Capítulo 38

1.5K 162 26
                                    

Adrien jugaba con sus dedos nervioso mientras su vista se dirigía al suelo sin prestarle mucha atención realmente. Inhaló profundo y se puso de pie dispuesto a hablar cuando vio a Nathaniel escabullirse a la cocina a toda prisa.

Infló sus mejillas y metió sus manos en los bolsillos empezando a caminar por donde fue el pelirrojo escurridizo.

—Carajo, carajo, carajo... —repetía Nathaniel dejando caer la tapa del refractario en la encimera.

Apagó la estufa y tomó un cartón de galletas vacío para disipar el vapor que emergía del sartén.

—Que agradable aroma —comentó Adrien para llamar su atención.

El artista brincó en su sitio y se retiró el guante que cubría una de sus manos.

—Espero que te guste la carne ligeramente dorada —Se mofó el pelirrojo dándose la vuelta para encarar al Agreste.

—Creo que cualquier cosa tú prepares me gustará —Se atrevió a decir Adrien tomando asiento tal como se lo pedía el menor con la mirada.

—Bueno, me esmeré en hacer esto para ti, así que más vale que te guste.

Nathaniel volvió a darle la espalda para buscar platos en la alacena, sacó dos y sirvió de la pasta que aún estaba tibia. Enseguida dejó los platos en la mesa y buscó los cubiertos en el cajón, trataba de calmar su nerviosismo pues sus manos temblorosas eran un problema.

Cuando la cena estuvo por fin servida Adrien no dejaba de mirar al menor que degustaba de la pasta como si de un niño se tratara, de repente su atención se centró en la mano que permanecía envuelta en un trapo.

—¿Te quemaste? —cuestionó el mayor tomando el tenedor para empezar a comer de la pasta.

—Sí, es lo que pasa si te peleas con la cocina varias semanas —respondió Nathaniel sin levantar la vista.

Ninguno añadía nada, solo se escuchaba el chocar de los cubiertos contra el plato de cerámica. Aunque en sus mentes planeaban tantos diálogos, estos no lograban superar la barrera de sus labios. Era tan frustrante.

Kurtzberg prosiguió a servir el plato fuerte, retiró el plato del invitado después de preguntar y regreso a la estufa. Nuevamente su mano libre temblaba por lo cual parte del guisado se derramó en la encimera.

Soltó una maldición y buscó otro trapo con el cual pudiera limpiar. Encontró uno amarillo, un instante se lamentó porque la mancha no se quitaría y al siguiente estaba limpiando.

—Nath...

—¿Sí?

—Hablemos.

Esa petición le cayó como un balde de agua helada, dejó el trapo a un lado y tomó los platos servidos para llevarlos a la mesa. Se sentó y colocó sus manos a cada lado de la mesa.

—Lo siento.

—Lo siento.

Se miraron a los ojos sorprendidos, ambos tragaron duro y esperaron que el otro continuara. Al darse cuenta de que Nathaniel quería hablar, pero la voz se le había ido, Adrien decidió empezar.

—Lamento todos los problemas que causé, por mi culpa mi padre casi nos vence y hubiera...

—Nos venció.

—¿Qué? —El modelo miró al contrario confundido.

—Nos ganó, nos dividió y venció —Nathaniel sintió una presión en su pecho, aunque no entendía porque, es como si su mente hubiera bloqueado un recuerdo doloroso—. Solo sé que tuve que viajar en el tiempo gracias a otra portadora...

Acosador #PGP2019Where stories live. Discover now