Capítulo 11.

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— La clase de hoy estuvo demasiado aburrida — dice Dagan mientras abre la puerta de la cabaña.

— Ni lo digas, no paraba de bostezar.

Estamos por entrar cuando una mini jeep color café con la pintura algo botada a consecuencia de la lluvia, se detiene en la entrada.
Helena baja de la camioneta con maleta en mano, Dagan rápidamente baja las escaleras para ayudarle.

— ¿Y River?

— Adentro supongo, vamos llegando.

— Hola — la saludo, pero ella simplemente me mira de reojo.

— ¿Por qué la maleta? — pregunta Dagan metiéndola a la cabaña.

— Me quedaré este fin con ustedes.

— Con una mochila era más que suficiente — asegura Dagan.

— Para ti lo es, no para mí.

— ¡River! ¡River! — grita en dirección a las escaleras.

— Helena es obvio que no está.

— Sinceramente creí que me recibiría con brazos extendidos y todo, sin embargo...

Ella me mira y está claro que no quería ser recibida por mí, pero yo que iba a saber de la gran entrada triunfal que quería.

Me abstengo de rodar los ojos.

— Bueno, no se puede tener todo. — dice derrotada —. Muero de hambre.

Helena va con dirección a la cocina y se escucha que empieza a rebuscar entre los cajones.

— Prepárate para lo que está apunto de suceder — me susurra Dagan.

— ¡Dagan se terminaron la carne seca! — chilla.

— No es mi culpa que Bunker y Foss la amen.

Helena sale de la cocina irritada, más bien molesta.

— Acompáñame a la mercería por más.

— Pero... — Dagan me mira de reojo.

— ¿Pero qué Dagan? — se cruza de brazos —. Tienes que acompañarme, tú eres mejor negociando.

Lo dice casi haciendo pucheros, es manipuladora eso es lo que es.

— Acompáñala yo esperaré aquí — me escuchó decir.

— ¿No quieres venir?

Helena rueda los ojos creyendo no ser vista, es claro que no me quiere cerca.

Niego con la cabeza.

— Anda ve, no les tomará mucho tiempo.

— De acuerdo, no tardaremos mucho.

Helena sonríe y ambos salen por la entrada principal. Dagan sube del lado del conductor y así los veo marcharse entre los árboles.

❃❁❃❁❃❁❃

La tarde empieza a oscurecerse, los chicos aún no llegan cuando se supone irían solo a la gran mercería. Estoy sentada en el piso haciendo tarea cuando alguien entra por la puerta.

— ¡Qué milagro gotita!

— No soy gotita, soy Brenna — lo miro irritada.

— ¿Es lo mismo, no? — dice quitándose la chaqueta y sentándose en el sillón que tengo a un lado.

Por supuesto tiene razón, pero no lo admito y bajo la mirada otra hacia el libro.

— ¿Y Dagan?

— Salió, acompaño a Helena a la mercería.

RAIN [Libro 1]Onde histórias criam vida. Descubra agora