Capítulo 22

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El joven artista de nombre Nathaniel se dio vuelta en su cama por enésima vez en una hora, detestaba no poder conciliar el sueño y odiaba aún más que sus pensamientos estuvieran tan enredados.

Los recuerdos del día azotaban su cabeza sin parar y eso empezaba a causarle migraña.

Lo que más se repetía en su mente como una película de un CD desgastado era el texto en la carta anónima que le habían enviado, sobre todo un párrafo en específico: "Te admiro secretamente por tu forma de ser siempre tan amable y más que nada discreto. Eso es algo que me gusta mucho de ti, no buscas captar la atención de los demás. Pero aun así atrapaste la mía". Dejó de leerla al terminar ese párrafo para intentar convencerse de que no era una carta donde alguien se le declaraba, pero al regresar a la lectura y encontrar la frase explícita "me gustas Nathaniel y no solo físicamente" tuvo que aceptar lo obvio.

—Estúpido anónimo, estúpido Marc, estúpido Chat Noir... Estúpidos hombres —Se quejó el muchacho de ojos turquesas arrojando una almohada en la obscuridad, agradeció internamente que no se rompió algo.

—Suenas como mujer —Se burló Trixx haciendo resonar su voz en toda la habitación.

—Pero... Tengo una mujer —murmuró Nathaniel sin pensar.

—Alto, en primera lo dices como si las mujeres fueran un objeto que pudieras poseer lo cual es erróneo, las mujeres son personas no cosas.

—Perdón...

—En segunda no es como tú y tu supuesta novia hayan pasado de un beso para darle ese absurdo concepto de propiedad.

—¡Ya entendí Trixx! Dije algo misógino, perdón... No es como que lo ponga en práctica.

El portador del Miraculous del zorro salió de la cama y encendió la lámpara de noche ubicada en su buró, caminó a la puerta y salió del cuarto dispuesto a buscar algo que le aliviara el dolor.

Al abrir el botiquín buscó con la mirada encontrando vendas, alcohol incluso condones, los cuales había olvidado que guardó cuando se los regalaron en una de las tantas pláticas que dan en el instituto.

—Ah ahí está —dijo para sí mismo tomando una caja de cápsulas, sacó una y se la tomó con un poco de agua.

El menor de los Kurtzberg prosiguió a lavar el vaso que usó mientras nuevas interrogantes llegaban a su mente.

«¿Qué diría Queen Bee si le insinuara dar el siguiente paso?»

Chasqueó la lengua y decidió dejar de lado esas ideas, no existía razón para considerar tener pronto relaciones sexuales con la heroína de cabellera rubia pues llevaban poco tiempo de noviazgo y Nathaniel creía firmemente que para llegar a eso debía haber algo más que simple deseo sexual, la confianza y el cariño que sienten también debería ser importante.

Sí, tal vez algo anticuado para un chico de su edad, pero así era él, un adolescente que prefería admirar el trabajo de Leonora Carrington que irse a emborrachar a alguna fiesta.

Además, carecía de experiencia hasta en el noviazgo y quizás solo quizás había otro problema... Nathaniel no sentía deseo por la abeja reina.

«¿Cómo es posible? Sí ella es tan guapa y tiene un cuerpo excepcional, pero... No siento nada»

Al estar de vuelta en su cama el artista llegó a una conclusión: Queen Bee no significaba nada para él, románticamente hablando. Sí, era una buena compañera y una maravillosa muchacha, pero realmente no podía verla más como su pareja.

—Tenías razón Trixx... La he cagado.


Tres días, el pobre de Adrien Agreste llevaba tres días debatiéndose entre contactar a Nathaniel o resignarse a especular sobre su reacción al leer la carta que le había enviado y darle un regalo muy especial usando la máscara de su alter ego.

Acosador #PGP2019Where stories live. Discover now