Capítulo Cinco: Asesina

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Noah

Apoyé mis manos en mis rodillas tratando de encontrar una manera prudente en la que lograra llegar a Emily de nuevo. Tenía que recuperarla a como diera lugar.
Ella me había salvado tantas veces que ahora mismo no sabía si lo que estaba pasando era culpa mía o si era de aquellos a los que Em les temía. De lo que ella trataba de huir.

—Em... —. Susurré para mí al mirar de nuevo el camino por el que el auto había desaparecido de mi vista.

Miré mis manos hechas puño y, con sorpresa, reconocí en mi pierna el pañuelo que ella misma me había dado ayer para cubrir la herida de mi rodilla. Lo tomé en mis manos y de inmediato pude reconocer su aroma aún sobre el mío.
Fresco aroma a mandarina que tenía grabado en la cabeza.

Cerré mis ojos por un momento y de inmediato logré preservar en mi mente su aroma, el color que ella me representaba, y de al abrirlos pude reconocer con mis sentidos el sutil camino amarillo que su esencia había dejado para mí. El que mi lobo podía reconocer y que me llevaría a ella sin dudarlo.
Mi mente dibujó un trazo fijo sobre su aroma y corrí sin pensarlo dos veces, dejando de lado el miedo a ser reconocido y tratando de alcanzar de una manera u otra a aquellos que se habían llevado a Emily de aquella forma tan vil y retorcida. Jurándome a mí mismo que acabaría de una vez por todas con todos ellos.

Todos los que desearan tocarle un solo cabello a Emily.

Corrí entre la gente sin importarme el que me notaran, pero aún así siendo precavido en no hacerlo demasiado obvio y respirando con fuerza en ocasiones para que notaran el cansancio que tenía. Aunque no fuese así. Tratando de que ninguno de ellos me mirara de distinta manera y que pensaran que solo era un hombre desesperado por alcanzar a su mujer.

Fingiendo que ni siquiera yo era consciente de lo que hacía solo por recuperar a Emily de nuevo.

(...)

Pude detenerme en un barrio viejo como en el que Emily vivía. El mismo en el que se perdía el rastro de ella.
No tenía miedo de ello. Sabía que ella estaba aquí, pero aún con ello, tenía la sensación de que no estaba a salvo. No hasta que de nuevo estuviese conmigo.

Contrario a lo que pensé ésta mañana.

Me acerqué a un poste que estaba en la esquina de la calle y miré con atención como algunos hombres cuidaban la entrada de un edificio viejo. Siendo cautos en su actuar para no llamar la atención.
Así supe que ése era el lugar en el que tenían a Emily.

El auto en el que se la habían llevado no estaba, pero aún podía sentir en lo más profundo de mí que ella estaba aquí; asustada y lastimada, pues el olor de ella se hacía cada vez más intenso sin siquiera acercarme.
Sabía que era una mala señal y que debía de actuar pronto si es que quería sacar a Emily de allí.

Pero, ¿Cómo iba a hacerlo y evitar que me descubrieran al mismo tiempo?

Tenía que pensar muy bien lo que iba a hacer ahora para evitar que ella corriera aún más peligro si alguien peligroso se daba cuenta de que ella estaba conmigo. Todo lo que hiciera ahora, debía de pensarlo dos veces para no afectarla y evitar que otros se dieran cuenta de que yo estaba aquí, de lo que era en realidad y de mis intenciones de protegerla.

Ahora Emily iba a ser vulnerable.

Al decidir salvarla, estaba condenándola a escapar como yo al menos hasta que lograra tenerla en un lugar a salvo. Como era mi plan en un inicio.

Volví a mirar la entrada del lugar y me reprendí mentalmente a mí mismo cuando la peor idea que tenía mi cabeza estaba surgiendo. Pero era la única manera de salvar a Emily en vista de que yo no tenía mucho con lo que defenderme en mi posición.
Até de nuevo el paliacate de Em en mi rodilla y tomé una buena bocanada de aire antes de volver a asomarme por el borde del poste que me ocultaba.

El Ascenso De Un Alfa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora