ambos no supieran qué esperar, pero esos preliminares de semanas a más puras pajas cada uno en su cama, habían sido como una segunda adolescencia no deseada, ni siquiera en su adolescencia Sten había tenido tanta contención.

En el momento en el que llegaron al hotel en Oslo, Sten cerró la puerta y empujó a Trez contra la puerta, devorando su boca y siendo recompensado con mil y un gemidos.

Lo alzó agarrando sus piernas para que Trez las pasara por su cadera y su espalda quedara bien pegada a la puerta.

Sabía que no necesitaban mucho más, solo bajar un poco los pantalones de Trez dejándole ese respingón culo suyo libre y bajarse su bragueta. Pero quería algo más, podía tener algo más, podía tenerlo todo con él.

Lo cargó llevándolo hasta la cama, y se sentó con Trez encima mientras devoraba su cuello dejando nuevas marcas sobre su piel.

—Por fin eres mío—le susurró al oído, no tenían que permanecer en voz baja, no había nadie más que ellos, pero le resultó íntimo.

Trez le miraba, desecho, como a Sten le gustaba, sus grandes ojos verdes estaban acuosos, y sabía que se teñirían de puro placer en el momento en el que estuviera dentro de él.

—Y tú eres mío—le contestó Trez, y por primera vez, después de meses de hacer el idiota se daba cuenta de que así era, era de Trez y todo ese juego estúpido había acabado.

El joven metió una mano entre sus cuerpos, acariciando la erección de Sten, apretándola entre sus finos dedos y sonriendo como el gatito que sabía podía llegar a ser en el sexo.

Sten le dio acceso libre a tocarle todo lo que quisiera, y Trez no escatimó en caricias, sobre su pantalón, sobre su camisa.

Palpando, acariciando y mordiéndose su labio inferior mientras Sten disfrutaba de la vista.

Le desabrochó botón a botón hasta dejar su pecho al descubierto, acariciándolo con avaricia, dejó suaves besos que poco a poco se fueron haciendo más voraces.

Trez lamió sus pezones, normalmente, Sten era tan dominante que disfrutaba destrozando cualquier cuerpo debajo del suyo, pero dejarse acariciar y lamer por Trez era demasiado placentero. Se reclinó sobre la cama, dándole más movimiento al moreno, que descendió por su abdomen. Su lengua era cálida, y trazaba suaves líneas que solo le hacían desearle aún más.

Se deslizó por sus piernas para poder bajar un poco más. Su boca, completamente abierta abordó el bulto en su pantalón.

—Ábremelo, y chúpamela—pidió Sten, Trez le miró desde esa posición tan erótica, y como su buen chico obediente cumplió con sus órdenes, abrió los botones de su pantalón, mostrando una ropa interior humedecida por las caricias del moreno.

Cuando le sacó por fin su más que inflamada erección, vio la codicia en los ojos de su... de su ¿novio?

Sten llevaba pensando tiempo en aquello, en qué término convencional usar para lo que estaban comenzando Trez y él. Pero su poca racionalidad se la llevó en el momento en el que avaricioso se la metió completamente en la boca.

Sten llevó sus manos grandes hasta la mata de cabello oscura, siguiendo el ritmo demasiado veloz de Trez. A esa velocidad iba a hacerle acabar demasiado pronto para sus planes. Cuando llevado por demasiado entusiasmo Trez casi se ahoga, Sten sonrió, porque le encantaba la faceta deshinibida de Trez, la que le mutaba en un ser sexual y completamente suyo.

TrezWhere stories live. Discover now