Capítulo Cuarenta Y Cuatro: Todo Cambia

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Noah

—¡Ya basta! —. Grité cuando los choques se detuvieron y pude conservar la poca cordura que aún me quedaba.

Él juego de Roy era sencillo, si yo toleraba mi castigo diario y dejaba que me inyectaran mercurio en la sangre; nada le pasaría a Megan y todo estaría bien para ella, la misma que era forzada a mirar como me asesinaban lentamente.

—Por favor, te lo ruego, déjalo en paz —. Dijo Megan sollozando al verme débil y tirado en el suelo.

—Está bien —dijo Roy con desdén—, me ha convencido tu amor por él y lo dejaré por hoy. Aprovecha Noah, la niña te ama y me compadezco de ella. No siempre amamos a la persona correcta.

Yo lo miré fastidiado de sus alegatos y me abstuve de soltarle una sarta de cosas a la cara. Ahora mismo seguía con el plan de conservar la energía necesaria mientras hallaba un nuevo plan para escapar.
Ya no esperaba que mi familia viniera y tampoco esperaba a que Mara lo hiciera porque sabía que ella entendía que no debía hacerlo. Su prioridad debían de ser mis hijos ante cualquier cosa.

—Los dejaré a solas —dijo Roy soltando las cadenas de Megan para que se acercara a mí—, ya es hora de que lo alimentes y por favor hazlo bien que la última vez se estuvo desmayando en cada carga.

—Sí, por supuesto...

Ella de inmediato corrió a mí y se hincó a mi lado en el suelo para quitar de mi frente el cabello que me quedaba en el rostro. Me miró asustada al ver que las marcas en mi cuerpo comenzaban a oscurecerse y era más que obvio que estaba siendo envenenado con facilidad.

—Tranquila —sonreí un poco y puse mi mano sobre la suya para tratar de calmarla—, estoy bien.

—Estás herido —murmuró viendo mis tobillos quemados—, estás muy mal.

Ella miró a Roy y suplicó de nuevo.

—Por favor, deja que lo cure.

—No —negó con la cabeza—, me agradas, niña, pero no voy a permitir que lo hagas porque él no se lo merece. Ha lastimado a tu madre, a mi mujer y ahora a ti. Piensa bien si de verdad dejarías que él esté sano solo para volver a lastimarte.

—Quiero hacerlo —. Dijo segura.

—Míralo, es una basura. No lo vale —. Agregó el vampiro ya molesto.

Vi a Megan tratar de protestar ante lo que Roy decía, sin embargo, me aferré a su mano y ella calló para no demostrar que lo hacía internamente. Ahora mismo debía de cuidarse porque ni siquiera yo conocía los límites de Roy si es que él tenía límites.
Megan sabía que debía aguantar incluso más que yo ante los castigos que Roy me imponía porque de aquella manera también nos estaba cuidando y no hacía que nos asesinaran a los dos antes de que pudiéramos escapar siquiera.

—En fin, es tu decisión —se encogió de hombros y le arrojó a Megan un frasco—, esto solo curará sus heridas pero no lo va a dejar escapar. Te lo advierto, Megan, no lo intentes.

Ella asintió tomando el frasco del suelo y después de que vió a Roy salir de la habitación, ella lo abrió y de inmediato comenzó a curar las heridas que yo tenía en los tobillos. Sentía sus manos acariciar con delicadeza mi piel herida, sin embargo, aún con ello yo aguantaba en mi interior los gritos de dolor que de inmediato querían salir al sentir como el ungüento me quemaba. Mi piel ya estaba tan consumida que no me sorprendía que lo que ahora se veía era el principio del músculo.

—Estarás bien... —susurró Megan y de nuevo se acercó a mi rostro para verme a los ojos—, te prometo que vamos a salir de aquí. Papá nos va a sacar de éste lugar, lo conozco y no se va a detener por nada hasta llegar a mí.

El Ascenso De Un Alfa ©Where stories live. Discover now