Cap. 28

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Subimos unas escaleras, y después pasamos un largo pasillo hasta llegar a una gran puerta, en la que habían dos guardaespaldas. Nos abrieron la puerta, y entramos. Después, dicha puerta se cerró. Giré mi cabeza para ver que uno de los guardaespaldas entró y se quedó vigilando.

- Buenas noches -dijo otra voz. Volví mi cabeza hacia delante, y vi a un cincuentón con traje sentado en una gran silla-. Tu debes de ser la chica que ha ganado a mi mejor jugador, ¿no?

- A ella déjala en paz -soltó Dean, y me pegó mas a él.

- O te callas o mantengo esta conversación a solas con ella. Agradéceme que te haya dejado estar aquí, guaperas -miré a Dean, y sus labios formaban una fina linea-. Dime, ¿eres tú o no? -yo asentí-. Vaya, ¿la chica guapa no tiene ni voz ni voto?

- Sí, soy yo quien ha ganado a tu supuesto mejor jugador. ¿Y que pasa?

- Por favor, siéntate -dijo señalando una silla delante de su gran escritorio. Iba a dar un paso cuando Dean me apretó a su cuerpo. Yo le miré, y el negaba con la cabeza-. Jeff, por favor, nuestra invitada necesita aire.

El guardaespaldas se acercó y separó la mano de Dean de mi brazo, y mantuvo a Dean inmóvil.

- Por favor, ya te puedes sentar -miré a ese hombre y me acerqué a la silla. Me senté, y le miré-. Y esta preciosidad debe tener nombre, ¿no? ¿Como te llamas?

- Kate. ¿Y usted es...?

- Larry Owens, uno de los hombres mas ricos del mundo, y el que organiza las mejores partidas clandestinas.

Me fije en la mesa, y habían un par de papeles, una botella de whisky con su respectivo vaso, un cenicero con un puro encendido, y un abrecartas. Después miré detrás de su silla, y había una pantalla que mostraba qué estaba pasando abajo.

- ¿Sabes? Me vendría bien alguien como tú.

- Ni se te ocurra, Owens.

- Por favor, estoy hablando con la señorita. Jeff -en esos momentos oí a Dean gritar, me giré y vi a Jeff retorcerle el brazo. 

- ¡Para! -dije, horrorizada.

- Como iba diciendo, alguien como tú sería clave en mi equipo.

- ¿Y por qué? Si le he ganado ha sido suerte -le miré con odio.

- Aparte de porque eres guapa, porque sabes jugar. Eso no ha sido simple suerte. Sé reconocer a un buen jugador -dijo reclinándose hacia atrás-. Además, no te queda otra opción: o te unes o te mato.

Oh, genial, vaya dos opciones me ofrece, pensé. Gana tiempo, Kate, gana tiempo, me repetía a mi misma. Así que me levanté y me dirigí a la gran pantalla. Owens me siguió con la mirada, hasta que tuvo que girarse y observar la pantalla como yo.

- Dígame, si sabe reconocer a un buen jugador, sabrá reconocer a uno que hace trampas, ¿no? -Owens dejó de mirarme a mi y miró la pantalla detenidamente-. Hay un hombre haciendo trampas. A ver si sabe decirme cual.

- ¿Estas de broma?

- ¿Lo estaba usted con su propuesta? -dije mirándole.

- Cada vez me gustas más -sonriendo, miró atento la pantalla. Yo giré mi cabeza para mirar a Dean, y luego volví a mirar al frente-. Nadie está haciendo trampas.

- Sí que lo está haciendo. Fíjese bien... -señalé en la esquina inferior de la pantalla-. Ahora, en cinco segundos, el hombre se sacará un as de la manga -y dicho y echo, el hombre como si nadie le viera sacó el as de la manga-. Utiliza la distracción de esa mujer para sacarla.

- ¿Como es posible?

- Suerte. Se lo he dicho -me giré y miré la mesa, concretamente el abrecartas. Y en un impulso, lo cogí y se lo puse en el cuello a Owens.

- ¡Kate! -gritó Dean.

- Se como os las gastáis los de este mundillo, ¿sabes? Así que dile a tu guardaespaldas que suelte a Dean.

- Jeff.

Y así pasó. Jeff soltó a Dean, y éste se masajeó el brazo.

- Bien, ahora dejaré esto encima de la mesa, y haremos que no ha pasado nada. ¿Estamos? -Owens asintió-. Bueno, mejor me lo llevo. De recuerdo.

- Tienes carácter, me gusta -dijo Owens sonriendo.

Le saqué el abrecartas del cuello y caminé hacia la puerta, con Dean.

- Esto no quedará así, Kate. 

Esas fueron las ultimas palabras que escuché decir a Owens. Dean me tenia agarrada la mano y bajaba a toda velocidad las escaleras. Volvimos con la multitud de la gente, hasta que nos chocamos con Christie y James.

- Mierda.

Eso fue lo que soltaron tanto Christie como James. Solté a Dean de la mano y los miré a los tres.

- ¿Así que los tres me mentíais? Genial.

Me abrí paso y fui hacia la salida. Cuando salí, detrás mio venían Christie, James y Dean.

- Kate, espera -dijo Christie.

- No -me giré en seco y la miré, con los ojos vidriosos-. Eres mi mejor amiga. Se supone que no hay mentiras entre nosotras. No mentiras como estas. Confiaba en ti, y has tenido el valor de mentirme en la cara.

- Déjame explicarlo.

- No hay nada que explicar Christie.

Me di la vuelta y empecé a caminar hacia el coche. Lancé el abrecartas al suelo, y busqué las llaves del coche. En un sprint tuve a Dean delante, parándome el paso. 

- Al menos déjame a mi explicártelo -dijo poniendo las manos delante mio, frenandome.

- No Dean, no quiero oír mas mentiras -dije pasando por su lado.

- Era por tu bien.

- ¿Por mi bien? -solté una risa-. Lo que tenias que haber echo era decírmelo. Confiar en mi. Y así esta noche nos la hubiéramos ahorrado. 

Abrí mi coche, me subí en el, lo puse en marcha y me fui a donde fuera. Quería estar lejos de todo esto, olvidarme de todo.

Cita a ciegasWhere stories live. Discover now