Capítulo 36.

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Mi cuerpo sigue sin responder, me rehuso a levantar la mirada.

Todos esos cuerpos en los contenedores de cristal. Chicas y chicos desnudos, con cables y tubos conectados a su cuerpo. Cuerpos por todos lados. No todos están agua, en algunas cajas hay luces de diversos colores como si estuvieran en un clima diferente. 

Dejo de andar por la habotación, cuando mis piernas no me responden. 

Me giro al sentir a River parado detrás de mí, el me sostiene.

— Tenemos que irnos de aquí — susurra contra mi cabello.

— ¿Qué pasará con ellos? ¿Mi madre?

River me toma por ambas mejillas y lo miro, su mirada es triste, imagino el porque. 

— ¡Brenna! ¡River! — suena la voz de Dagan a través de la radio — ¿Están ahí?

River me quita la mochila para sacar la radio.

— ¿Qué ocurre?

— Militares  están entrando al edificio, ¡tienen que salir de ahí ahora! — ordena.

Introducimos la radio de nuevo en la mochila. River la echa sobre su hombro y nos apresuramos hacia la puerta. Doy una última mirada hacia atrás y veo la desgracia, la muerte.

Solo por ser diferentes.

¿Qué es lo que quieren de ellos?

Salimos corriendo por los pasillos y una sirena empieza a lanzar un sonido estremecedor.

— ¿Qué es eso? — aúllo tapando mis oídos.

— Ninguno de los chicos dijo nada sobre alarmas.

River toma mi mano y seguimos corriendo por el pasillo.

Escuchamos voces detrás de nosotros, pero eso no impide que sigamos corriendo. Nos adentramos a una habitación blanca sin ventanales, más bien es una oficina.

— Esta no es la habitación — digo asustada.

Las voces se escuchan cada vez más cerca, River mira alrededor  y solo hay una escapatoria.
Sin pensarlo juntamos un escritorio y trepamos hacia la rejilla de ventilación, River me impulsa y ya me encuentro arrastrándome por todo el  estrecho lugar.

— ¿Hacia dónde llega esto? — pregunto a River que se encuentra detrás de mí.

— A fuera, vi la rendija cuando entramos.

La alarma sigue sonando, logrando que me desoriente.

— ¡Vamos Brenna, tenemos que salir de aquí!

Veo una luz, y eso solo me impulsa s apresurar el paso. Al llegar, empujó con mis manos pero es inútil.

— Retrocede — le ordeno.

Me giro y pateo fuertemente.

Suelto un grito de furia, enojo, tristeza por todo lo que nos han arrebatado.

A las familias.

A los chicos.

Por arrebatar una vida, un latido, un todo.

❃❁❃❁❃❁❃

Estamos agotados, mis piernas tiemblan, ningún militar está cerca. La lluvia comienza a caer.

Dagan.

Nos apresuramos para trepar la reja, al estar arriba salto pero una de las púas me rasga el pantalón y mi pierna empieza a sangrar dejando un rasguño.

— ¡Brenna!

— Estoy bien, no es nada grave.

Me levanto de la tierra, no duele esta herida, me digo intentando de convencer. 

La lluvia cae más fuerte y mi piel empieza arder.

No me preocupo por mí, sino por Dagan, él no es totalmente inmune.

—¡¿Dónde está Dagan?!

— Debió buscar refugio, tenemos que hacer lo mismo.

Corremos hacia el bosque, la sirena se detiene y la lluvia solo nos envuelve con sus gotas al caer. En ese instante escuchamos un motor rugir, River y yo nos paralizamos un momento, hasta que ambos captamos lo que se aproxima. 

Una camioneta militar.

Echamos a correr, pero ya es demasiado tarde. Ya se encuentran alumbrándonos con las luces.
La puerta del conductor se abre y de ella baja una persona cubriéndose con una sombrilla negra. Nos quedamos quietos al ver de quién se trata.

— ¿Helena? — ambos decimos sorprendidos.

❃❁❃❁❃❁❃

Eso no me lo esperaba, no después de cómo terminó todo. Pero estoy segura de que no está aquí por mí, es por ellos.

— Suban a la camioneta.

No lo pensamos y ya nos encontramos abriendo las puertas de la Jeep.

— ¡Dagan!  — grito aliviada.

Se encuentra sentado en el copiloto con su ropa mojada.

— Helena me encontró, si ella no hubiera llegado no habría nada de mí.

— Cállate, por eso estoy aquí.

Helena prende el motor y salimos del bosque con dirección a la carretera.

— ¿Cómo sabías que estaríamos aquí?

— Era muy extraño que la cabaña estuviera vacía, con ninguno de ustedes tres rondando — ella voltea y por mi periferia puedo ver que me mira, yo decido solo seguir observando por la ventana.

— Tenemos que encontrar un lugar para descansar — murmura River.

— Conozco un lugar.

La chica de larga cabellera en rizos hace su camino. La miro y en verdad estoy agradecida con ella, yo arriesgo a estos chicos y ella simplemente los salva. Un nudo en mi estomago se comienza a formar. Veo mis manos enrojecidas y las llevo directo a mi herida donde mis manos sienten la sangre caliente.

Esta arde.

Aprieto mis ojos, pero al abrirlos River me observa estirando su mano para tomar la mía. Finjo no verlo y las guardo en mis bolsillos.

No puedo, ya no.

Está será mi forma de agradecerle a Helena. Es la única manera que esta lluvia pare, no quiero más esta lluvia interna.

RAIN [Libro 1]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora