Cap. 26

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A las ocho de la tarde estaba ya en casa, y al entrar, fui directa a la habitación. Abrí mi armario, en busca de un vestido elegante y bonito para ponerme. Empecé a sacar los que mas me gustaron y a tirarlos encima de la cama. Cuando terminé, cerré el armario y miré la cama. Resoplé. Ahora tocaba elegir. En esos momentos, Christie entraba por la puerta. Miré mi reloj, y esta vez, venia mas pronto.

- Christie, a la habitación. ¡Urgente!

Entró en mi habitación con un vestido cubierto en el brazo. Lo colgó detrás de la puerta y miró el panorama.

- ¿Tú no te encontrabas mal? -dijo cruzándose de brazos.

- Verás, no me encontraba mal. Solo que no quería ir a trabajar ya que dormí en casa de Dean porque cierto capullo me pegó por no querer follar con él -Christie abrió tanto la boca, que creí que la mandíbula se le iba a desencajar-. Luego, si quieres, te cuento los detalles. Ahora, me puedes ayudar a elegir, ¿por favor? Tengo que ir guapa para no desentonar.

- Tú ya eres guapa.

- Ahora los cumplidos para subir la moral no sirven. Necesito saber qué vestido ponerme. Y lo necesito para antes de las doce al ser posible.

- Está bien Cenicienta. Menos mal que mañana no trabajamos -dijo sonriendo-. Lo primero que tienes que hacer es escoger dos, los que mas te gusten, y probártelos. Verte con ellos puestos. Y así sabrás cual ponerte. 

Asentí y de los cinco que saqué, guardé tres. Primero me probé uno, y salí para que Christie me viera y para verme yo en el espejo. Vuelta hacia la derecha. Vuelta hacia la izquierda. Ahora de espaldas, y ahora de frente. 

- Siguiente -dijo Christie.

Me probé el otro, y fue colocarme delante del espejo que no hizo falta dar tanta vuelta: ya tenía vestido. Bien, una cosa de la lista tachada. Me saqué el vestido y me fui al portátil. Lo abrí, y me puse en Google Maps. Busqué la dirección, y allí no había nada. Al menos, nada a la vista.

- Aquí es donde tenemos que ir.

- Pero si no hay nada -dijo Christie mirando la pantalla.

- A simple vista no, pero si te pones aquí y le das al zoom... Verás que hay un local.

- Un local que nadie conoce -replicó Christie-. Además, ¿por qué vamos ahí?

- Porque puede que ahí descubra toda la verdad sobre Dean.

- Si no te lo ha dicho, será porque no quiere que lo sepas. Se le llama intimidad -me giré y la miré.

- Christie, recibe llamadas cada dos por tres, aparece con heridas de un día para otro y luego este mensaje. Me da igual lo que me digas, voy a ir. Contigo o sin ti -dije cerrando el portátil.

Cenamos una pizza deprisa y corriendo, y después nos duchamos con la misma rapideza. Una vez secas, tocaba maquillaje y peluquería, que de eso se encargaba Christie. Decidí dejarme el pelo suelo hacia un lado, y Christie optó por un recogido simple. En cuanto a maquillaje, base, colorete, raya, rimel y carmín rojo. Una vez listas de cuello hacia arriba, tocaba ponerse listas de cuello hacia abajo. Nos pusimos nuestros respectivos vestidos, Christie uno de color salmón palabra de honor largo, y yo uno negro con brillantes largo también, con un poco de escote, mangas cortas y espalda descubierta. En cuanto a los zapatos, tacones negros las dos. Miramos la hora: once y diez de la noche. Bien, íbamos bien de tiempo. Nos pusimos perfume, y luego guardamos nuestras cosas en un diminuto bolso. Una vez listas, salimos de casa y nos dirigimos a mi coche.

Media hora después llegamos a la dirección, y para no conocerlo nadie, no paraba de entrar gente. Aparcamos a unos cinco minutos de la puerta, y por el camino hasta entrar me iba autoconvenciendo de que lo que estaba haciendo era una buena idea. Cuando llegamos, vimos a dos portero más alto que nosotras, uno se encargaba de abrir la puerta y el otro de mirar las invitaciones. Menos mal que nos hemos arreglado.

- ¿Estas segura de esto? -me dijo Christie asustada-. Todavía estamos a tiempo de dar media vuelta e irnos a casa.

- No. Vamos a entrar.

- ¿Con que entrada? -la miré, y alcé una ceja-. ¿Tienes una entrada? Porque me sorprende...

- Si por lo que sea no funciona, tu pon ojitos -le dije a Christie en voz baja.

La pareja de delante pasó, y nos tocaba a nosotras. Le di un pequeño golpe a Christie y dimos dos pasos.

- Entrada -dijo el gorila de mala gana. Levanté el móvil y le enseñé la foto del mensaje de Dean. El gorila lo miró, y después nos miró a nosotras-. Adelante.

Nos abrió la puerta y sentí alivio. Pasamos un pequeño pasillo, hasta llegar a otra puerta con otro portero. Nos abrió esa puerta, y entramos en una sala enorme, con mucha gente bien vestida, camareros repartiendo champán y mesas de juego por todos lados: black jack, póquer, la ruleta... Había de todo.

- ¿Me has traído a una partida clandestina portátil? -dijo Christie mirándome.

Cita a ciegasOnde histórias criam vida. Descubra agora