Capítulo 31.

515 76 15
                                    

Dos días después hablamos con el dúo. Ellos aceptaron seguir ayudándonos, Foss nos aseguró  que trataría de conseguir el mapa lo más pronto posible, tal vez tardaría unos tres días pero definitivamente lo haríamos. 

Era secreto de nosotros cuatro.

Dagan no sospecho nada y Helena dejó de ir a la cabaña, ella me evitaba y lo entendía.

Es lunes por la tarde, mi abuelo Grisel y yo iríamos a dar la vuelta a la plaza central. Eran los últimos días del agradecimiento a Luviana, por lo tanto también era el término de la buena mercancía; más  que nada por el trueque.

Pasábamos de puesto en puesto, estoy empujando la carreta hasta que nos detenemos en un puesto de papayas, las favoritas de Grisel.

Poco después nos retiramos, esta noche habría una gran reunión en la cabaña. Grisel esta vez no quiso ir a la cabaña, jóvenes de su grupo harían otra y por lo tanto iría. Mi abuelo acepto darnos permiso, siempre y cuando respetaremos la hora.

Aceptamos.

                    ❃❁❃❁❃❁❃

De camino a la cabaña puedo ver que ya tienen su celebración, música suena y jóvenes con bebidas en sus manos bailan.

— Por fin llegas. — grita Dagan por encima de la música.

Tomo su mano y me dirige dentro, River se encuentra recargado en un extremo con un grupo de chicos y chicas. Helena no se encuentra cerca.

River y yo cruzamos miradas, me lanza una sonrisa, así que  se la devuelvo.

— ¡Esta por iniciar la iniciación de los rain! — alborota Foss.

Todos salen para reunirse fuera de la cabaña, unos se cubren con impermeables y paraguas mientras que otros se encuentran sin ninguna protección; tanto mujeres, como hombres, solo que estos últimos, me doy cuenta que no llevan camiseta.

Desvío la mirada.

— ¿Qué es lo que harán? — pregunto a Dagan.

— Van a correr en la lluvia, así sabrán sí son o no son rain.

— ¡Pero pueden morir! — chillo sorprendida.

— No lo harán, los chicos de impermeables correrán por si uno de ellos no lo es — me asegura —. No tendrán que correr mucho, caerán enseguida o gritaran si no lo son.

— ¿Duele? — pregunto.

— Un poco. — Contesta —. Al menos así fue para mí, no tardas en percibir el dolor sobre tu piel.

El que corrieran en la lluvia sin duda era una idea estúpida. Yo era una estúpida.

Podría estirar mi mano y saberlo de inmediato, pero Dagan me aseguró que eso sería aún más doloroso. Yo lo hacía porque quería saber mi realidad, otros simplemente era por pura diversión. Trago el nudo en mi garganta, y lo primero que pienso es que tengo que intentarlo. No habría otra ocasión, bueno si la habría pero, ¿por qué no saberlo ahora?

— Quiero intentarlo, quiero saber si yo soy un rain. — digo con el tono de voz más seguro que nunca había dicho.

— No creo que sea una buena idea, si resulta que no lo eres... — lo interrumpo.

— Sí puedo, si no lo soy solo tendré quemaduras pequeñas y me cubrirán de inmediato.

— Te dolerá demasiado, por favor, Brenna. — me mira con ojos suplicantes.

RAIN [Libro 1]Where stories live. Discover now