Cap. 41

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- Oh venga ya, ¡no me creo que seas tan pésima con esto! -dijo riendo mientras yo fallaba con la escopeta en las latas una vez más.

- Yo no soy poli, ¿recuerdas? -dije mientras dejaba la escopeta en el mostrador-. Además, esto está trucado -dije en voz baja.

- ¿Qué te juegas que las tiro todas? -dijo señalando con la cabeza las latas.

- Juegas con ventaja.

- ¿Tienes miedo, Hale? -le miré fijamente y negué con la cabeza-. Perfecto, vamos a jugar.

- Un algodón de azúcar doble a que pierdes.

- ¿Que tienes diez años jugandote eso?

- Tenemos diez años estando aquí -dije sonriendo.

Pagó y cogió la escopeta. La levantó, apuntó, y en dos disparos tiró todas las latas. Se colocó la escopeta en el hombro y me miró, sonriente.

- Has perdido. Me debes un algodón de azúcar doble.

- Tramposo.

Fuimos a por el algodón de azúcar doble. Lo pagué, y se lo tendí a Steve, pero me obligó a llevarlo a mi.

- ¿También me vas a hacer dártelo? -dije riendo y metiéndome en la boca un trozo.

- Si así eres feliz -le miré y él rió todavía más-. ¿Sabes que nos va a dar algo con tanto azúcar?

- Pero está rico.

- Me alegra verte aquí -miré a Steve, el cual me sonrió.

- Y a mi verte -dije sonriendole de vuelta.

Estaba desayunando con mi madre, y preparó mi desayuno favorito, ya que era el último día que estaba con ella. La notaba triste, así que le agarré la mano, y me sonrió.

- Sabes que puedes venir a visitarme siempre que quieras.

- Lo sé, pero no quiero ser una molestia -dijo bebiendo de su café.

- Molestia es Dean a veces -dije riendo, y luego me callé de golpe. Mi madre me miró y rápidamente bebí de mi café.

- ¿Dean? -dijo con una ceja levantada-. ¿Hay algo que deba saber?

- Tengo novio.

- ¡Eso es genial! -dijo sonriendo-. Con que Dean, ¿eh? ¿Y a que se dedica? 

Se lo conté todo, como nos conocimos, qué hacíamos... Todo menos que está metido en cosas ilegales. Cuando terminé de hablar de Dean y mi, me callé. Mi madre se iba a levantar pero le agarré la muñeca, haciéndola sentar de nuevo.

- Tenemos que hablar sobre otra cosa.

- ¿Estas embarazada?

- No mamá... -dije riendo.

- ¿Y qué es?

- Conocí a papá. O eso creo -la sonrisa en la cara de mi madre se esfumó-. En una partida clandestina.

- ¿De que estas hablando?

- Terminé por error allí, y cuando le conocí me dijo que le recordaba mucho a alguien. Entonces me dijo que abandonó a su mujer y a su hija, y yo... Bueno, yo he echo mis suposiciones.

- ¿Como se llama?

- Larry Owens -mi madre soltó un suspiró y se apoyó en el respaldo de la silla-. ¿Es él?

- Sí, cariño.

Después de comer empecé a guardar mis cosas en el maletero del coche. Durante el resto del día no hablé más con mi madre de Larry, ya que no quería saber nada. Miré la hora, y me tenía que ir. Miré a mi madre, la cual estaba con los ojos vidriosos.

- Mamá... -suspiré, y la abracé-. En unos meses me verás sí o sí, y te presentaré a Dean -la oí reír-. Pero no me llores, que te pones fea.

Se separó de mi y me miró, sonriendo y acariciándome la mejilla.

- Estoy orgullosa de ti, cariño. Muy orgullosa -me besó la frente, y esta vez fui yo la que la abrazó.

- Te voy a echar mucho de menos.

Le di un último beso y me dirigí al coche. Me subí en él, y puse rumbo hacia casa.

Llegué a casa, y mientras esperaba el ascensor, no paraba de bostezar. Estaba realmente cansada. Cuando entré en casa, fui directa a la habitación. Dejé la maleta y cogí una camiseta de Dean que se dejó una de las veces que estuvo aquí. Después, fui a la cocina con las bolsas que me dio mi madre, y empecé a guardar las cosas. Iba a abrir la nevera, cuando vi un papel blanco doblado. Lo cogí, lo abrí y lo leí.

"Siento no poder estar en casa para recibirte, pero me he tomado la libertad de llenarte la nevera para que mañana prepares uno de tus desayunos. Llámame cuando leas esto. Te quiero, Dean."

Sonreí y volví a dejar la nota en la nevera. Terminé de guardar las cosas, y me fui al comedor. Encendí la tele, pero me olvidé el móvil en mi habitación, así que me levanté corriendo, lo cogí y volví al comedor. Me tiré al sofá, y busqué el numero de Dean. Lo marqué, y esperé a que contestara. Pero la única voz que oí fue la del contestador. Decidí llamar a Christie, la cual me contestó al instante.

- Mira quien se digna a llamar después de una semana.

- Oh, ¿tanto me has echado de menos? -dije riendo.

- Que te den. ¿Qué tal tus vacaciones?

- Geniales, ¿y las tuyas?

- Oh, las mejores. Sexo a todas horas con James.

- Oye, que sea tu mejor amiga no implica que quiera saber cuantas veces tienes sexo con tu novio.

- Claro, estas celosa porque tu has estado a dos velas.

- Ja, ja. Por cierto, ¿sabes algo de Dean?

- No, hace días que no le veo. Y James tampoco. Sé que ha estado liado con un montón de cosas del trabajo, pero nada más.

- ¿Y de lo otro?

- Muy pocas noches.

- Genial -dije suspirando-. Oye, me voy a dormir. Han sido unos días agotadores. ¿Nos vemos mañana?

- Claro. ¿Quedamos para comer?

- Perfecto.

- A las dos en el Blue Harmon.

Colgué y volví a marcar el número de Dean, pero nada. Suspiré, y opté por enviarle un whatsapp.

>>Kate, 23:14: Como no contestas mis llamadas, te envío un whatsapp. Ya he llegado a casa. ¿Tú como estás? Por favor, llámame cuanto antes. Te quiero.<<

Cita a ciegasWhere stories live. Discover now