Capítulo 25

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Nathaniel echó su celular en la mochila mientras llevaba medio pan tostado en la boca, sacó del refrigerador un yogurt bebible y lo colocó en la bolsa lateral de su mochila. Tomó el pan después de darle dos mordidas y corrió apresurado a la puerta de su casa.

—Tarde, tarde, siempre tarde —Se quejaba mientras cerraba tras salir y daba un último bocado a su desayuno.

Caminó a la esquina y emitió un sonido similar a un gruñido al ver el semáforo para peatones en rojo.

«Que tengo prisa. ¡Carajo!», pensó empezando a mover su pie izquierdo de manera impaciente.

Al ver que el tiempo para que pudiera cruzar había iniciado se echó a correr para lo más rápido que le fue posible.

Kurtzberg llegaba al pie de los escalones del instituto justo cuando el timbre anunciaba el comienzo de las clases. Se detuvo unos segundos para recuperar el aire y luego subió los escalones de dos en dos para atravesar la gran puerta del François Dupont.

Con un intenso dolor en sus piernas, Nathaniel llegó al aula donde tenía su primera clase. Sintió alivio al ver que la profesora Mendeleiev no estaba.

En su mente maldijo tener el lugar de hasta atrás pues debía subir más escaleras. Al poder tomar asiento en la silla dejó caer su mochila al suelo y su cara en la mesa.

—¿Estás bien, Nath? —preguntó una voz a su lado.

El pelirrojo se incorporó extrañado y su expresión de sorpresa fue visible al ver a cierto compañero sentado a su lado.

—¿Adrien? ¿Qué haces aquí? —preguntó Nathaniel con dificultad, aún no lograba normalizar su respiración.

—Quise sentarme contigo —admitió el rubio con una sonrisa ladina—. Aprovechando que Lila volvió cambié de lugar, espero que no te moleste.

Nathaniel estaba confundido, dirigió su mirada al sitio que solía ocupar el modelo y grande fue su sorpresa al ver que eran Marinette y Lila quienes ocupaban ese lugar. El artista podría jugar que un aura oscura rodeaba a ambas chicas que se daban la espalda.

Ahora Nathaniel miró el anterior puesto de la franco-china, Nino lo había tomado y ahora podía disfrutar de la compañía de su novia.

—Se van a matar... —murmuró el pelirrojo al ver como Dupain-Cheng empezaba a forcejear con la italiana.

—Al menos estamos lejos —comentó Adrien riendo tímidamente.

—Bueno, es una ventaja —Le apoyó Nathaniel pegándose al respaldo de su silla.

—Y entonces... —añadió Adrien mirando a su compañero que lo miró de reojo esperando que continuara—. ¿Me puedo quedar contigo?

—Claro, no me molesta —contestó el ojiturquesa mostrando una sonrisa.

«Pero sí me distrae», pensó el menor dejando de mirar los orbes esmeraldas que caracterizaban a su compañero. Al perderse en ellos no pudo evitar recordar algunos sucesos del día anterior que vivió con otro rubio de ojos verdes.

Kurtzberg se había pasado gran parte de la noche tratando de explicarse a sí mismo el por qué besó a Chat Noir, tenía la seguridad de que se dejó llevar por el atractivo del héroe teniendo una apariencia femenina pero la idea fue desechada después de casi perder el control cuando el portador del Miraculous del gato le hizo una visita y se repitió el evento, al parecer lo que Chat tenga entre las piernas no es relevante para despertar esos deseos en él. Entonces, ¿qué significaba todo eso? ¿Realmente le atraía ese rubio que suele hacer malos chistes?

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