Cap. 38

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Steve me miró detenidamente, y luego asintió.

- Lo sé.

- Si, bueno, lo que pasa es que estaba por mi propio pie. Y por mi novio.

- ¿Estas metida en las partidas clandestinas?

- No exactamente.

- ¿Qué quiere decir eso?

Suspiré y se lo conté todo, hasta mis sospechas de que Larry podría ser mi padre, y del porqué me preocupé al verle con Brenda. Sin obviar lo de mi tío. Cuando terminé, le miré mordiéndome el labio.

- Brenda es un testigo -mis ojos se abrieron como platos-. ¿Enserio sabes jugar al póquer?

- ¿Que Brenda es un testigo? Oh Dios mio...

- No me esperaba esto de ti Kate -dijo sonriendo.

- ¿Por qué sonríes?

- Porque me sorprende a la par que me ayuda.

- ¿En qué te ayuda el que yo este medio metida en esto?

- Ahora me vas a hacer tú un favor a mi -asentí confundida-. Me meterás ahí dentro.

- ¿Qué? No. No te voy a poner en peligro.

- Ese es mi trabajo. Además, te tengo que proteger yo a ti, y no tú a mi. El poli aquí soy yo.

- Pues tal vez me hago poli -dije cruzándome de brazos.

- Adelante. Te sentaría muy bien un arma -dijo riendo.

- Steve, no creo que sea la mejor idea que has tenido.

- Inténtalo. Así cierro el caso, y tú estas a salvo. Todos salimos ganando.

Me lo pensé durante unos minutos, hasta que accedí.

- Pero no te pongas pesado si no te llaman. Ademas, ¿qué les digo?

- Que se pelear.

Mientras trabajaba seguía dándole vueltas a lo que me dijo Steve. Aunque lo veía complicado, ya que mi novio estaba desaparecido, el lugar no era el mismo y no sabía como narices contactar con Larry. Voy bien. Suspiré. Picaron a la puerta, miré la hora, y supuse que era Bridget.

- Adelante -dije girándome y cogiendo su pedido. Escuché la puerta cerrarse, y cuando me giré, no vi a Bridget.

- Buenos días, Kate -dijo Larry sentándose en la silla de delante de mi mesa-. Hacia tiempo que no te veía.

- No podrás decir lo mismo de Dean -dije dejando el pedido en su sitio.

- Sí, lo siento por robártelo estos días, es que le necesitaba. El nuevo lugar esta abierto y claro, necesito a alguien que llamé la atención. Y ese alguien era él.

- Si eso es un intento de consuelo, vas mal.

- Solo te estaba informando. Por cierto, esta noche quiero verte a ti también. Hay una pelea y... -en esos momentos su móvil empezó a sonar-. Discúlpame -se giró un poco y empezó a hablar-. ¿Qué? No. Pues busca una solución. Necesito a un luchador para esta noche. Me da igual, o lo encuentras o te mato -colgó, me volvió a mirar y sonrió-. ¿Por donde íbamos?

Me quedé en silencio, mirándole y sonreí.

- Creo que tengo la solución a tus problemas -dije sonriendo.

- ¿De qué hablas?

- Conozco a alguien que sabe pelear. Solo que no se si estará disponible.

- Su numero. Lo quiero. Ya -dijo tendiéndome un boli y un papel. Lo apunté, lo miró y se lo guardó-. Gracias. Espero verte esta noche en la pelea, preciosa.

Se levantó y se fue. A los segundos entró Bridget. Le tendí su book, sus fotos impresas y se despidió amistosamente hasta el día de la boda. Yo seguía rezando para que Steve no pudiera ir esta noche, o al menos, que no hubiera contestado a la llamada.

Estaba en el lugar de la pelea con Christie, mirando a mi alrededor. Había más seguridad de lo normal, y en el ring no había nadie todavía. 

- Bonita noche, ¿no? -me giré y vi a Danny vestido con un smokin negro.

- ¿Se puede saber que haces tú aquí? -dije mirándole.

- Yo también me alegro de verte, bonita.

- Oh no. Si tú estas aquí, eso significa que... -Danny asintió lentamente-. Joder Danny, ¿por qué le dejas?

- No es fácil hacerle entrar en razón.

Empezaron a anunciar la pelea, así que me fui lo mas rápido que pude a la zona por la que aparecería Steve. Cuando dijeron su nombre solté unas cuantas barbaridades por la boca. Le vi salir y me coloqué delante suyo, haciéndole frenar de golpe. 

- ¿Qué haces aquí? -dije poniéndole la mano en el pecho.

- Pelear. Me han llamado antes -dijo encogiéndose de hombros-. Gracias por darles mi numero.

- ¿Gracias? Pensé que no cogerías el teléfono. ¿Y Adam Solís? ¿Qué eres el heredero de una marca de tomate frito?

- He estado todo el día pegado al teléfono, sabía que no me fallarías.

- No vas a pelear.

- ¿De que estas hablando?

- No sabes quien es tu contrincante, así que no vas a pelear. Bastante tengo con lidiar con un luchador para que se sume otro.

- Y en el otro lado, tenemos a... ¡Adam Bimbo!

- ¿Adam Bimbo? Y ese quien es, ¿el heredero del pan de molde? -me giré para ver quien se llamaba así, y mi mandíbula se desencajó-. Maldita sea.

- ¿El heredero del pan de molde es poca cosa para el de tomate frito? -dijo Steve divertido a mi espalda. Me giré y le fulminé con la mirada.

- Razón de más para que no luches. El heredero del pan bimbo es Dean, y no sabe nada de ti.

- Kate, estaré bien. Ahora tengo que irme -dijo pasando por mi lado.

- Joder.

Vi como Steve se acercaba al ring, y como Dean ya estaba encima de el. Empecé a caminar en dirección a Christie cuando un gorila se me puso en medio, barrandome el paso. Le miré, y me tendió una copa de champan.

- Gracias, la necesitaba -me la bebí de un trago y volví con la copa vacía. Me coloqué en medio de Christie y Danny, y suspiré.

- ¿Le has echo entrar en razón? -preguntó Danny.

- No. ¿Quien elije los nombres? -dije mirándole-. Porque entre Solís y Bimbo... Menuda decepción -dije riendo, y me tambaleé un poco. Christie me agarró y sonreí.

- ¿Estas bien?

- Sí, sí. Es solo un pequeño mareo. Los nervios, y el champan...

Christie asintió y volvió su mirada al frente. Yo cerré los ojos y me masajeé la frente un poco. Me había entrado un dolor de cabeza muy fuerte, y me sentía muy mareada. Abrí los ojos y me apoyé en Danny, cayendo hacia delante. Danny me agarró y me tendió en el suelo.

- ¿Kate? Kate, responde -dijo Danny.

- ¿Kate? -oí a Christie.

Y ya no oí nada más, ya que todo se volvió negro.

Cita a ciegasWhere stories live. Discover now