Cap. 1

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- Vamos, por favor, acompáñame -suplicaba Christie desde el otro lado de la linea-. Kate, por favor, si me haces este favor no te volveré a pedir nunca nada más.

No pude evitar reír.

- Eso mismo me dijiste la última vez.

- Bueno, da igual, pero esta vez te lo digo de verdad.

- Christie, no puedo, tengo que terminar unas entregas para el lunes, y son urgentes.

- Pero es viernes, todavía tienes sábado y domingo por en medio. Por favor -me quedé en silencio, pensando en que decirle-. Además, no te vendría nada mal salir de vez en cuando.

- Ya sabes lo que opino acerca de salir con chicos.

- Yo no he dicho nada de salir con chicos, digo salir en general.

- Deja que me aclare, me estas pidiendo que te acompañe a tu cita. Con un chico.

- Exacto.

- Lo repito: ya sabes lo que opino acerca de tener citas con chicos.

- Bueno, en la de esta noche no la cagarás, porque será mi cita.

- Razón de más. Es tu cita.

- Oh vamos Kate, por favor.

- ¿Y por que me necesitas?

- Porque me da miedo.

- Oh, no me lo puedo creer. Christie tiene miedo de una cita con un chico, ¿han escuchado bien señoras y señores?

- Ya basta, no tiene gracia.

- Sí la tiene -suspiré-. ¿A que hora y donde?

- A las diez en el Blue Harmon. Te quiero, eres la mejor.

Y colgó. Yo miré mi reloj, y eran las nueve ya. Guardé el trabajo que adelanté y apagué el ordenador. Después me metí en la ducha. Cuando terminé, me enrollé una toalla en el cuerpo y salí del baño. Fui a mi habitación y abrí mi armario, buscando algo que ponerme. No quería ir más guapa que Christie, porque sino me mataría, así que me decanté por unos pantalones blancos con un cinturón marrón, una blusa por dentro del mismo color y una americana de color azul claro. Cogí unos botines marrones y me calcé. Lista. Fui a peinarme y maquillarme. Desenredé mi pelo pelirrojo y lo dejé suelto, después me puse un poco de colorete, raya y rimel, y gloss en los labios. Me preparé el bolso y salí de casa. Me subí en el coche y puse rumbo al Blue Harmon. Aparqué dos calles antes, ya que por allí era imposible aparcar.

Pasé las dos calles y me encontré con Christie mirando su móvil y esperando. Llevaba su melena rubia recogida en un moño de bailarina. En cuanto a la ropa, iba muy Christie, vestido negro ajustado, tacones y los labios rojos. Cuando me vio se acercó a mi sonriendo y me abrazó.

- Te debo una -dijo todavía abrazada a mi.

- Sí, lo sé -nos separamos y la miré-. Siempre me dices lo mismo. Por cierto, estás guapísima.

- Tu también, me encanta la americana.

- Bueno, cuéntame. ¿Como se llama el chico de la cita?

- Se llama James Robinson. Es alto y guapo. Y es bombero.

- Vaya, ahora te has pasado a los bomberos -solté riendo.

- Sí -dijo Christie riendo-. Te va a encantar cuando le conozcas, es encantador. Y creo que podrás hacerles tú las fotos del calendario que están preparando para el año que viene -dijo arqueando las cejas.

- ¿Te tengo que recordar que trabajamos juntas?

- No. Ya he hablado con el jefe del departamento para concretar día y hora.

Cita a ciegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora