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Me encontraba en el patio trasero de la casa hogar, es enorme, cuenta con un enorme jardín que da al bosque, además de un mini laberinto de flores que por cierto es mi lugar favorito, mis flores preferidas son los rosales. Camino hacia la sombra del árbol, me siento y comienzo a ver a los demás niños jugar, una lágrima comienza a rodar por mis mejillas, yo también quiero jugar pero los demás niños me ven rara, no entiendo porqué, jamás le hice algo a otro.

-Hola, pequeña, ¿Qué haces sola? ¿No deberías estar jugando con los demás niños de tu edad?- miro al chico que me habla, no lo conozco de ningún lado.

-Los demás niños no me quieren cerca de ellos, piensan que soy rara- agacho mi rostro y siento como más lágrimas son derramadas.

-No les hagas caso, tienen envidia porque eres de las más bellas y seguro de las más listas- me da una sonrisa calida.

-¿En serio crees eso?-

-Creo eso y más, así que dejando de lado a los mocosos aquellos, ¿quieres jugar conmigo? tengo un balón-

-¡SÍ! soy muy buena con el balón-

Me tomó de la mano y nos encaminamos hacia las canchas, pasé todo el dia jugando con aquel extraño, olvidé el mal rato que había pasado antes. Terminamos cansados, al parecer yo más que él.

-¿Cómo pude ser posible que no estés cansado?, eres un anciano-

-Oye, que sea unos cuantos años mayor que tú no me convierte en un anciano- dice mientras pone una mano en su pecho.

-Para mi sí lo eres-

-Por esta ocasión lo dejaré pasar-

-¡GISSEL!- escucho como gritan mi nombre, volteo a ver quién me habla y es la maestra que nos cuida.

-Me tengo que ir, pero muchas gracias por haber jugado conmigo- le doy un abrazo aunque fue mas a sus piernas que a él- Adiós, extraño.

Corri hasta llegar con la maestra, la tomé de la mano y comenzamos a caminar hacia el recinto, volteé a verlo pero al parecer ya se habia ido.





















Despierto de golpe, ¿Qué rayos fue eso? era yo de pequeña es claro pero ¿Quién demonios era él?, miro la hora en mi reloj de mesa, aún es de madrugada. Me vuelvo a recostar en mi cama decidida a dormir lo que queda de la noche, tal vez en la mañana recuerde algo.





-¡Feliz cumpleaños, anciana!- siento como me cae un bote de agua fria en todo mi cuerpo, doy un brinco de la cama.

-¿Qué rayos te pasa? ¿Qué será para la proxima? ¿Vagabundos?- La volteo a ver en lo que tomo una toalla para secarme.

-Dejando de lado tu dramatismo, ¡feliz cumpleaños, Gissel!, ya eres un año más vieja-

-AH no me lo recuerdes-

-Calla y abre el regalo- me entrega una caja pequeña con un lindo envoltorio, al abrirlo no puedo contener las lágrimas.

-Es hermoso, ¿De dónde la has sacado?- le digo ientras saco el portarretratos de la caja, venía una foto de nosotras cuando estábamos pequeñas.

-Desde hace años la tenía, la estaba guardando para un día especial, sé que no es algo extravagante pero es de corazón-

-Es lo más hermoso, en serio, muchas gracias- la abrazo mientras dejo salir unas cuantas lágrimas.

-Prometo jamás dejarte, Gissel, pase lo que pase, es una promesa que no pienso romper- al escuchar esas palabras me da un poco de escalofríos, espero que no sea algo malo- en fin, ¿lista para esta noche?, cambiará nuestras vidas totalemente-

Lo que no sabia es que aquella noche, literalmente, sería una nueva vida.

Eternidad Compartidaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن