Capítulo 50.

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—¡Estás aquí! ¡Por fin estás aquí!— Grisel corre abrazarme, cuando bajo de la jeep — ¿Y mi abuelito? ¿dónde está?

Estira su cuello a través de la camioneta, no digo nada solo la abrazo tan fuerte como me es posible mientras la escucho llorar.

—¿Cómo algo tan pequeño puede ser mortal?

De nuevo aquella pregunta, tal vez después de todo no era tan pequeño como imaginábamos. Era más enorme de lo que creíamos.

—Lo siento mucho, Grisel.

Niega con la cabeza.

—Te tengo a ti y ahora también tenemos a mamá.

Mi bilis sube, no puedo decírselo, no ahora.

Me encuentro demasiado rota para explicarlo, siento mis piernas doblarse y mi cabeza hundirse en la oscuridad como de costumbre.

Solo que esta vez hay algo diferente, aún no estoy segura de lo que es, pero tal vez sea que ya estoy preparada.

❃❁❃❁❃❁❃

Siento mis párpados abrirse poco a poco. Estiro mi cuerpo y este duele por todas las contusiones acumuladas.

Me levanto sobre mis codos y veo todo lo que se encuentra a mi alrededor. Estoy segura que me encuentro en la cabaña, pero esta habitación no la conocía.

No es la de Dagan.

Me giro y a mi lado hay un pequeño buró hecho de roble. Pero no sólo me percato de ello, en el se encuentra una fotografía.

La tomo y puedo ver que soy yo de pequeña, toda llena de tierra.

¿Cómo?

River.

Sonrío por el hecho de imaginar a él tomando la foto a hurtadillas.

Estoy por levantarme de la cama, cuando la puerta se abre y Dagan entra sin decir nada, solo se sienta a mi lado.

—¿Cómo te encuentras?

—Me siento mejor, creo que lo estoy.

Dagan estira su brazo y toma mi mano acariciando mis nudillos.

—Brenna, en verdad lamento... lamento todo lo que ocurrió.

—Soy una tonta, ¿no es así?

—Nada de eso, todo lo contrario.

—Dices eso porque eres mi mejor amigo.

—¿Por qué te mentiría?

Me inclino y lo abrazo.

—Creí que jamás te volvería a ver — susurro contra su cuello.

—¿Bromeas? tenemos muchas apuestas por hacer, además, no permitiría que te fueras.

—Sé que no lo harías.

Dagan se aleja tomándome por mis mejillas.

—Brenna, eres muy valiente, demasiado.

—Intento serlo.

—Pues déjame decirte que lo estás logrando.

Mis ojos se vuelven vidriosos y ya me encuentro llorando. Cuando se trata de personas que amo las lágrimas salen sin necesidad de darme cuenta.
Pero cuando se trata de mí, me resulta más difícil creer que yo soy la causante de mis propias lagrimas, así que las dejó salir.

RAIN [Libro 1]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora