Capítulo 21.

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No puedo decir cuánto tiempo llevo aquí contando sus pestañas, pude haberlo sabido si la puerta no se hubiera abierto.

— ¿Qué haces aquí Brenna?

Rápidamente me levanto.

— Y-o... yo solo, ya estaba por irme — digo nerviosa yendo por mis cosas.

Dagan recorre media habitación hasta sentarse en el sillón vacío. Se queda observando el suelo con toallas hasta detenerse en River.

— Lo sabes verdad — me detengo guardando mis cosas en la mochila.

No, tú lo sabes.

— Tú no pensabas decírmelo. — respondo.

— Brenna... tenía miedo.

— ¿Miedo? ¿Miedo de qué?

— De que te fueras — me mira —. A nosotros nos quieren, tal vez muertos. No somos alguien con quienes deberías estar.

— ¿Crees que eso será suficiente para alejarme?

Dagan no contesta, solo baja la cabeza y suelta la respiración que parecía tener contenida. Dejo la mochila y me siento a un lado de él.

— No me iré, soy tu amiga. Y si te soy sincera envidio que puedas tocar la lluvia.

— No del todo — sonríe levemente.

— Pero lo haces.

Me toma de sorpresa cuando me sujeta en su brazos.

— Gracias, Brenna.

— ¿Por qué?

— Por estar aquí.

No contesto y me sujeta más fuerte. La puerta vuelve abrirse, pero Dagan no me suelta.

— ¿Interrumpimos?

Nos separamos y Helena se encuentra en la entrada, detrás están Bunker y Foss sonriendo. 

                    ❃❁❃❁❃❁❃

Los chicos se fueron a preparar algo a la cocina, yo mientras tanto decidí quedarme en
el sillón a terminar de guardar mis cosas.

— ¿Necesitas ayuda? — dice Helena sentada desde el sillón donde se encuentra River. Logró levantar su cabeza y ponerla sobre su regazo.

— Gracias, pero no son muchas cosas.

Y no lo son, solo es ropa mojada.

— ¿Traes puesta la ropa de River?

— ¿Eh? — dirijo mi mirada hacia abajo olvidando por completo que la traía puesta.

— No es como si me importara. —afirma —. La verdad no me hubiera molestado que tomaras mi ropa — dice mientras acaricia la cabeza de River como si fuera un cachorro.

Aparto la mirada.

— Gracias, pero dudo que me quedara.

Me mira de arriba hacia bajo y contesta —: Tienes razón, querida — me da una sonrisa de lado.

Y ahí está mi palabra menos favorita, querida.

Intento no soltar la respiración bruscamente, no quiero que vea algo en mí que me da miedo ser.

Débil.

Los chicos entran con platos en sus manos repletos de emparedados de carne con queso y un recipiente con almendras, se sientan alrededor de la mesita de centro. Le ofrecen un sándwich a Helena, pero esta enseguida lo rechaza. Dagan con el bocado en la boca, se sienta a mi lado poniendo el emparedado frente a mi cara; enseguida niego con la cabeza y solo le doy una sonrisa de agradecimiento.

RAIN [Libro 1]Where stories live. Discover now