Capítulo 38.

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Gaia me pareció una chica linda, ni se diga el como me trato, todo lo contrario a Helena. Pero aún así ambas eran ese tipo de chicas fuertes, decididas, seguras.

Eran ese tipo de mujer que me gustaría ser.

Serán buenas chicas para ellos.

Si ellos son felices debería estar más que satisfecha, más que feliz.

Sigo andando sin alejarme mucho del campamento, aún puedo ver el humo que asciende hacia el cielo gris. Bajo la mirada y enseguida algo llama mi atención, es una pequeña flor blanca como la que River me dio hace un tiempo.

En realidad es una flor de lluvia, no es parcialmente blanca, sino cuando el agua la moja esta se vuelve transparente. No lo supe hasta que leí un libro de herbolaria, quede encantada y debo admitir que me dio pena seguir arrancándolas. Pero al ver esta decido no hacerlo, haré como si no lo hubiera visto, así como debería hacerlo con todo.

Seguir y seguir, para no ver cosas que no debería.

Me pierdo tan a menudo en lo que pienso que no me doy cuenta cuando llego a un límite, es un barranco que tiene una vista maravillosa. Las montañas se ven de un tamaño sorprendente encontrándose rodeada por pinos, la carretera logra ubicarse en su cordillera y la neblina las envuelve como un manto transparente.

Suspiro y aprieto una mano en mi pecho.

Me alejo, me alejo.

— ¿Admirando la vista?—. Sobresaltada me giro por la voz seductora de West que se encuentra cargando pedazos de madera sobre su hombro.

— Es hermoso, nunca vi más allá de árboles.

— Que deprimente — dice burlonamente pero lo ignoro.

— ¿Necesitas que te ayude?

— Me vendría bien — me lanza una sonrisa.

Voy detrás de él, pero antes de irme, observó una última vez lo que hizo sacarme de mi realidad aunque sea por un instante.

❃❁❃❁❃❁❃

— La vista de ese lugar es increíble, ¿no es así?

— Es cautivadora — me agacho y tomo unos cuantos pedazos de madera.

— Espero no astilles tus manos.

— Descuida, soy una profesional levantando madera — le aseguro, haciéndolo sonreír.

— Y dime, ¿cuál de los dos es?

— ¿Disculpa?

— Me refiero a los chicos — dice, levantando una de sus cejas.

— Ninguno.

— ¿Segura? — levanta ambas cejas —. Porque no es lo que yo vi.

— ¿Ah sí? ¿Entonces qué es lo que viste? — pregunto, y enseguida siento entre una mezcla de nerviosismo y curiosidad.

— Dos chicos sumamente preocupados, creí que Dagan era el único con corazón pero estuve equivocado hasta que vi a River.

— ¿Insinúas que River no tiene corazón?

— Es River después de todo. — rueda los ojos —. Cabe mencionar que mi relación con él no es muy buena que digamos.

En parte lo sospechaba, desde que vi el comportamiento de Helena lo veía venir. Así que lo digo —: ¿Helena tiene algo que ver?

— En parte.

— Vaya, un triángulo amoroso. — bromeo.

— Igualito al tuyo — ríe.

A mí, sin embargo, no me causa tanta gracia porque no quiero que lo sea.

❃❁❃❁❃❁❃

Llegamos a paso rápido al campamento, me guía hacia una lona donde se encuentra un horno de carbón y hay una variedad de cajas de alimentos.

Deposita la madera haciendo un montón a lado del horno, sacude sus manos y enseguida toma los míos pero al momento quitarlos con rapidez, siento una astilla clavarse en la palma de mi mano.

— ¡Ay! — chillo.

— ¿Qué ocurre?

— Creo que se me clavo una astilla.

West se acerca sujetando mi mano frente a él.

Quiero arrebatar mi mano pero la sujeta demasiado fuerte, un ruido capta mi atención y ahí se encuentra River viéndonos fijamente con la mirada obscurecida, acompañado de Helena.

— ¿Qué pasa chicos? — dice West con una sonrisa traviesa aún sosteniendo mi mano, y es cuando caigo en cuanta que este chico es demasiado listo.

— Ustedes dos. — Helena nos señala — ¿Dónde estaban?

— Me encontraba caminando y West...

— Brenna se aburría, así que decidimos ir a dar una vuelta para recoger madera.

Helena voltea sus ojos, claramente disgustada y sorprendida al mismo tiempo. Centro mi mirada en River y se encuentra viendo la unión de nuestras manos, en seguida le arrebato mi mano a West, provocando que se sobresalte.

— West, tenemos que hablar — exige Helena — Ahora. 

— Verás, si quisiera pero...

— ¡Dije ahora West!

Helena sale de la lona y West tras ella de cierta forma divertido, jamás creí conocer a alguien que sonriera por todo. Incluso si se le aproximaba una bomba llamada Helena.

Suelto un suspiro.

Me percato que River sigue parado a unos metros de mí aún sin moverse, ni hablar. Solo está ahí viéndome como sí yo fuera un conejo y él un zorro hambriento. 

Me apresuro con dirección a la salida y River me toma por la mano llevándola hacia sus labios, poco a poco recorre mi palma con su lengua haciéndome estremecer. Quiero empujarlo pero antes de pueda lograrlo me sujeta el otro brazo por la muñeca.

Mierda.

Cuando siente el lugar donde esta clavada la astilla comienza a succionar y morder ligeramente. No me aparta la mirada, sin embargo, yo lo hago. No puedo seguir sintiéndome embriagada de él. 

Por fin se detiene y escupe a un lado lo que se supone es la astilla, por último, deposita un pequeño beso en mi palma extendida. Mi corazón late con fuerza provocando que mi respiración sea pesada. Cuando lo miro y veo esos ojos azules, olvido por completo que el cielo es de color gris.

River me sostiene la mirada hasta que por fin rompe el silencio —: Helena con frecuencia se clava astillas.

Con fuerza que pensé que ya no tenía, le arrebató mi mano empujándolo hacia un lado, de nuevo intenta sujetarme pero lo evito.

— Idiota — digo, sin girarme a verlo.

Salgo de la tienda y doy un mirada hacia la palma de mi mano que se encuentra enrojecida, la cierro en un puño llevándola hacia mi pecho.

Pienso que después de todo él es como una astilla, por más que la succione o haga lo que haga, aquí sigue clavado.

RAIN [Libro 1]Where stories live. Discover now